Las negociaciones con asesinos para la rendición del Estado a la banda terrorista ETA que realizó Zapatero en 2006 han vuelto a acaparar la atención mediática tras la reciente divulgación de actas y testimonios sobre aquellos días putrefactos. El Ejecutivo socialista, convencido de que ceder a las demandas de los criminales era la vía para que dejaran de matar, llegó a comprometerse a no detener a los asesinos mientras se mantuviese la tregua, según se desprende de las discusiones mantenidas en Ginebra y documentadas en actas internas de la propia organización terrorista. El ambiente era altamente volátil. ETA había hecho público que no mataría en marzo de 2006, lo que generó tanto esperanza como escepticismo. El PSOE, con Zapatero al frente, apostó por una negociación directa, una decisión que puso en pie de guerra a las asociaciones de víctimas del terrorismo y a buena parte de la sociedad española que no entendía cómo se podía dar carta de interlocutor político a una banda criminal que había asesinado a casi 1.000 personas. Pero el Ejecutivo socialista lo envolvió en el bonito papel de regalo de «conseguir la paz». El caso Faisán y la sombra de la impunidad Uno de los episodios más humillantes fue el conocido como caso Faisán. En junio de 2006, sólo tres meses después de que los asesinos dijeran que no mataban, las fuerzas policiales habían planificado una operación para arrestar a trece responsables de la red de extorsión de la banda terrorista ETA. Una llamada de policías adeptos al Gobierno para avisar a los terroristas desbarató la operación que, además, se realizaba en colaboración con la gendarmería francesa. Según palabras del propio negociador del Gobierno, Jesús Eguiguren, se intentó evitar esas detenciones a toda costa, llegando incluso a ordenar que la Policía y la Guardia Civil dejasen…
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