
Populismo nacionalista y desconfianza hacia las instituciones públicas, emocionalización del discurso y simplificación de los mensajes, ridiculización de la evidencia y las voces expertas, crítica a los valores de igualdad y reconocimiento cultural, sacralización de la meritocracia, del esfuerzo y del talento, “chovinismo del bienestar” (sólo los grupos nacionales son clientes legítimos de los servicios públicos)… Estos son algunos de los rasgos que el trumpismo político aplica al diagnóstico de los problemas sociales y a la supuesta solución de sus males. No son recetas nuevas, pero sí atraviesan hoy un proceso de magnificación y difusión. Resuenan con fuerza creciente en las agendas y en los gobiernos de no pocos países, y sobre todo calan en los debates públicos y en las conversaciones cotidianas en torno a múltiples ámbitos de la política.






