Adiós a Pupy. La última elefanta del Ecoparque porteño murió en Brasil a los 176 días de haber sido liberada

La NaciónSociedadLa Nacion11/10/20251 Views

Pupy, la última elefanta que quedaba en el Ecoparque porteño, murió en el Santuario de Elefantes de Brasil, ubicado en Chapada dos Guimarães, estado de Mato Grosso, a 176 días de haber sido trasladada desde Buenos Aires. La noticia fue confirmada por la organización Global Sanctuary for Elephants (GSF), que informó en un comunicado: “Con profundo pesar compartimos la noticia de que Pupy falleció anoche”.

La institución detalló que, en los últimos días, la elefanta había presentado problemas gastrointestinales intermitentes. “Tenía antecedentes de cólicos, así que sabíamos que esto era posible, pero incluso en sus días más difíciles seguía comiendo, y encontramos una combinación de medicamentos que parecía hacerla sentir cómoda. Su apetito había mejorado y estaba volviendo a la normalidad. Ayer su apetito volvió a disminuir y, a primera hora de la tarde, cuando defecó, expulsó alrededor de un kilo y medio de piedras negras que no son de esta zona. Desde ese momento todo cambió. Pupy se veía más débil, estaba un poco más distante con las personas y, en general, algo se sentía distinto”, explicó el equipo del santuario.

La elefanta fue asistida durante toda la jornada. “A la hora de la comida nocturna, Pupy parecía algo inestable sobre sus patas. Scott Blais, director y cofundador del santuario, se acercó para darle agua y, en ese momento, sus patas cedieron y cayó al suelo. Kenya, la otra elefanta africana que vive en el lugar, se mostró inmediatamente preocupada, pero permitió que el equipo la trasladara al corral contiguo, desde donde observó, a unos veinte metros, mientras intentaban asistirla. La doctora Trish, veterinaria que permanece en el santuario por seis semanas, comenzó a atenderla, pero Pupy falleció en cuestión de minutos. Luego abrieron el portón para que Kenya pudiera acercarse a su amiga. Aunque al principio dudó en tocarla, después se tranquilizó y pasó la noche a su lado”, detallaron.

La organización señaló que “esta es una de las partes más difíciles del santuario. En el santuario recibimos elefantes mayores que han pasado décadas sin una dieta adecuada, sin atención veterinaria y sin ningún tipo de cuidado en sus patas, que son fundamentales para su salud. Confiamos en que el refugio y el cuidado personalizado puedan aliviar algunos de esos problemas físicos y les permitan disfrutar aspectos de la vida de un elefante que les fueron arrebatados cuando eran muy jóvenes. Pero también sabemos que los efectos del cautiverio son profundos y, a veces, imposibles de revertir”.

Pupy había llegado al santuario el 18 de abril de 2025, luego de un viaje terrestre de cinco días y más de 2700 kilómetros desde el Ecoparque porteño. La Subsecretaría de Ambiente de la Ciudad informó entonces que “la última elefanta que quedaba en el Ecoparque, una elefanta africana de 35 años, llegó al Santuario de Elefantes ubicado en Chapadas Dos Guimarães, Mato Grosso, en perfecto estado de salud y luego de cinco días de viaje. El trayecto se realizó por tierra y contó con un protocolo especialmente adaptado al bienestar de Pupy, que no necesitó sedantes”.

Trabajo conjunto

El operativo fue resultado de un trabajo conjunto entre el Ecoparque, la Fundación Franz Weber y la organización Global Sanctuary for Elephants. “Pupy es la última elefanta que habitaba el Ecoparque porteño y la última derivación de animales de gran tamaño”, comunicó el Gobierno de la Ciudad en abril. Su llegada a Brasil representó el cierre de una etapa iniciada en 2016, cuando el antiguo zoológico de Buenos Aires fue transformado en un espacio de conservación.

Durante los días previos al traslado, los especialistas trabajaron con Pupy para fortalecer su vínculo con la caja de transporte y realizar controles médicos. El viaje comenzó el 14 de abril y, durante el trayecto, se realizaron paradas programadas para ofrecerle descanso, agua y comida.

Al llegar al santuario, el equipo describió el momento como el inicio de una nueva vida. “Después de recorrer veinte kilómetros de tierra colorada entre pozos, agua y selva, llegamos al Santuario expectantes por ver a Pupy en el primer día de su nueva vida. Ella ya tiene la salida abierta del corral, en el cual quedó anoche: la salida a un espacio de diez hectáreas adonde estará por el momento, sin compañía”, relató el equipo del Ecoparque.

El director del santuario, Scott Blais, explicó entonces: “Es muy gracioso. Toma envión, se envalentona, llega hasta ahí, y vuelve marcha atrás. Es normal, tenemos que pensar que nunca, nunca desde chiquita salió de su recinto”.

Adaptarse al entorno

La intención era que Pupy se adaptara a su entorno antes de recibir a Kenya, la elefanta africana proveniente de Mendoza. Su compañera de toda la vida, Kuky, había muerto pocos días antes del viaje. En su recuerdo, los cuidadores llevaron la cubierta de camión con la que ambas solían jugar en el Ecoparque.

Kenya llegó al santuario desde Mendoza el 9 de julio, es decir, 17 días después que Pupy. Lleva 94 días allí. Kenya, la última elefanta en cautiverio del país, llegó a la Argentina en 1984 desde un zoológico alemán cuando tenía solo cuatro años. Probablemente su madre murió intentando defenderla para que no la separaran de su lado. Así capturaban a los elefantes —todavía sucede— que se vendían a los circos y a los zoológicos, casi siempre de pequeños.

Kenya vivió sola en un recinto del exzoológico de Mendoza durante 40 años. El proceso de preparación de Kenya empezó hace siete años. El objetivo fue siempre el mismo: sacar a todos los elefantes cautivos de la Argentina y llevarlos al santuario en Brasil, creado en 2012.

En sus primeras horas de libertad, Pupy comenzó a explorar el entorno y a reaccionar con curiosidad a los sonidos del santuario. La veterinaria Triscia London, que integra el equipo del lugar, contó: “Hoy está más brillante, más descansada, siguiendo todas las voces. Metió la cabeza en una de las montañas de tierra que le habíamos preparado. Nos estamos haciendo amigas. Le mandé videos a mi pareja, que trabaja en África, y me dijo: esa mente sabe que su vida ya es diferente.” El cuidador Leo Giovanelli, que también participó del traslado, agregó: “La veo muy tranquila, interactuando en paz. La vimos jugar, y eso es maravilloso”.

Desde el Ecoparque, Agustina Miguens, responsable de comunicación digital, había dicho: “Es un privilegio enorme estar aquí cuando tanta gente querría estar. Eso es lo que moviliza: intentar transmitirlo lo más cercano posible. Creo que todos pudimos percibir esa emoción y el apoyo de la gente. Nos sentimos muy acompañados en este viaje”.

El santuario de Chapada dos Guimarães, en el estado de Mato Grosso, es el primero de su tipo en América Latina. Actualmente alberga a cinco elefantas asiáticas —Mara, Guillermina, Rana, Maia y Bambi— y cuenta con un espacio separado para las africanas, donde ahora permanece Kenya, tras la muerte de Pupy. “Tengo una inmensa gratitud con la Argentina por haber decidido que no quería más elefantes detrás de rejas. El mundo entero los mira”, había afirmado Scott Blais, director del santuario.

En su despedida, la organización concluyó: “Sabemos que los efectos del cautiverio son profundos y, a veces, imposibles de superar”.

Por su parte, Proyecto ELE publicó en sus redes: “Pupy, por siempre libre. Tras medio año de vivir en el Santuario de @elefantesbrasil, nuestra querida Pupy hoy cambió de plano mientras Kenya la acompañó en este proceso. En estos momentos se está realizando la necropsia y se están tomando muestras de tejidos para enviar al laboratorio. Cuando se tengan los resultados, que tardarán algunas semanas, se informarán públicamente a través de las redes del Santuario. Lamentamos tanto tener que dar estas noticias… pero aun así, con todo nuestro dolor a flor de piel, nos queda el consuelo de saber que estaba en el mejor lugar, cuidada por las mejores manos y pudiendo hacer aflorar su almita de elefante, que estuvo reprimida en un zoo por demasiado tiempo”.

Pupy, que pasó más de tres décadas en cautiverio en Buenos Aires, murió a menos de seis meses de haber conocido la libertad. Su historia marcó el cierre de una etapa en el Ecoparque y dejó una huella profunda en todos los que acompañaron su viaje hasta el Mato Grosso.

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