
En el gobierno de Javier Milei, los funcionarios suelen repetir que son liberales, pero ante todo, pragmáticos. Con esa explicación buscan justificar la dinámica de los precios regulados antes de las elecciones y su comportamiento posterior. Así se entiende la suba abrupta que registraron los combustibles en noviembre, con incrementos promedio de entre 6 y 7%, luego de haber mantenido estable su valor entre septiembre y fines de octubre.
Desde que YPF decidió dejar de informar los aumentos, tras adoptar una política de actualizaciones sectoriales y variaciones acordes con la oferta y la demanda, el mercado de combustibles ya no tiene a su principal referencia. La petrolera estatal es la líder del sector y concentra el 57% del despacho de nafta y gasoil.
En los últimos días, el precio promedio del litro de nafta súper en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) se ubicó en $1630, mientras que la variedad premium alcanzó los $1850. Esto implica incrementos acumulados en el año de 47% y 35%, respectivamente, en comparación con los valores de fines de 2024. Ambas subas quedaron por encima de la inflación acumulada en el mismo período, cercana al 30%.
En 2024 ocurrió lo contrario: los combustibles aumentaron en promedio 100%, mientras que la inflación alcanzó el 118%.
Por lo tanto, según fuentes del sector, había un retraso en los precios. También explican que el tipo de cambio mayorista subió alrededor de 42% en el último año, aunque la mayor parte del incremento ocurrió a partir de abril, cuando el Gobierno implementó el esquema de bandas cambiarias y abandonó la política de crawling peg con ajuste mensual al 1%.
En noviembre, después de las elecciones legislativas, la Secretaría de Energía aprovechó para actualizar los valores de los biocombustibles y de los impuestos a los combustibles líquidos (ICL) y al dióxido de carbono (IDC). En promedio, en el último año los biocombustibles subieron 50% (bioetanol 37% y biodiésel 67%), mientras que el impuesto al gasoil aumentó 53% y el de la nafta, 45%.
“En noviembre da la impresión de que liberaron todos los precios y eso explica la fuerte suba de la nafta y el gasoil. Además, los combustibles venían muy atrasados después de las elecciones de octubre, más allá de las actualizaciones de impuestos y biocombustibles”, señaló el economista Nicolás Arceo, director de la consultora Economía y Energía (EyE).
El impacto del incremento de los combustibles en la inflación general se conocerá este jueves, cuando el Indec publique el índice de precios al consumidor (IPC) de noviembre, que se estima será de 2,3%.

Los aumentos de la nafta y el gasoil ocurrieron a pesar de que el precio internacional del barril de petróleo cayó unos 10 dólares en el último año, de US$74 a menos de US$64. “Esa baja fue más marcada a nivel internacional que en el mercado local, donde el valor del barril estaba atrasado y no había llegado al export parity [paridad de exportación]”, agregó Arceo.
El analista también indicó que los precios locales están por debajo del promedio histórico. Comparados con los valores registrados entre enero de 2010 y octubre pasado, hoy son 2,5% más baratos en dólares y 12,8% más bajos en pesos constantes. Frente al promedio de la última década, en cambio, están 2,3% más altos en dólares, pero 8,7% más bajos en términos reales.
Esto implica que, en relación con el poder adquisitivo, los combustibles siguen siendo relativamente accesibles. De hecho, aunque el consumo masivo cayó y la actividad económica no repuntó, las ventas de combustibles de YPF crecieron 6% respecto del año pasado, según su último balance trimestral.
“Los combustibles en dólares están más caros por la apreciación del tipo de cambio, pero en términos históricos siguen baratos; por eso el consumo se mantiene alto”, dijo Arceo.
A partir de diciembre, los precios locales deberían estabilizarse, aunque en el sector recuerdan que dependen de cuatro factores: tipo de cambio, precio internacional del crudo, impuestos y biocombustibles.
Para 2026, la industria espera un reacomodamiento de precios regionales, como anticipó el presidente y CEO de YPF, Horacio Marín, para corregir “inequidades”. Las provincias patagónicas tendrían aumentos promedio mayores que el resto del país, según estimaciones del sector.






