Se impuso con el el 54,57% de los votos en la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales, muy marcadas por la recesión económica y con una izquierda prácticamente anulada. El nuevo mandatario es el hijo del expresidente Paz Zamora y nació en el exilio.
La izquierda pierde las elecciones en Bolivia por primera vez en 20 años y dos candidatos conservadores irán a segunda vuelta
El senador opositor centrista Rodrigo Paz Pereira será el nuevo presidente de Bolivia. Este heredero político del expresidente Jaime Paz Zamora logró imponerse al conservador Jorge Tuto Quiroga en una histórica segunda vuelta en el país con el impulso del voto popular y con la promesa de impulsar un “capitalismo para todos”.
Según el Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares (Sirepre) del organismo electoral, con el 97,68 % de las actas computadas, Paz Pereira pudo imponerse en esta segunda vuelta con el 54,57 % de los votos, frente a un 45,43 % de Quiroga, quien gobernó el país entre 2001 y 2002.
Nacido en España por el exilio de sus padres, Paz Pereira, de 58 años, logró imponerse a pesar del escaso apoyo que le daban las encuestas, inlcuso luego de haberse instalado como la principal revelación en la primera vuelta realizada el pasado 17 de agosto.
Exdiputado, exalcalde y economista de profesión, tiene estudios en relaciones internacionales, además de una amplia experiencia en el sector público al haber sido diputado, concejal, alcalde de la ciudad sureña de Tarija entre 2015 y 2020 y aún es senador por la fuerza opositora Comunidad Ciudadana (CC), del expresidente Carlos Mesa (2003-2005).
Hijo de la española Carmen Pereira y del expresidente Paz Zamora (1989-1993), el político nació en Santiago de Compostela en 1967 y vivió su niñez en varios países debido a que sus padres fueron perseguidos durante los gobiernos militares.
Para llegar a la Alcaldía de Tarija, Paz derrotó en las elecciones municipales de 2015 al gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por el entonces presidente Evo Morales (2006-2019).
El éxito de Paz en la primera vuelta fue atribuido por expertos a la conexión que logró con las clases populares en las áreas rurales y zonas periurbanas, espacios donde en las elecciones pasadas triunfó el MAS, que en los comicios generales del 17 de agosto apenas logró el 3 % requerido para no perder la sigla.
Ese respaldo fue trabajado por el opositor desde su llegada al Senado, pues en sus redes sociales se puede constatar que desde 2021 recorrió numerosos municipios bolivianos, llegando incluso a participar activamente en fiestas patronales populares y desfiles folclóricos junto a distintos sindicatos.
Otros atribuyen ese apoyo a su compañero de fórmula en el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el expolicía Edman Lara, quien se hizo popular en las redes sociales por sus revelaciones de supuestos casos de corrupción en la institución policial, hasta que en 2024 fue dado de baja.Aunque Lara también ha sido muy criticado por algunas polémicas declaraciones como una advertencia a su candidato presidencial, comparar a Bolivia y la corrupción con enfermos con cáncer, o llamar “cobarde y maricón” (sic) a Quiroga.
Paz ha defendido siempre al expolicía, aunque se les ha visto distantes durante la campaña.
Los seguidores de Quiroga han señalado con insistencia que el senador y el PDC son una especie de ‘caballo de Troya’ del MAS y Evo Morales, luego de que distintos sectores sociales que eran afines al partido gubernamental le expresaron su respaldo, lo que negó Paz.
El lema de su campaña ha sido el ‘Capitalismo para todos’, con créditos “baratos” para los emprendedores, una rebaja de impuestos y de aranceles para la importación de tecnología y vehículos, además de acabar con el “Estado tranca” y otorgar el 50 % del presupuesto general directamente a las nueve regiones bolivianas.
Otra de sus ofertas electorales es la legalización de vehículos ‘chutos’ o sin papeles, criticada sobre todo en Chile, donde se denuncia que muchos de esos automóviles fueron robados en esa nación y vendidos en el país andino, aunque Paz asegura que los carros con denuncia de hurto serán devueltos a su lugar de origen.
También descartó “ir al exterior a pedir plata” porque no quiere “que Bolivia sea esclava de ningún banco internacional” y prometió que el país tendrá el combustible que actualmente le falta, el próximo 8 de noviembre, el día de la investidura presidencial
Una Bolivia en crisis, hundida por la recesión económica y polarizada por el fantasma del racismo, acudió este domingo a votar para elegir a su nuevo presidente en una inédita segunda vuelta electoral donde dos candidatos de derecha, Rodrigo Paz y Jorge Quiroga, pelean por gobernar el país andino tras casi 20 años de hegemonía de la izquierda.
Casi ocho millones de ciudadanos estuvieron habilitados para votar en el balotaje, el primero que se celebra en la historia política de Bolivia, tras una primera vuelta en la que ninguno de los dos candidatos alcanzó el 50% ni suficiente ventaja sobre el otro para evitar la segunda votación. Paz, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), fue la gran sorpresa al alcanzar el primer lugar, con el 32,1%, seguido por Quiroga, de la Alianza Libre, con el 26,7%. Los resultados echaron por tierra las previsiones de las encuestas.
Las mismas encuestadoras ubicaban como favorito para el balotaje al expresidente Quiroga (2001-2002), el aspirante más radical de los dos, por diferencias que oscilaban entre los cuatro y los ocho puntos, pero con un 10% de indecisos que podrían resultar determinantes para definir al ganador.
La izquierda quedó fuera de la elección definitiva, impedida por la división del voto entre dos candidaturas y el boicot de Evo Morales, que llamó a sus partidarios al voto nulo en la primera vuelta tras ser inhabilitado constitucionalmente.
Para esta segunda ronda, Morales no dio consignas a sus simpatizantes sobre los candidatos, muy alejados de su proyecto político. Sin embargo, no han faltado voces, en especial desde la Alianza Libre, que han denunciado un “pacto secreto” no comprobado entre el líder cocalero y el PDC. A su vez, Morales ha declarado abiertamente que Quiroga es el “candidato de Lucho Arce”, el aún presidente de Bolivia y antes su ministro de Economía, con quien ha librado en los últimos años una lucha intestina que ha acabado por desarticular al proyecto político de izquierda.
Desde el jueves, en Bolivia rige el “silencio electoral”, que impide las campañas y la propaganda electoral en medios de comunicación. Sin embargo, la veda no se respeta en las redes sociales, donde seguidores de ambos frentes revelan el clima de crispación e incertidumbre política que impera en el país.
Bolivia se aprestó a votar en segunda vuelta solo cinco días después de que su Instituto Nacional de Estadística (INE) reportara un crecimiento negativo del -2,4% durante el primer semestre de 2025. La nación andina no registraba una tasa similar de decrecimiento económico desde 1986, según datos del Banco Mundial. Con la excepción del periodo de la pandemia de COVID-19, la economía boliviana solo había tenido números positivos durante los últimos 39 años. El Gobierno de Arce atribuye la recesión técnica a los “bloqueos políticos” y los conflictos sociales en el país.
La nación sudamericana enfrenta una crisis económica palpable en la vida cotidiana de sus habitantes. Calles y avenidas de las principales ciudades del país están colapsadas por vehículos que hacen filas interminables en las gasolineras. Este desabastecimiento, que ha paralizado parcialmente el sector productivo, es un problema prácticamente naturalizado en el país desde hace poco más de un año. La petrolera estatal petrolera YPFB, responsable de la provisión energética, se defiende diciendo que no cuenta con los dólares suficientes para importar los carburantes.
En Bolivia, ser propietario no equivale a ser capitalista, así como tener propiedad privada no significa tener capital
La escasez de la moneda estadounidense es, precisamente, otra fuente de angustia para los bolivianos, a los que los bancos han impuesto cupos para hacer transacciones en moneda internacional, al tiempo que se ha disparado la cotización paralela. Un brete por el que el Gobierno de Luis Arce responsabiliza a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), que ha bloqueado sistemáticamente sus solicitudes de créditos internacionales.
El sofocante clima económico ha sido el núcleo de la campaña electoral de los dos aspirantes a la presidencia. El aún senador Rodrigo Paz Pereira (Santiago de Compostela, 1967) ha hecho de la promesa “capitalismo para todos” el eslogan de su programa económico, que apunta a promover el emprendimiento privado en los diferentes sectores productivos del país, en especial, los populares. Hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, el senador muestra una posición más distante con los industriales del oriente del país, asociados a una oligarquía económica que busca conservar sus privilegios económicos.
Por su lado, Jorge ‘Tuto’ Quiroga (Cochabamba, 1960) ha procurado seducir al electorado ofreciéndole “un país de propietarios”, lo que, en la práctica, implicaría la privatización de gran parte de las empresas estratégicas de Bolivia, a las que achaca el elevado gasto público. Quiroga ya fue presidente incidental entre 2001 y 2002 tras la renuncia por enfermedad de Hugo Banzer, dictador que gobernó con mano de hierro entre 1971 y 1978 y que volvió a dirigir el país —esa segunda vez pasando por las urnas— entre 1997 y 2001, con Quiroga como vicepresidente. Este ofrece hoy gestionar recursos millonarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) para paliar la escasez de dólares y garantizar el suministro de combustible.
La similitud de las propuestas genera dudas entre algunos analistas. El economista Gonzalo Colque de la Fundación Tierra, especializada en desarrollo rural sostenible, observa que, mientras Quiroga defiende a capa y espada la propiedad privada, Paz abandera una suerte de economía popular formalizada. Dos ofertas que, al margen de sus aparentes diferencias, “plantean lo mismo: libertad económica basada en el esfuerzo personal, la meritocracia y la liquidación del Estado clientelista, burocrático y corrupto que asfixia la iniciativa privada”.
“Sin embargo, esta narrativa oculta un problema estructural: la libertad económica no brota ni florece espontáneamente en contextos de precariedad, desigualdad y baja productividad. En Bolivia, ser propietario no equivale a ser capitalista, así como tener propiedad privada no significa tener capital”, dice Colque.
Como pocas veces antes en Bolivia, los candidatos a la vicepresidencia de los dos binomios en competencia tuvieron un protagonismo inusitado en la campaña electoral. Por un lado, el expolicía y abogado Edman Lara, acompañante de Paz, ocupó constantemente la agenda pública debido a sus intervenciones en redes sociales, principalmente realizadas a través de su cuenta de TikTok. En ella ha vertido declaraciones que han levantado mucha polvareda, desde anunciar que encarcelaban a su candidato a la presidencia hasta afirmar que tendría más poder que el propio Paz en caso de victoria.
Frente a la locuacidad circunstancial de Lara, al candidato a la vicepresidencia de Libre, el empresario Juan Pablo Velasco, lo vienen asediando los fantasmas del pasado. El más persistente ha sido el del racismo. En medio de la campaña emergieron unos tuits de 2010 atribuidos a Velasco, en los que este llama a matar a los “collas”, denominación empleada para identificar a los habitantes del occidente andino del país (La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí, Chuquisaca). Aunque desmentidas por él y sus allegados, las publicaciones calaron inexorablemente en la población boliviana.
Tampoco ayudó a Libre que, con las sospechas de racismo sobre Velasco aún frescas, uno de sus diputados electos, Juan Carlos Velarde, aludiera despectivamente a los bolivianos que acullican hoja de coca como “mascacoca hediondos”. Una declaración realizada en una transmisión en vivo que el asambleísta no pudo negar y que, a la postre, lo llevó a renunciar al cargo para el que ya había sido elegido en la primera vuelta.
“No hay proyecto de país de ninguna naturaleza en ninguna de las dos propuestas”
El sociólogo de la Universidad Mayor de San Andrés Eduardo Paz advierte de que esta actitud no es puntual. “No es solamente Velasco, sino que alrededor de Quiroga hay muchos y muy conocidos defensores de viejos privilegios oligárquicos, de castas, de las clases altas. Los tuits de Velasco son una golondrina de una primavera derechista mucho más amplia”, analiza Paz.
Esta “primavera derechista” a la que alude el sociólogo agrada a EEUU. “Ambos candidatos que se presentan a la segunda vuelta quieren relaciones sólidas y mejores con Estados Unidos y otra oportunidad transformadora allí”, saludó esta semana el secretario de Estado, Marco Rubio.
Gane quien gane, la composición del parlamento, sin mayorías claras, obliga a las diversas derechas a buscar acuerdos, también con la alianza Unidad del empresario Samuel Doria Medina.
Paz cree que la alianza de la derecha es factible. “Las posibilidades de gobernabilidad dentro de la Asamblea son favorables en el marco de una gobernanza neoliberal, siendo que la izquierda ha sido arrinconada y cuenta con apenas algunos representantes. Parece posible para las fuerzas de derecha llevar adelante unas reformas de carácter restaurador en un esquema neoliberal”, pronostica.
Sin embargo, esta unión coyuntural no será estable a largo plazo, vaticina el sociólogo. “No hay proyecto de país de ninguna naturaleza en ninguna de las dos propuestas”, alega. “Simplemente, se trata de reponer el diésel, la circulación de dólares; pero no hay un proyecto que enamore a la gente en la construcción de alguna, cualquiera que sea, imagen ideal de lo que se quiere del país”.
Con información de EFE
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