El batacazo del comercio mundial finalmente no será tal. Al menos no en 2025. El negro escenario que dibujaban los aranceles de Donald Trump en abril, cuando la Organización Mundial del Comercio hablaba incluso de contracción, se ha ido diluyendo como un azucarillo conforme pasaban los meses. Detrás de ese vuelco hay una conjunción de factores que van desde el tirón de Asia, los adelantos de compras de las empresas estadounidenses para esquivar las tarifas en el primer trimestre, el bum de toda clase de dispositivos para alimentar la expansión de la inteligencia artificial, la desinflación o la buena salud de los mercados laborales. Eso no significa que los aranceles vayan a ser inofensivos: la institución vaticina ahora que lo peor de sus efectos se retrasará a 2026, cuando el comercio de mercancías apenas crecerá.