
Un conjunto de 49 obras de otros buenos artistas en torno a 46 del célebre pintor francés, mostrando su trayectoria enmarcada en los muchos ismos de la vanguardia artística de la primera mitad del siglo pasado. ‘Chez Matisse. El legado de una nueva pintura’ es un envío del Centro Pompidou de París aprovechando su cierre temporal por reforma. La exposición renueva el acuerdo estratégico de la Fundación la Caixa con el museo parisino para organizar muestras de forma conjunta. Se divide en ocho contextos, desde los fauves alemanes y los neoprimitivistas rusos hasta la pintura estadounidense a partir de los años 40, en un juego de referencias cruzadas que ilumina un siglo de creación y vanguardia. Demasiado cruzadas, quizás, porque el rastro de Matisse se pierde entre tanto acompañante. Y hay pocas de sus obras más famosas y representativas Es aceptado que Matisse (1869-1954) tuvo una concepción totalmente innovadora del color, su reformulación crítica del cuadro como pura superficie pictórica y también su idea de estar «fuera de lugar» tanto emocional como políticamente, es decir: su manera de expresar la ruptura con las normas establecidas y la búsqueda de una nueva forma de ver y representar el mundo. Se dice que hacia 1900, revolucionó la pintura europea con una idea explosiva del color. En los años cincuenta, sus collages transformaron la idea del espacio pictórico. Entre esos dos momentos transcurrieron más de cincuenta años de investigaciones plásticas que convirtieron la obra de Matisse en la casa del arte moderno, frecuentada por artistas de distintas generaciones y tendencias. De ahí el título, ‘Chez Matisse’, que pone el acento en su hospitalidad y complicidad con otros. Se le atribuye la frase ‘el arte moderno es un arrebato del corazón’, y se le considera primitivo y sofisticado, clásico y salvaje, figurativo y abstracto….
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