
Con el resultado electoral, Martín Menem pasó de estar al borde del abismo a convertirse en pieza clave del nuevo Congreso. Mientras el riojano busca consolidar un interbloque oficialista, el PRO se desangra entre rupturas, reproches y la incertidumbre sobre qué lugar ocupará frente al gobierno libertario. El papel de los gobernadores.
“Mirá Martín, yo nunca operé con que quería la presidencia de la Cámara”. Cristian Ritondo estaba sentado en la oficina de Martín Menem, y hablaba sin rodeos. El triunfo electoral modificó la relación de fuerzas en el Congreso, y no solo para la oposición. El riojano acaba de revivir del mundo de los muertos y ya nadie pone en duda que continuará ocupando la presidencia de la Cámara de Diputados. El jefe del PRO, en cambio, enfrenta la ruptura de su bloque y aguarda una señal de Mauricio Macri para hacer lo que siempre hizo: equilibrio.
Si hubo alguien a quien el resultado electoral del domingo le salvó la carrera, además de al propio Javier Milei, fue a Martín Menem. Despreciado por gran parte de sus compañeros en la Cámara de Diputados, que lo acusan de no cumplir con acuerdos y hacer trampas, Menem pasó de convertirse en un paria operado por Santiago Caputo a ser el arquitecto de la nueva mayoría oficialista. “Por suerte yo me llevaba bien. Porque ahora no lo mueven más”, ironizó un diputado radical, horas después de haberse reunido con el riojano.

Menem respira con alivio por primera vez en un mes. Armador de La Libertad Avanza en todo el país, el riojano era cuestionado por la estrategia de armar listas propias en distritos de gobernadores y aliados y haber dinamitado, así, la red de alianzas del Gobierno en el Congreso. Caputo lo limaba internamente y operaba para que Ritondo lo reemplace como jefe del oficialismoe. Era, para las Fuerzas del Cielo, el artífice de las últimas derrotas legislativas, y tenía que ser reemplazado.
Pero la victoria de LLA en más de la mitad del país cambió el escenario, y ahora Menem trabaja en armar un interbloque oficialista con las fuerzas aliadas para hacerse con el control de la Cámara de Diputados. Al menos hasta abril.
A partir de diciembre, el bloque libertario pasará a tener unos 87 diputados. Una base sólida que se amplió en las últimas 48 horas, cuando el bullrichista Damián Arabia anunció que rompía con el bloque PRO y se sumaba a LLA. Una decisión que, no por anunciada, fue menos traumática. Ritondo estaba furioso.
Arabia no se fue solo, sino que arrastró consigo a otros 7 diputados bullrichistas. Silvana Giudici, Sabrina Ajmechet y Laura Rodríguez Machado, entra otros, pasarán a engrosar las filas de LLA a costa de un fuerte debilitamiento del partido amarillo. “Macri no va a extorsionar a Milei en mi nombre”, explicó el diputado bullrichista a su dirigentes de confianza, horas antes de que el expresidente se reuniera con Milei en Olivos a comer milanesas.
La maniobra de Arabia tenía el visto bueno de Patricia Bullrich, que trabaja en lavarle la cara al oficialismo en el Senado, y significó un importante espaldarazo al Gobierno. Pero representa, a su vez, un dolor de cabeza para Menem, que todavía necesita negociar con Ritondo para armar un interbloque oficialista. Un Ritondo irritado, a quien le acaban de robar 7 diputados, y que debe hacer equilibrio entre el PRO libertario y el macrismo residual, que se resiste a fusionarse con LLA.
Menem viene negociando con Ritondo hace varios días. Se reunieron en su despacho el miércoles, que fue cuando Ritondo le aseguró que no había operado para robarle la presidencia de la Cámara de Diputados, y el riojano salió de la reunión con la expectativa de que estaba el camino allanado para constituir un interbloque. El PRO es clave para dar una muestra de fortaleza y, además, hacerse con gran parte de los lugares en las comisiones a partir de diciembre.
“Vamos a ser un interbloque con identidad”, le prometió Menem a Ritondo, como para calmar los temores de los macristas que le escapan a pintarse de violeta. Es el caso de Fernando de Andreis y Antonela Giampieri, que ingresarán a la Cámara como resultado del triunfo de la alianza PRO-LLA en CABA, y que se suman a figuras más hostiles a LLA, como el larretista Álvaro González.

Es el caso, además, de Silvia Lospennato, que aún no tiene definido si abandonará su banca en el Congreso para ir a la Legislatura porteña: su decisión dependerá de lo que converse con Macri, ya que su reemplazo, en el caso de irse, sería la bullrichista Lorena Petrovich.
Menem, incluso, no descarta que Ritondo encabece ese interbloque oficialista. Una prenda de cambio para quien funcionó como el impulsor de la alianza en la Provincia de Buenos Aires y que, hasta hace una semana, fantaseaba con la posibilidad de ser presidente de la Cámara de Diputados. Ritondo, sin embargo, no termina de aceptar: todavía tiene que definir, con Macri y el resto de la dirigencia amarilla, qué perfil tendrá el PRO en los próximos dos años. “¿Va a ser un socio del Gobierno desde un lugar de poder o de sumisión?”, se pregunta un diputado amarillo crítico a la gestión libertaria.
El PRO, sin embargo, es la base. Menem también le tiene echado el ojo a los tres radicales con “peluca”, Mariano Campero, Federico Tournier y Luis Picat. Quiere sumarlos al interbloque, pero los radicales se resisten y juegan la carta de la “independencia”: traicionados en sus provincias, donde los Menem los expulsaron de los armados libertarios, los radicales exigen algún tipo de compensación.
La expresión ya se popularizó en los pasillos del Congreso: “Provincias Hundidas”, la marca que el consultor Guillermo Seita inventó para Juan Schiaretti y Maximiliano Pullaro y que derivó en un armado fallido que fracasó en 5 de las 6 provincias en las que compitió. Fue el verdadero perdedor de la elección. Mucho más que el peronismo, que si logra resistir a las maniobras del Gobierno para quebrarlo (y a la interna entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof) se convertirá en el principal polo opositor del gobierno libertario.
Los gobernadores de Provincias Unidas –Córdoba, Santa Fe, Jujuy, Santa Cruz, Chubut y Corrientes– todavía no saben qué hacer. Schiaretti fantaseaba con conformar un bloque de “centro” que funcionara como fiel de la balanza en la Cámara de Diputados, pero la derrota terminó modificando los planes. El Gobierno dio inicio a la temporada de caza de aliados, y los gobernadores empiezan a analizar si no será mejor negociar cada uno por separado.

Una situación similar se vive en el radicalismo, dividido en tres bloques y que, a partir de diciembre, verá drásticamente reducidas sus fuerzas. Surgen diversas alquimias. Por un lado, revivir la UCR con los diputados que responden a los gobernadores radicales y conformar un bloque de 9 diputados. Por el otro, la incógnita de lo que harán los díscolos como Martín Lousteau –quien, tras un ajustado recuento, terminará desembarcando en la Cámara de Diputados– o Pablo Juliano, que responde a Facundo Manes.
Frente al caos, sin embargo, hay operadores que florecen. El MID de Oscar Zago y Eduardo Falcone, por ejemplo, están también en la búsqueda de aliados. Quieren conformar un bloque potente de 10 o 12 integrantes con los cuales poder negociar con el Gobierno y, en la última semana, ya han conversado con el misionero Carlos Rovira, el salteño Gustavo Sáenz y Nicolás Massot. Hasta con Ritondo.
Saben que la forma en que queden diagramados los bloques definirá la dinámica de poder a partir de diciembre. Así que no se apuran en tomar una decisión. Todavía falta que muchos de sus potenciales aliados, como Massot, vuelvan de Roma. Muchos de los diputados de “centro” viajaron a Italia a ver al Papa: aguardarán a ver qué dicen tras reunirse con el Santo Padre.
MCM/MG
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