
Son la generación que creció viendo marchar a todos y a la que educaron para irse. La de los domingos perdidos y las horas muertas en estaciones de tren rumbo a Madrid desde Extremadura, una región donde este medio de transporte rara vez juega a su favor. En la capital, con la nostalgia a cuestas, vuelven a su piso compartido, en el que no saben ni con quién viven, “porque cada dos por tres cambian los compañeros”, recuerda Juan Grande, de 26 años, que dejó Casas de Don Pedro (Badajoz) para estudiar Producción Audiovisual y Musical. “Es una obligación, más que algo que quisiéramos hacer. A nosotros nos educaron diciéndonos que teníamos que irnos si queríamos trabajar o estudiar”, cuenta su compañero Carlos Canelada, de 23 años. Junto a Víctor Arroba, de 24, forman Sanguijuelas del Guadiana, el grupo extremeño que pone voz a lo que viven miles de jóvenes como ellos. Una hornada nacida en tierra de emigrantes cuyo sueño es romper con el futuro que marcó a sus mayores.






