
Lo que hace la inteligencia artificial parece magia, pero en realidad es el resultado de una recopilación de datos que las empresas tecnológicas han utilizado durante años para alimentar sus sistemas. Los españoles culpan a este modelo de contribuir a la devaluación creativa editorial, al democratizar el uso no autorizado de contenidos protegidos, según el informe del Tercer Observatorio de Sostenibilidad de la Cultura Escrita. El estudio, presentado este jueves por el Centro Español de Derechos Reprográficos (Cedro) —la principal asociación española que gestiona los derechos de autor del sector editorial—, revela que el 72,7% de los encuestados opina que las administraciones públicas priorizan los intereses tecnológicos sobre los culturales.






