Algo está cambiando en la composición del patrimonio de las familias españolas. Y los elevados precios del alquiler y el tirón de los pisos turísticos tienen mucho que ver en ello. Los hogares suelen dividir su riqueza en activos como la vivienda principal, las cuentas bancarias o los seguros de vida, entre otros. Estos componentes se mantienen relativamente estables de un año para otro, pero fluctúan disimuladamente hacia abajo o hacia arriba hasta cambiar por completo la radiografía cuando se analiza un periodo de tiempo más largo. Eso es lo que ha sucedido en los últimos años con la vivienda destinada pura y exclusivamente a la inversión, el elemento patrimonial que más crece de todos. Su peso ha pasado del 11,5% de 2016 al 14% de 2022 ―último año para el que se pueden obtener datos―, aunque la proporción se multiplica por dos cuando se pone el foco en los hogares más pudientes. La previsión, avisan los expertos, es que la tendencia se mantenga en el futuro.