
Netflix estrenó 50 segundos, un documental de tres capítulos que revive el brutal asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell durante el verano de 2020, un caso que conmocionó a todo el país. A través de testimonios inéditos, seis de los ocho rugbiers condenados rompieron el silencio y relataron cómo es su vida tras las rejas.
La producción, disponible en Netflix, aborda el crimen de Villa Gesell y mostró cómo es la vida de los ocho jóvenes condenados. A través de sus testimonios desde el penal de Melchor Romero, se reconstruye cómo pasaron de ser un grupo de amigos a quedar marcados por una condena que cambió sus vidas por completo. Además, reflexionaron sobre lo ocurrido, el vínculo con sus familias y el impacto que tuvo el caso en su entorno.

Máximo Thomsen, señalado como uno de los principales responsables del crimen y condenado a prisión perpetua, aseguró que quería que el juicio en Dolores “se haga lo más pronto posible”. En paralelo, recordó los primeros días en prisión: “No quería que me venga a ver nadie porque tenía mucha vergüenza. Mi mamá me decía ‘yo sé que vos no hiciste nada’, pero le dije ‘mamá, estuve ahí. No quiero que te lleves ninguna sorpresa’. Desde el primer momento le conté todo lo que pasó, porque entendía que si había hecho algo lo tenía que decir”. Además, repasó cómo empezó aquella noche trágica: “Habíamos llevado mucho alcohol de Zárate para no gastar tanto en el lugar. Nos instalamos en la playa del centro, estaba llena. Nos pusimos a tomar como a las cuatro de la tarde”.
En su relato, el momento del ataque aparece como una secuencia confusa y, según sus dichos, sin planificación. “Sentí dos golpes y uno de los chicos me ayudó a levantarme. Me dejaron en la rampa de la salida de emergencia. Mi conflicto fue con los de seguridad, en ningún momento miré quién estaba peleándose o algo”, sostuvo.

Luciano Pertossi, otro de los condenados a perpetua, consideró que en el juicio se los juzgó “por otro lado”. También habló del impacto en su familia: “Era mucha angustia, uno por un acto que pasó en la vida termina con el papá hablando en un juicio por vos. Me hace mal pensar en mi papá. Nunca en mi vida pensé en poner a mi familia en una situación así”, dijo. Y agregó: “Rezo mucho. Después de todo lo que se vive acá adentro, uno madura muy rápido”.
Su hermano, Ciro Pertossi, también condenado a perpetua, indicó: “Nosotros ya estábamos condenados de antes. Era imposible que de ahí saliéramos con algo a favor”. A su vez, hizo referencia a su padre: “Verlo estar tan mal fue muy feo, pero también estoy muy agradecido, porque no le importó quién lo estaba viendo. Se plantó ahí a defenderme”. Por otro lado, lanzó una frase contundente: “Esto me sirve para darme cuenta de la buena vida que tenía y no la valoraba”.

Enzo Comelli, también condenado a perpetua, fue directo: “Estoy muy arrepentido de todo lo que pasó, 100%. Y me voy a arrepentir siempre. Sin intención de haberlo causado, pero arrepentido, al fin y al cabo”. Asimismo, dejó en claro su dificultad de sobrellevar la condena y el peso del arrepentimiento dentro del penal.

Blas Cinalli, quien recibió una condena de 15 años de cárcel, habló sobre la violencia y el entorno familiar. “Dicen que es de la casa la violencia, pero ella (su mamá) nunca me inculcó la violencia a mí. En ese momento me daba mucha impotencia”, dijo. Por otro lado, Ayrton Viollaz, que también fue condenado a 15 años de prisión, resumió lo que recuerda del crimen: “Era de madrugada y estábamos borrachos. Ninguno tenía en la cabeza lo que había pasado”.
Ambos reflexionaron, además, sobre lo que esperan de su futuro. “Tengo esperanza, sé que en algún momento voy a tener que continuar con mi vida afuera de esto y espero que sea de la mejor manera”, expresó Viollaz, dejando entrever un intento de mirar hacia adelante pese a las consecuencias irreversibles del hecho.





