Pelea por un “Indiana Jones” del mar cerca de Punta del Este: “salva” animales, ocupa la playa y traficó pingüinos

La NaciónEl MundoLa Nacion07/12/20254 Views

El ruido de las olas se escucha de fondo. Ceño fruncido y barba entrecana, Richard Tesore mira a la cámara y saluda, casi arrastrando las palabras: “Hola… manada de SOS Rescate Fauna Marina”. Está a metros de la playa, en un costado del centro de rehabilitación “Princesa Laetitia D´Arenberg”, en honor a quien fue la madrina de este proyecto, aunque ahora está algo alejada: el hombre que habla es un personaje central de Punta Colorada y su zona de influencia.

Un hombre que tiene sus admiradores incondicionales (y muy ruidosos) pero también sus enemigos acérrimos. Y que por estos días vive un inesperado momento de fama debido a una elefanta de mar que llegó a parir a Piriápolis: Tesore sabe que debe aprovechar el momento y se mueve como pez en el agua en esto de las redes sociales; su Instagram está repleto de fotos y videos de Francisca, como apodaron a la elefantita que nació hace casi dos meses y conmovió a Piriápolis. Por eso grabó este video destacado en la cuenta de Instagram de la ONG que cumple 35 años. Dice que recibieron “apoyo incondicional al trabajo como pioneros de rescate de fauna marina en Uruguay” y que el nacimiento de Francisca “puso más de manifiesto la necesidad del trabajo que hacemos”.

Entonces, lo importante. Dice Tesore:

—Nos vemos en la necesidad de pedirles un esfuerzo más. Se viene la temporada y tenemos muchas reparaciones que hacer en el centro de rescate actual. Y tenemos que comenzar con los trabajos para realizar las obras en el centro de rescate nuevo. Toda colaboración ayuda.

La publicación de Instagram tenía 765 respuestas esta semana. Casi todos mensajes de agradecimiento y apoyo. Unos pocos de muestra: “Colaboro mensualmente. La mejor plata donada, ¡de corazón!”, “no tengo palabras para agradecer todo lo que hacen por los animales”, “gente a colaborar, Richard y @sos.faunamarina se lo merece”, “Richard capitán de mar y fauna, líder natural. Si todos los seres humanos tuviésemos por lo menos un uno por ciento de lo que das vos, qué mundo lindo tendríamos”, “gracias por ser y estar”, “¿cómo yo viviendo en Madrid podría colaborar con los bichos?”, “vamos arriba Estado uruguayo, empresas, políticos, es una acción que nos da orgullo a todos y que merece un aporte sustancial”. Y todo así.

Un vistazo por el Instagram de SOS Fauna Marina sirve para hacerse una idea del trabajo de la organización. Y de lo que quieren mostrar. Lo que viene es una lista random de videos que allí se pueden ver. Un lobito marino nadando en una piscina mientras varios niños de túnica y moña le tiran pescado. Francisca descansa en las rocas. Una niña limpia una piscina donde revolotea una gaviota con problemas en las alas. No puede volar. Francisca (o Fran) en el puerto. A una tortuga le dan algas, pero un niño piensa que es lechuga. Fran entre los barcos, en el agua.

Pipi, el cormorán Biguá ciego, come pescado de la mano de Tesore mientras varios pingüinos están en la vuelta. De fondo suena la canción de Shakira que dice que un día después de la tormenta cuando menos piensas sale el sol.

Fran debajo de la casilla de los guardavidas. Unas señoras presentadas como “madres sustitutas” alimentan lobos marinos con mamaderas con una leche especial. Se las ve felices, se ríen y acarician a los animales como si fueran perros.

Fran en la arena, ¿se mete al agua? Un lobito marino está prendido a la tetilla de Richard Tesore. “Vino, se instaló y anda precisando teta parece”, dice él a las risas, “¿sacás algo de ahí o no?”. Y pregunta: “¿Seré un alma vieja que en otra vida fue una loba marina?”.

Tesore camina por el puerto de noche tras una tormenta. “Fran desapareció, vamos a ver por dónde anda”, dice. Pero no la encuentra por ningún lado. Sí ve a lo que parece ser un elefante marino grande: “Es el tío de Fran que se quedó a dormir la siesta”.

Luces y sombras de SOS Rescate Fauna Marina

¿Quién es Richard Tesore? El que, a sus 64 años, es admirado por miles de personas, desde Piriápolis a Europa, por su labor de rescate de fauna marina. Pero también el que ocupa un espacio privilegiado de la playa de Punta Colorada, para muchos vecinos en forma injusta y provocando problemas ambientales al lado de una playa familiar y muy concurrida en verano. El que en los años 2000 fue denunciado por tráfico ilegal de pingüinos a Madrid. El que es cuestionado por la academia por sus poco ortodoxos protocolos. El que fue intimado al desalojo por parte de la Intendencia de Maldonado en 2020 pero luego logró que el gobierno departamental diera marcha atrás y le construyera un nuevo predio sobre las rocas, que aún está sin ocupar. El que casi se muere por una cirrosis hepática tras trabajar con pingüinos empetrolados.

La Comisión Pro Fomento de Punta Colorada tiene una vieja disputa con él. Su presidente, Daniel Giménez, dice que no habla en nombre de todos los vecinos “ni cerca” pero que son “cada vez menos” los que apoyan la causa, en parte por un tema de relacionamiento personal con Tesore. “Y la comisión siempre miró muy críticamente el trabajo de SOS por su instalación en la costa”, avisa.

SOS Rescate Fauna Marina ocupa un terreno de 3.000 metros Foto: Ricardo Figueredo.

Una amplia zona de la faja costera era de la familia González Breccia (o ellos decían que eran los dueños), que se supone le cedió parte del terreno a Tesore a inicios de la década de 1990. Tiempo después hubo un juicio con la Intendencia de Maldonado y la familia perdió las tierras. Pero SOS Fauna Marina se quedó en el sitio y fue ampliando su espacio. Hoy la ONG ocupa un terreno de 3.000 metros cuadrados, donde hay un rancho con deck sobre la playa que en un momento fue restorán (y que Tesore debió cerrar porque no podía bancar los impuestos, según relata), también una minireserva con seis piscinas, una casa al fondo y actualmente una veintena de animales, entre lobos, pingüinos, gaviotas y tortugas. La visita sale 300 pesos. En total se estima que en 35 años pasaron más de 15.000 animales por el sitio.

En 2016 un grupo de vecinos envió una carta a la intendencia: decían que observaban “con gran preocupación” la ocupación “ilegal” de tierras por parte de SOS Fauna Marina. Ya en aquel momento reclamaban la reubicación en un lugar “donde no lesione los derechos de vecinos ni el medio ambiente”.

El predio, que hasta entrada la década de 1990 era “limpio y verde”, fue cercado y en forma permanente “se fueron ampliando las instalaciones” hasta llegar a media manzana ocupada e incluso cortando el acceso a la playa, dice la carta.

Allí relataban que se instaló “una construcción tipo cabaña que es utilizada como vivienda permanente; también hay piscinas donde son alojados animales marinos de gran porte, el agua proveniente de dichas piscinas es volcada a la playa mediante el uso de mangueras enterradas en la arena con deshechos de pescado podrido, lo que evidentemente contamina la playa”. Y agregaban: “El abandono de las instalaciones, los olores y la basura en el fondo del predio, permiten presumir un foco infeccioso a corto plazo, desconocemos quién autorizó el asentamiento y en qué carácter es ocupado el predio”. Tesore, en cambio, dice a quien quiera escuchar que sus piscinas tienen el tratamiento adecuado, “casi que sale para tomar” el agua.

La organización tiene “impunidad” y “más peso que el municipio”, denuncian, en cambio, muchos vecinos.

Las denuncias de aquel momento se mantienen en pie. Giménez dice que no hay “ningún tipo de control” sobre el predio de Tesore, “ni de la intendencia ni del Ministerio de Ambiente”.

SOS Rescate Fauna Marina en Punta Colorada.

El exalcalde Mario Invernizzi confirma que “a nivel sanitario el lugar está fuera de control” y “tienen lobos más tiempo del necesario”. Pero después matiza: “Ahora, Richard es el único tipo que conozco que hace estos rescates. Él es un ícono, tiene feeling en la relación con los bichos”.

Un vecino que pide no ser identificado presenta a Tesore como un “Indiana Jones” de la playa, “secuestrador de lobos con unos protocolos atroces de manejo de fauna salvaje por fuera de todos los patrones”. Es un hecho que sus prácticas son cuestionadas por la academia. Giménez dice que los biólogos y veterinarios que participaron en el proyecto “se han ido alejando” por discrepancias técnicas, lo cual es negado por Tesore.

El presidente de la comisión, arquitecto de profesión, habló el tema con profesores de la Facultad de Veterinaria y Facultad de Ciencias, quienes le informaron que los métodos utilizados por esa organización se encuentran muy alejados de las buenas prácticas de rescate y conservación, y no están apoyados en conocimientos científicos. “La fauna salvaje no es doméstica, no es un perrito o un gatito, alguien a domesticar. Claro, hay mucha gente que piensa que estamos frente a un Jacques Cousteau pero no es así”, dice Giménez.

Un especialista de la Facultad de Ciencias que pide no ser identificado para evitar problemas posteriores dice a El País que Tesore aplica protocolos incorrectos: al tener a los animales en su predio en condiciones no adecuadas en cuanto a controles sanitarios y en contacto con los humanos y sus enfermedades, luego ponen en peligro a los demás animales salvajes, si vuelven al mar.

“A veces hay animales que se tienen que morir, es lo que ocurre naturalmente, no todos se salvan; las razones por las que vienen a la costa son muy variadas”, dice el especialista, intentando matizar la relevancia de buscar salvar a todos. “Lo de Tesore es un exceso. Les da de chupetear, hace toda una macacada para amamantarlos”, dice. Y opina que encima hay un “lucro asociado” a su actividad que directamente lo hace “éticamente incorrecto”. Recuerda el caso de una franciscana o delfín que apareció en las costas de Piriápolis hace años, y él la llevó a la pileta de SOS. “Cobraba por verla”, relata.

Porque Tesore vive del rescate de los animales

Hay algo así como una historia negra atrás. A principios de la década del 2000 fue sancionado por el Ministerio de Ganadería con 150 unidades reajustables por el envío al exterior de 50 pingüinos de Magallanes, una especie protegida, en una operación presentada como canje con el zoológico de Madrid.

El hecho fue denunciado por la ONG Rescate Eco Marítimo. Su coordinador, Octavio Romano, dijo entonces que el intercambio con el zoológico fue por “refrigeradores, piscinas y algunas cosas más”. Dos décadas más tarde Romano responde a El País desde Mendoza, donde realiza excursiones de montaña. Dice que la historia de los pingüinos marcó su decisión de “bajarle la cortina” a su organización: “Pasé muy mal en aquella época, me apretaron porque había gente involucrada dentro del Ministerio de Ganadería, de la intendencia y del aeropuerto”. Y relata: “Hicimos la denuncia, el zoológico los redistribuía vendiéndolos. Los pingüinos salieron del parador de Tesore directo a Carrasco”. Los animales fueron trasladados en un avión de pasajeros de Pluna y, según indagó Romano, la mayoría “llegaron desnutridos” y murieron al poco tiempo.

La versión de Tesore, al final de esta crónica, es que el Estado avaló el negocio y que la sanción fue levantada. Romano define el espacio de Tesore en Punta Colorada como “un circo” al que “todos le hacen publicidad”. Una organización que se dedica a la recuperación “no puede tener animales” en exhibición, explica.

Nueva sede de SOS Rescate Fauna Marina

La historia del traslado es larga. En agosto de 2020 la administración de Enrique Antía intimó a Tesore al desalojo del terreno bajo apercibimiento del uso de la fuerza pública, para su demolición. La noticia generó inmediata reacción en redes sociales, en plataformas se juntaron unas 145.000 firmas contra el desalojo y el intendente terminó diciendo que había sido “un error”.

Después de eso Antía resolvió la construcción de una nueva sede más alejada de la playa, sobre las rocas, con pasarela de madera para el acceso, cinco piscinas para animales en recuperación, sala veterinaria y una casa para vivir.

Por estos días Tesore vive un inesperado momento de fama debido a una elefanta de mar que llegó a parir a Piriápolis.Foto: Ricardo Figueredo.

Según la resolución firmada, eso se hizo “vistas las acciones que lleva adelante la ONG que se ocupa de rescatar, rehabilitar y devolver al mar todo tipo de especies marinas, generando instancias de educación ambiental y promoviendo el respeto por la naturaleza y el bienestar animal”.

El realojo buscó “dotar a la ONG de un espacio adecuado para las tareas y a la vez liberar la rinconada de la playa de instalaciones que ambientalmente no cumplen con los parámetros deseables a la vez que contaminan la visual y ocupan espacio de playa que debería estar libre”.

Las obras se iniciaron con materiales y personal de la Dirección de Vivienda de la intendencia pero se detuvieron en 2023 por un juicio. Culminaron en el segundo semestre de 2024: para eso, la intendencia contrató en forma directa a la empresa Coast y Forest por casi 200.000 dólares.

Con las obras terminadas, debería venir la mudanza. Pero eso no se concretó. La resolución, firmada en junio pasado por la directora de Ambiente de la intendencia, Virginia Villarino, sugiere la firma de un comodato por cinco años “renovable automáticamente previo cumplimiento de las partes”. Pero después la Dirección de Asuntos Legales decidió que el comodato llegara a los 20 años, según consta en el expediente.

Tesore quería 30 años, para darle sustentabilidad al proyecto a largo plazo. Ya está acordado que la intendencia le pagará unos 70.000 pesos mensuales a la ONG para costear el mantenimiento y la alimentación de los animales, según dice el expediente. Algunos dicen que será una especie de sueldo para Tesore, pero en rigor se trata de una contribución económica. “Él se va solo si le dan la plata”, dice una fuente de la intendencia.

El gobierno departamental instaló una mesa de trabajo con la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos del Ministerio de Ganadería y con el Ministerio de Ambiente, afinando los detalles “para que sea óptimo y cumpla los objetivos del centro”, explica Villarino. El trabajo incluye el diálogo con Tesore para ver sus necesidades.

Los vecinos temen que él se quiera quedar con la sede vieja y la nueva entre las rocas. Villarino dice que sí o sí Tesore debe desalojar, “nosotros ya tenemos la autorización del Ministerio de Ambiente para demoler donde él está ahora y hacer un proceso de restauración ecológica”.

La jerarca no descarta que la mudanza pueda concretarse antes del verano, aunque los vecinos son escépticos. Y Tesore, como veremos más adelante, dice que no se puede mudar a la sede porque no tiene las condiciones mínimas.

Frente a la playa: habla Tesore

Rambla costanera y calle 3. Una foto de un joven Richard Tesore dando leche a un delfín con una suerte de mamadera artesanal recibe al visitante en SOS Rescate Fauna Marina. Dentro del predio se ve un afiche con una imagen de Francisca y el mensaje “cada aporte es una ola de esperanza”.

Allá llega Tesore en su camioneta. Viene desde Piriápolis con un cajón cargado de congrio, pescado de cuerpo alargado similar al de una anguila, de carne blanca y consistente. “¡Comida para los niños!”, dice Tesore, quien asegura comunicarse con los lobos porque su voz está “en la misma frecuencia” que ellos.

Pone el pescado sobre una mesada y empieza a cortar. Las moscas revolotean. Cuatro pingüinos, en una piscina, se impacientan. Saben que llegó la comida y se chocan, pegados al vidrio. Pero Tesore va directo a Stevie, como le dicen en broma al cormorán ciego (por Stevie Wonder), y le da los primeros trozos. Luego saca del agua a un pingüino que llama Juan y le da un pescado casi entero. ¿No se atoran? “No, digieren todo”, explica.

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Después de las tareas de rutina, se sienta en un deck de espaldas al agua de color verde en un caluroso mediodía. En la amplia playa hay poco más de 20 personas. Está en un lugar privilegiado de la costa fernandina y no se va a ir.

—Pasamos por todos los gobiernos y nunca hubo otro apoyo que no sea mandar animales —dice, molesto.

—¿Y cómo te financiás? Con los 300 pesos de entrada no creo que dé…

—Las redes sirven para la recaudación. Acá la gente, y algunas pocas empresas, colaboran. Y en el verano con las visitas guiadas, lo más didácticas posibles, nos financiamos. La remamos.

—Laetitia D´Arenberg te ayuda.

—Leticia en algún momento nos dio una buena mano.

—Le pusiste el nombre de Leticia al centro.

—Sí, no es la primera vez que nos quieren cerrar. Y ponerle el nombre de Leticia fue una buena estrategia en 2005.

—¿Se sigue llamando así?

—No lo usamos tanto. Pero sí. Sigue siendo una entrañable amiga.

Cuando se le menciona el tema del traslado, Tesore se pone serio.

—En el proyecto original nos iban a dar un predio de 800 metros cuadrados, pero se recortó a 180. Y acá yo tengo más de 3.000 metros. Pero además el lugar nuevo, para funcionar como centro de rescate, necesita una inversión superior a los 100.000 dólares. El terreno se bajó y se inunda.

Lo de los temporales es real: hay videos que muestran el agua del mar entrando en el predio del futuro centro de rescate.

—Nosotros no tenemos el dinero para hacer la obra y la intendencia tampoco —dice Tesore.

—¿Por qué se precisa tanta plata?

—Hay que hacer todo un replanteo de la obra, así no funciona. Nosotros vamos a seguir acá, se viene la temporada y con esto de Francisca hay demanda nacional e internacional. Tenemos reservas del exterior para el verano.

—¿Y qué pasa con los vecinos? Con la comisión de Punta Colorada la relación es muy tensa.

—Cuando aparece un animal me llaman igual. No tienen dónde llevarlo… Yo creo que no les hace gracia que viva en la costa y haga lo que me gusta —dice y vuelve a hablar del elefante marino—. Francisca tenía cero chance de supervivencia y hoy es un animal saludable. Logré vincular a la comunidad, algo que no he logrado en Punta Colorada.

—Ellos dicen que algunas prácticas tuyas no son muy científicas.

—Después se van a África a darle mamadera a un elefante… Yo le llamo mamadera pero no es mamadera, es una botellita con un cañito con sonda. Y para que se entretengan los animales les damos un chupete. Ellos satisfacen así la ansiedad oral. Son procedimientos que no parecen científicos pero funcionan.

¿Y qué pasa con la denuncia de tráfico de pingüinos? Tesore parece sorprendido por la pregunta pero le resta trascendencia a un episodio por el que, asegura, no cobró un peso.

—Eso fue en 2001, en plena crisis, llegaron 300 pingüinos empetrolados a nuestras costas. La gente encontraba animales por todos lados y los traían acá. Se venía el verano. Apareció un vínculo con España: la propuesta fue un canje con la reserva de Pan de Azúcar —responde, aunque luego dice que no recuerda bien a cambio de qué, cree que mandaron otros animales—. Los pingüinos salieron al mediodía por el aeropuerto de Carrasco en un avión de Pluna. Después alguien dijo que era ilegal.

—No entiendo. ¿Se fueron en un avión de pasajeros?

—Sí, sí, en la bodega viajaron.

—El Ministerio de Ganadería te sancionó…

—A ver, hubo una auditoría interna, decían que me iban a sancionar… pero después eso quedó sin efecto. A pesar de eso, yo seguí adelante. Y acá estoy.

Por Sebastián Cabrera

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