
Este martes hay muchos elementos en disputa en la principal ciudad de EE.UU. que tienen que ver con las políticas municipales, pero también con la elaboración de un proyecto político alternativo al trumpismo
Nueva Jersey, Virginia, referéndum en California… ¿qué más se vota este 4 de noviembre en EEUU?
157.678. Son las puertas a las que llamaron este domingo los voluntarios de la campaña de Zohran Mamdani. Se habían propuesto el récord de 200.000, pero lograron un 50% más que el sábado, el día anterior. La movilización, de 100.000 voluntarios articulados por los 16.000 militantes del DSA –Socialistas Democráticos de América–, que está generando el candidato oficial demócrata a las elecciones de Nueva York explica su éxito en las primarias el verano (boreal) pasado, pero también la posible articulación de una alternativa al trumpismo desde el ámbito progresista de Estados Unidos: un socialista en la cuna de Trump, en la ciudad que representa el capitalismo estadounidense por excelencia.
Las viejas estructuras del Partido Demócrata, vinculadas a los grandes donantes, se vieron desbordadas por un candidato que es un cuadro del DSA, tiene 34 años, es musulmán y domina el lenguaje de las nuevas generaciones pero también la militancia clásica de las organizaciones de izquierda.
Es decir, es joven, tiene cultura política y, además, encarna la diversidad de Nueva York –nació en Uganda y su madre es de origen indio– desde las clases populares, no desde las élites adineradas liberales –en el sentido estadounidense–.
Las encuestas sitúan a Mamdani al frente de la carrera electoral: el hecho de ser el candidato demócrata oficial le ayuda, si bien más le habría ayudado que el perdedor de las primarias en julio, el exgobernador del estado de Nueva York Andrew Cuomo, hubiera aceptado la derrota en vez de presentarse como candidato independiente. Pero lo que buscan los seguidores de Mamdani no es una victoria cualquiera, sino una victoria con más el 50% de los votos para representar más que los dos rivales juntos.
Pero ese hecho, en sí, que Cuomo, quien dimitió en 2021 tras 13 denuncias por acoso sexual, comparte donantes con Donald Trump y que hizo una campaña centrada en la seguridad y en atacar a Mamdani por su oposición al genocidio israelí y la falta de experiencia para el cargo, esté compitiendo con Mamdani evidencia las propias contradicciones que está viviendo el establishment demócrata.
Hasta tal punto es así, que el líder demócrata en el Senado, Schumer, aún no dijo que vaya a votar a Mamdani este martes. Y, hasta tal punto es así, que el presidente de EE.UU., Donald Trump, mostró sus preferencias por Cuomo frente al candidato republicano, Curtis Sliwa, que se distingue por no comulgar con el catecismo MAGA.
Una de las claves que llevaron a Donald Trump a ganar las elecciones hace un año es que supo conectar con las clases trabajadoras estadounidenses, preocupadas por su incapacidad para llegar a fin de mes por el precio de la canasta de la compra, el combustible en un país en el que se usa el auto para ir a comprar el pan y la dificultad para pagar el alquiler o comprar una casa.
EE.UU. es un país en el que hay personas que necesitan tener más de un trabajo, en el que Uber es una salida para el pluriempleo y en que cuando falta el salario de una quincena hay que hacer cola para recibir alimentos en un banco de alimentos porque no hay colchón económico para pagar las facturas.
En ese contexto, Trump supo ganarse el voto de blancos empobrecidos e hispanos con aspiraciones de escalar socialmente. Y, enfrente, los demócratas fueron incapaces de vender las grandes cifras macroeconómicas como algo beneficioso para la ciudadanía. Kamala Harris, que asumió el liderazgo después de una gestión desastrosa con la apuesta por la reelección de Joe Biden, eligió hacer una campaña similar a la de Hillary Clinton, acompañada de republicanos como Liz Cheney y abandonando el flanco izquierdo con asuntos como Palestina o las condiciones materiales de vida cotidianas.
Trump ganó ahí, pero ¿qué vino después? La burbuja de la IA, cenas con la corte de los multimillonarios tecnológicos, derroche de energía en la política exterior y una política arancelaria que está por ver cómo va a terminar redundando en precios y empleo.
Y ahí es donde Mamdani construyó su eje de campaña: hacer más accesible la ciudad de Nueva York para sus habitantes. ¿Cómo? Con el tope a los alquileres de las personas vulnerables (unos dos millones); gratuidad para autobuses y educación infantil gratuita y economatos públicos que no especulen con la cesta de la compra.
Y, por primera vez, una gran campaña en EE.UU. tuvo narrativa de izquierda en el sentido de vincular las vulnerabilidades de las clases trabajadoras con la necesidad de aumentar los impuestos a los ricos. “Tax the rich”, le gritaban a la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, referente del establishment del Partido Demócrata, hace una semana en un acto en Queens con Mamdani, Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez.
                
Mamdani intentó ir más allá de la denuncia de las maldades del trumpismo y las agendas ultras para intentar proponer una agenda propia alternativa que pase por mejorar la vida de la mayoría de las personas con políticas fiscales progresivas. Y en esa disputa recibió incluso el apoyo del expresidente Barack Obama.
Cuomo golpeó al favorito en las elecciones por dos flancos fundamentales: su limitada experiencia en las instituciones, frente a la del ex gobernador que también fue secretario de Vivienda con Bill Clinton y viene de una familia pata negra del establishment demócrata: su padre, Mario, fue gobernador de Nueva York (1983-1994).
Precisamente en 2016 los Clinton, con Hillary Rodham Clinton al frente, se midieron en las primarias demócratas con uno de los principales referentes de Mamdani, Bernie Sanders. Aquellas primarias las ganó Hillary Clinton, quien perdió en 2016 frente a Donald Trump.
Así, Andrew Cuomo muestra su currículum como gobernador y exmiembro del gabinete de Clinton frente a un recién llegado a la política institucional como Mamdani, miembro de la Asamblea estatal de Nueva York desde 2021. Y, también, lo ataca por su denuncia de las violaciones de derechos humanos del Gobierno de Israel cometidas en su genocidio en Gaza, y lo intenta asociar con la violencia islamista.
Ejemplo de ello es un video que tuvieron que retirar en el que recreaban con IA a un Mamdani que comía con las manos y se relacionaba con afroamericanos que robaban comercios con la kufiya al cuello, proxenetas, abusadores sexuales y camellos.
En esa cruzada, Cuomo, quien fue apoyado por el actual alcalde ex demócrata y salvado de procesos por corrupción por la fiscalía de Trump, recibía este lunes el apoyo del presidente de EE.UU. “Me va a resultar difícil, como presidente, destinar mucho dinero a Nueva York. Porque si un comunista gobierna Nueva York, lo único que se consigue es tirar el dinero. Así que no sé si ganóya, y no soy fan de Cuomo ni para bien ni para mal, pero si tengo que elegir entre un mal demócrata y un comunista, sinceramente, siempre me quedo con el mal demócrata”, decía el presidente de EE.UU. en una entrevista con ’60 Minutes’, de CBS, emitida este domingo.
Cuomo, quien hace campaña por la contratación de 5.000 policías más y la construcción de medio millón de viviendas públicas, se intentó presentar como el demócrata capitalista frente al socialista democrático; como el demócrata de orden con experiencia frente al idealista; como el amigo de Israel frente a quien consintió con risas que fuera acusado de tener simpatías por el 11-S en el programa de radio del ultra Sid Rosenberg.
Y es que Cuomo, quien dimitió por la denuncia por acoso de 13 mujeres en un caso que luego no se tradujo en una condena judicial, no tuvo problemas en esta campaña con dejarse querer por los medios conservadores como el antídoto a Mamdani.
                
Aunque parezca mentira, en el Partido Republicano aún quedan personas no afiliadas a la familia política del presidente de EE.UU. Y ese es el caso de Curtis Sliwa, fundador de los Ángeles Guardianes, ese grupo de autodefensa ciudadana que patrullaba las calles por la superficie y por el subte en los momentos de mayor delincuencia de la ciudad.
Sliwa recibió duras presiones por parte de Trump para retirarse, igual que las recibió Adams quien, tras perder las primarias demócratas intentó presentarse como independiente.
Trump quería dos candidatos: Mamdani y el antiMamdani, que para él era Cuomo. Cada día de campaña Sliwa recibió preguntas sobre si se retiraría de la carrera para asumir el marco de Trump de unas elecciones plebiscitarias sobre Mamdani.
Pero Sliwa, el candidato oficial republicano en la ciudad de Nueva York, no cedió e hizo campaña diaria en el subte, su hábitat natural, con su gorra roja de los Ángeles Guardianes y contra las políticas “socialistas” del “yihadista” Mamdani y el amigo del “corrupto” Adams. “Uno es el arquitecto y otro el aprendiz”, dice Sliwa sobre Cuomo y Mamdani.
Eso sí, Sliwa no tuvo problemas en golpear a Cuomo donde más le dolía. Y en el primero de los debates electorales a tres, Silwa hizo una de las intervenciones de la noche, relacionando la derrota en las primarias con el acoso sexual que llevó a Cuomo a renunciar como gobernador: “¿El presidente va a ceder ante vos? Sé que te creés el tipo más duro del mundo, pero perdiste tus propias primarias. Te cuesta entender el significado del ‘no’”.
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