El presidente de Estados Unidos asegura que “Gaza será desmilitarizada por completo y Hamas será desarmado”.
El presidente de EEUU, Donald Trump, llegó esta mañana a Oriente Medio para celebrar la consecución de la entrega de los rehenes israelíes de Hamas y el avance de su plan de paz tan solo cuatro días después de anunciar un acuerdo de alto el fuego en Gaza y cuando aún hay serias dudas sobre si este representa el fin de genocidio. “Israel ha ganado todo lo que se puede ganar por la fuerza de las armas”, ha advertido posteriormente en un discurso en la Knésset, el parlamento israelí.
Trump ha aterrizado en Tel Aviv mientras se estaba produciendo la entrega de rehenes por parte de Hamas, que se ha realizado en dos tandas entre las 8 h y las 10 h. En la pista del aeropuerto lo recibió el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, antes de dirigirse al parlamento, donde el mandatario estadounidense ha pronunciado un discurso, rodeado de diputados y ministros que llevaban gorras rojas con el mensaje “Trump el presidente de la paz”.
El mandatario fue recibido con un aplauso cerrado de varios minutos y acompañado de trompetas, vitoreado junto a los miembros de su Gobierno que lo acompañaron en el viaje —el enviado especial para Oriente Próximo, Steve Witkoff, el secretario de Estado, Marco Rubio, y el secretario de Guerra, Pete Hegseth—.
Trump celebró el acuerdo de alto el fuego como una paz ya consumada “que será recordada por las generaciones” y anticipó una “edad de oro en Oriente Medio”, “una edad de fe, esperanza y Dios”, según su visión, para lanzarse después en un monólogo con pretensiones cómicas en el que recordó la potencia militar de EEUU y alabó a sus tropas por el bombardeo del verano Irán. Solo fue interrumpido por dos diputados de izquierdas, Ayman Odeh y Ofer Cassif, expulsados a empellones por mostrar pancartas con el lema “Reconoce Palestina”.
“Gaza será desmilitarizada por completo y Hamas será desarmado”, ha dicho Trump. “Es el momento de trasladar estas victorias en el campo de batalla por el premio definitivo de la paz y prosperidad en Oriente Medio”, ha instado.
El líder estadounidense fue elogiado previamente con profusión por Netanyahu, que lo calificó como “el mejor amigo que Israel haya tenido nunca en la Casa Blanca” y aseguró estar “comprometido” con “esta paz”.
El domingo empezaron a entrar a la Franja cientos de camiones de ayuda humanitaria desde la frontera egipcia, que había permanecido cerrada hasta ahora por las restricciones israelíes. Esta representa la mayor cantidad de ayuda que es enviada al enclave palestino en un solo día desde que el pasado marzo Israel impusiera un bloqueo total y suspendiera la entrega de ayuda por parte de las agencias de la ONU y otras organizaciones independientes.
Trump había prometido a las familias israelíes que rescataría a los rehenes y en él habían depositado todas sus esperanzas en los pasados meses, ante la negativa del primer ministro Benjamín Netanyahu para detener la ofensiva sobre Gaza y negociar con Hamas. El republicano es acogido en Israel como un héroe, sobre todo por esos familiares y por los ciudadanos que llevan meses pidiendo en las calles el final de la guerra para traer de vuelta tanto a los rehenes como a los soldados.
Después de su escala en Israel, Trump se dirigirá a la localidad egipcia de Sharm el Sheij, donde el lunes se celebra una “cumbre de paz” que tendrá como protagonistas al estadounidense junto al anfitrión, el presidente Abdelfattah Al Sisi. En la cita, a la que asistirán representantes de más de 20 país —incluido el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez— se oficializará el acuerdo para poner fin a la guerra en Gaza, que fue alcanzado precisamente en Sharm el Sheij. El Gobierno egipcio ha dicho que será “un encuentro histórico destinado a poner fin a la guerra en la Franja de Gaza e iniciar un nuevo capítulo de paz y seguridad en la región”.
El régimen egipcio busca su protagonismo en la escenificación de la paz de Trump, después de haber sido el lugar escogido para las últimas negociaciones indirectas entre Israel y Hamas, en lugar que Qatar —después de que Israel bombardeara al equipo negociador de Hamas en Doha—. La localidad turística de Sharm el Sheij, a orillas del mar Rojo, en la península del Sinaí, lleva desde los años 90 acogiendo conferencias, negociaciones y cumbre internacionales, muchas de ellas sobre la cuestión palestina, pero ninguna ha llevado a una paz verdadera y duradera. El exdictador egipcio Hosni Mubarak usaba Sharm el Sheij como escaparate de su diplomacia y su papel destacado en la región, que Al Sisi busca recuperar con el impulso de la guerra de Gaza y gracias también a ser el “dictador favorito” de Trump, tal y como dijo en su primer mandato.
Parece que el plan de 20 puntos de Trump para Gaza ha convencido a la mayor parte de los países de Oriente Medio, que lo han respaldado para poner fin a la masacre en la Franja, al menos de momento. Pero la Administración estadounidense ya mira más allá de Gaza: la Casa Blanca ha asegurado que los países árabes y musulmanes están mostrando un interés renovado en resolver el conflicto palestino-israelí después de décadas y, algunos de ellos, en mejorar las relaciones con EEUU.
El ministro de Exteriores egipcio, Badr Abdelatty, dijo hace pocos días que cuando la guerra en Gaza terminara, más países árabes normalizarían sus relaciones con Israel, que es el objetivo de Trump desde su primer mandato, cuando impulsó los Acuerdos de Abraham —firmados en 2020 por Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos—. Kushner fue uno de los arquitectos de aquellos acuerdos que se han vuelto a poner rápidamente sobre la mesa, junto al plan de Trump para Gaza, cuando todavía el polvo de los bombardeos no se ha asentado en la Franja.
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