
Dos hermanos con ciudadanía estadounidense fueron detenidos hace una semana. Se trata de John Wilson Bennett y Mark Booth Bennett, quienes, según documentos oficiales, habrían conversado sobre un plan para emboscar y asesinar a oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
La investigación se activó después de una escena casual: un oficial de Policía de Norfolk, Virginia, que estaba fuera de servicio, escuchó el 15 de noviembre una conversación que llamó su atención.
Los hermanos Bennett estaban en un restaurante de Virginia Beach y, según el testimonio consignado en la denuncia penal, hablaban de que los agentes de ICE estaban “secuestrando personas” y de que era necesario “hacer algo al respecto”. Ese comentario despertó las alertas del uniformado, quien relató que los hombres mencionaron acciones violentas contra las fuerzas federales.
A partir de esa información, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés), en coordinación con el Departamento de Policía de Virginia Beach, inició el 17 de noviembre una investigación formal. De acuerdo con los reportes difundidos por Associated Press, las autoridades verificaron que los hermanos no solo expresaban enojo, sino que describían supuestos preparativos.
Los investigadores establecieron que Mark Bennett habría comentado que viajaría a Las Vegas para reunirse con personas afines a sus ideas y adquirir armas de fuego capaces de perforar chalecos antibalas. Esa presunta intención resultó clave para interpretar la amenaza como algo más que una simple conversación.
La investigación avanzó con rapidez. Dos días después del inicio del caso, el 19 de noviembre, Mark Booth Bennett fue arrestado en el Aeropuerto Internacional de Norfolk. Pretendía abordar un vuelo con escala en Charlotte antes de dirigirse a Las Vegas, el lugar donde, según los documentos del DHS, se encontraría con otras personas para hablar de “planes de ejecución”.
Ese mismo día, a casi treinta kilómetros del aeropuerto, agentes policiales detuvieron a su hermano, John Wilson Bennett, en Virginia Beach. Llevaba más de una década con un trabajo como subdirector en Kempsville High School, un dato que el comunicado del DHS subrayó al destacar que se trataba de un educador que, en paralelo a su función escolar, habría participado en un presunto plan armado contra agentes federales.

La cadena local WTKR confirmó ese punto y añadió que, tras la detención, las autoridades educativas colocaron al subdirector en licencia mientras avanza el proceso judicial.
Los hermanos enfrentan ahora un cargo por “conspiración para cometer lesiones maliciosas”, un delito contemplado en las leyes de Virginia y que puede derivar en una condena severa, según las pruebas que se presenten en las audiencias venideras.
Según la denuncia penal obtenida por WTKR, Mark Bennett afirmó en el restaurante haber adquirido un rifle de asalto.
De acuerdo a la denuncia, explicó que el arma utilizaba municiones “explosivas” capaces de atravesar chalecos antibalas, un detalle que aumentó la preocupación de los investigadores.
Por su parte, John Bennett expresó interés en acompañar a su hermano a Las Vegas. De acuerdo con lo declarado por el oficial que los escuchó, este comentó que quería “ir de cacería”.
Este diálogo, aun cuando los abogados defensores lo calificaron como “oído de terceros” (hearsay) durante una audiencia en Virginia Beach, permitió obtener una orden de arresto contra ambos.
En una audiencia inicial, consignada por Associated Press y medios locales, los defensores argumentaron que la conversación había sido sacada de contexto. Señalaron que Mark Bennett viajaba a Las Vegas por un evento de Fórmula 1 y no por una reunión conspirativa, como sostenían los reportes oficiales. También afirmaron que los hermanos no representan una amenaza real para la comunidad.

Aun así, el tribunal decidió imponer medidas restrictivas y ordenó que ambos permanecieran en detención domiciliaria bajo supervisión previa al juicio. La investigación continúa activa y todavía no se fijó una fecha definitiva para las audiencias formales en las que se discutirán los cargos.
El Departamento de Seguridad Nacional expresó preocupación por el incremento de ataques y amenazas contra el personal del ICE.
Tricia McLaughlin, secretaria adjunta de Asuntos Públicos del DHS, calificó el caso como “escalofriante” y advirtió sobre el nivel de violencia al que están expuestos los agentes encargados de hacer cumplir la ley migratoria.





