Uno de los visitantes más habituales —y menos deseados— en los hogares son las hormigas. Estos diminutos insectos, gracias a su tamaño reducido y su increíble capacidad de organización, logran colarse con facilidad por cualquier rendija, grieta o pequeño orificio de la casa. Una vez dentro, no tardan en encontrar lo que buscan: comida. Restos de pan, migas en el suelo, frutas maduras o incluso pequeñas gotas de líquidos dulces son suficientes para atraer a toda una hilera de obreras en cuestión de minutos. Por eso, no es raro descubrirlas merodeando en la despensa, trepando por las paredes o recorriendo la encimera de la cocina en busca de provisiones.