Para qué sirve pasarse tres pueblos

elDiarioAREl Diario Ar27/09/20257 Views

“En la Argentina, las muertes violentas no son democráticas, se ensañan con los y las pobres”, sostienen los autores. El triple femicidio de Florencio Varela desnuda la crueldad de la época, la trama desigual de la violencia y el rol regulador de la policía. Género, clase y edad como ejes ineludibles de un crimen que interpela al Estado y a la sociedad.

Tres mujeres jóvenes son asesinadas. Tres jóvenes, muy jóvenes, son brutalmente asesinadas y descuartizadas. Un triple homicidio que tiene tres características ineludibles para reflexionar: género, clase y edad. Aún sabemos poco, muy poco, pero la urgencia nos empuja a escribir estas líneas. Sale, así, este punteo, inacabado pero necesario.

Pobres. En la Argentina, las muertes violentas no son democráticas, se ensañan con los y las pobres. Morir violentamente es una variable de clase. Por eso, los homicidios dolosos se distribuyen tan desigualmente como la esperanza de vida. También los suicidios y los accidentes viales se distribuyen de esta manera. El imaginario mediático, los políticos en campaña y el sentido común opacan la relación pobreza y muerte violenta. Sotto voce, hasta los más progresistas, gritan que los pobres se matan entre ellos o no se cuidan. Y es verdad. Una verdad incómoda que ilumina cómo se interviene en la pobreza, cómo el Estado trabaja sobre los más pobres: no es necesario matarlos, alcanza con dejarlos morir.

Crueldad. Una de las cuestiones novedosas de este triple femicidio es que parece, por ahora sólo parece, que la tortura y asesinato fueron filmados y trasmitidos en vivo en un streaming. Un sangriento capítulo de Black Mirror. La exhibición del horror se combina, paradójicamente, con el ocultamiento posterior de los cuerpos. Desmembrados, en bolsas de residuos, tapados con escombros. Novedad que sorprende pero que va en sintonía con una era de crueldad. El discurso público del ejecutivo nacional no ahorra balas, insultos, metáforas violatorias y múltiples etcétera violentos, que hacen de la crueldad un lugar no sólo común sino legítimo. Como muestra de las posiciones crueles e institucionales cabe recordar que la Argentina es el único país que votó en contra, en la ONU en 2024, de tener políticas públicas para la prevención de la violencia de género. Con un Estado antifeminista: ¿qué puede salir mal?

Transas. Una vez más nos vemos obligados a cuestionar la imagen de estos crímenes como crímenes narcos. Hay bandas organizadas, hay organizaciones criminales, pero se nota que son muy poco profesionales. Hay que esquivar el imaginario narco que nos hace pensar que estamos en un escenario como el mexicano o el colombiano de la década de los 90. Son bandas tan poco profesionales que rápidamente son descubiertos que sus líderes viven en las villas y que sus transacciones son pequeñas. Es importante comprender el funcionamiento de estas bandas en las tramas de relaciones barriales en las que se insertan. El problema en Argentina es gravísimo pero tiene sus particularidades y sus escalas. Una vez más: si analizamos y combatimos el problema con la mirada narco sólo haremos un show mediático.

Hacer la calle. Los pibes y las pibas, igual que todos, necesitan plata. La crisis económica golpea durísimo entre los más pobres que buscan hacerse de unos billetes. Para apostar, para hacerse las uñas, para comprar pilcha, para salir, los pibes y las pibas necesitan plata. El mercado laboral está flaco, deprimido, apaleado pero las expectativas de consumo se incrementan: música, videos, etc que muestran formas aparentemente fáciles de acceder a múltiples lujos. Y entonces, trabajan de lo que pueden o venden fotos en Only Fans, cartonean, cuidan chicos, venden falopa, roban, hacen uñas, se prostituyen, atienden locales o quieren salvarse apostando. Hacen de todo para mantener estándares de consumo. La plata está en la calle o en una plataforma.

Las policías. Repetimos: las policías, todas y siempre, regulan los delitos. A algunas les sale mejor que a otras pero todas controlan la calle, las violencias y qué se puede hacer y qué no en un territorio. Un triple femicidio es una ruptura de esa regulación. Regular el delito sirve mientras no se prenda fuego la calle. Ninguna policía quiere que quede en evidencia su carácter regulatorio. El pase de facturas entre policías y la rapidez con que “se descubrió” una parte de la banda asesina desnuda la función regulatoria. La funcionaria, que cuando no lo era denunciaba que la Argentina era un colador y que ingresaba droga por todas sus fronteras, ahora está encargada de las fuerzas federales. La misma funcionaria sostiene que el problema aquí es de la policía local. 

Nota aclaratoria: regular la calle es recaudar y de estas recaudaciones se benefician los políticos, el sistema judicial y los empresarios que lavan plata. La policía es un eslabón, el más visible, de una cadena. 

¿Femicidio? Definitivamente. El cuerpo de una mujer usado como un mensaje no deja dudas, es un femicidio. Si bien no fueron asesinadas por sus parejas, como sucede en la mayoría de los femicidios, son femicidios territoriales. No les va a pasar a todas las mujeres, les pasa a las más pobres pero el mensaje es para todas, es un mensaje de dominación. Lara, Morena y Brenda son mujeres de un barrio empobrecido pero pareciera que cuestionaron algunas jerarquías: no aceptaron la subordinación plena y tomaron algo que no les correspondía. No hay odio, hay reconstrucción de lógicas de poder. Por eso, son espectacularmente disciplinadas. La crueldad de estas muertes funciona como una pedagogía de la crueldad, la violencia como mensaje hacen de los cuerpos femeninos y feminizados un mensaje. Gracias Rita Segato. 

Para qué sirve pasarse tres pueblos. Movilizaciones, ministerios y campañas pusieron la violencia de género en la agenda. Sin ese antecedente este horrendo crimen sería una vez más, y aún lo es en una dimensión residual, un abanico de estigmatizaciones sobre las mujeres. Y más sobre las mujeres pobres. Este no es el primer triple homicidio que se da entre los más pobres pero sí es el primer triple femicidio. Sin la potencia de haberse pasado tres pueblos, este hecho hubiese quedado olvidado como tantas otras muertes que no importan.

El NEV es un grupo de Estudios de la Escuela IDAES, en la UNSAM. Está coordinado por Evangelina Caravaca, José Garriga e Inés Mancini. De este escrito además participaron Violeta Dikenstein, Martín Recanatti y Joaquín Zajac.

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