Aparece algo cansada tras un largo día de rodaje con Nike, pero le encantar hablar. Sobre todo, de lo que no es fútbol. Francisca “Kika” Nazareth (Lisboa, 22 años), cercana, sonriente y con un carisma atípico, pide a la periodista que se siente a su lado en el sofá de piel. El verano pasado aterrizó en el FC Barcelona como uno de los fichajes más caros de la historia del club tras convertirse en una de las grandes promesas europeas. Representada por Jorge Mendes, referente en Portugal y capaz de jugar en cualquier posición ofensiva, Kika llegó al Barça con una sonrisa que se esfumó en marzo: se rompió el ligamento lateral interno del tobillo, pasó por quirófano, se perdió la temporada y también la final de la Champions en su Lisboa natal. “Allí era todo fútbol”, recuerda sobre su infancia entre la calle y el fútbol sala antes de debutar en el Benfica. “No sabía que quería ser futbolista. A los 16 años me enteré de que esto era real”, añade. Esta segunda temporada, con dos goles y tres asistencias en 100 minutos, quiere que sea, por fin, su año. “Estar en el Barça significa que es obligatorio pensar que podemos ganar los cuatro títulos”, confiesa.