Vivimos en una cultura del descarte. Se tira todo lo que creemos que no nos sirve. No importa si es nuevo o usado, si son objetos o personas, si se hace de manera sutil o brutal. La basura de Shell y la reaparición de Cordera. El femicidio de Morena, Brenda y Lara no debe quedar impune.
Dicen los versos:
Me contó que:
Los domingos se le desteñía la remera floreada.
Por las mañanas temblaba fantasmas.
En el subte transpiraba medallitas de plata y le galopaba el corazón en la vereda.
Cuando se sentía acorralada, se le achicaban dos números los zapatos.
Y tenía terror…
Porque tenía poca sal.
O mucha.
Porque la tarta estaba empalagosamente amarga.
Porque a la camisa le sobraban arrugas. O le faltaba plancha al nudo de la corbata sin uso.
Porque le colgaban dos botones al saco apolillado: tres zamarreos.
Porque la aguja estaba rota. Porque él le dijo la pruebo en tu brazo. Y te coso un grito en el cuello que va a rebotar hasta el patio.
Únicamente para que no te olvides de quién sos.
No quien sos vos. A quien pertenecés.
Te puedo tatuar una flor morada porque llegaste dos minutos más tarde del almacén.
Y te cuelgo un puño cerrado en ese tatuaje berreta.
Y lo borro de tu cabecita de loca.
Porque llegué más tarde y se te enfrió el azúcar del café.
Porque te salió horrible.
Porque salió asqueroso, te lo vomito
en tu carita de atorranta en pétalos de cactus.
Porque las tostadas no se quemaron como a mí me gusta.
Y que me importa si se consume la garrafa.
O la luz, total, la pago yo y a oscuras puedo besarte sin ver tu cara de nada.
Vos no tenés derecho a nada.
Si no trabajás o, mejor dicho: tu trabajo es rascarte.
Y porque hace calor es tu culpa.
Porque hace frío se me da la gana que también es tu culpa.
Putita.
Porque tenés un perfume y un lapiz labial escondidos entre los peluches del bebé.
Y no sé para qué carajos los necesitás
Putita
Y soy muy macho
Para no darme cuenta.
Seguro te pintarrajeás para el diariero de la esquina.
Que no te escuche susurrar su ayuda. Mucho menos su nombre.
Porque voy a volver de rodillas con las esposas puestas
AGazapAdo
APabuLLado
ATOrMenTaDo
ArrePeNTidO
ABaTidO
AcOnGojaDo
AdieStradO
A suplicarte que me perdones.
A rogarte más atardeceres.
Y a repetirte que vos sos mía.
¿Para qué sirve el poema si no es para convocar lo más bello y lo más trágico del mundo?
Escrito por Silvana Trotta, poeta y psicóloga social con especialización en clínica y estudios de género, publicado en el libro Violencia en las parejas, compilado por Sandra Iriart, se lo dedicamos a Morena Verri (20), Brenda del Castillo (20) y Lara Morena Gutiérrez (15), las víctimas de femicidio de esta semana. Y remarcamos “de esta semana” por si a alguien no le quedó claro que en nuestro país una mujer es asesinada cada 39 horas.
No muere, la matan. No es un proceso natural, es un crimen. Y se llama femicidio porque ocurre por el mero hecho de que la víctima es mujer.
Se la despoja subjetividad, se la considera una cosa. Es un proceso prolongado que viene de tiempos remotos. La mujer debe servirle al hombre, a sus apetitos, a su arbitrariedad.
El femicidio es político, la manifestación de un estado ausente, expresión de su falta de prevención y de su deseo de disciplinarnos porque no se nos considera de igual categoría.
“Pedir solo justicia es muy poquito. Ya estamos en condiciones de unir los puntos. Alimentemos la rabia, organicémosla, estemos juntas y politicémoslo todo. El sabado (por hoy) salimos a las calles en todo el país. ¿Estamos hartas de tener miedo? ¿Estamos hartas de que las pibas no vuelvan? ¿Estamos hartas de que nos hagan responsables de que nos maten y violen? ¿Estamos hartas de que hagan chistes con nuestras desapariciones? ¿De que más estamos hartas?, se preguntan desde el colectivo Mujeres que no fueron tapa, MQNFT.
Escalada de violencia, conmoción, profunda tristeza, sufrimiento, torturas, muerte por asesinato. Palabras para nombrar algo que podría haberse evitado, si no fuera porque el sostén y reproducción del patriarcado tiene en este gobierno a su mejor aliado. Por las manifestaciones del primer mandatario contra nuestro género, por sus aliados que consideran que el único lugar apto para nosotras es la casa, por la publicidad viral de la empresa Shell con escenas en las que secuestran y embolsan a chicas y las tiran como basura.
Dijo Javier Milei en el último Foro Económico Mundial de Davos: “Vamos a eliminar la figura del femicidio del Código Penal Argentino porque esta administración defiende la igualdad ante la Ley consagrada en nuestra Constitución Nacional. Ninguna vida vale más que otra”. Una mirada perversa, toda vez que disfraza de verdad una mentira. No somos iguales ante la ley, más allá de toda apariencia.
Hipersexualizan a las mujeres, adolescentes y niñas pero no se preguntan quién consume esos contenidos. Cuestionan a las pibas que se prostituyen pero no se interrogan por quienes buscan esos servicios. Las asesinan y no investigan cómo las mataron. Eran pobres, una tenia solo 15 años, otra era madre. Y sigue siendo fácil para muchos señalarlas, buscar justificaciones en sus biografías, fantasearles prontuarios, responsabilizar a las familias.
“Juzgan sin ponerse en el lugar de las víctimas que ya no están, de esas familias que se rompen de dolor y de una deshumanización que nos rompe como sociedad”, dice la escritora y periodista Maria Moreno.
La violencia de poder y la violencia hoy están instaladas en el maltrato económico, social y personal que se ejerce contra los más vulnerables: vejez, mujeres, infancia, personas trans, trabajadores, desocupados. Se utilizan todas las herramientas para dominar y someter al otro.
Mucho ha ocurrido desde el asesinato en Catamarca de Maria Soledad Morales, del que el 8 de setiembre se cumplieron treinta y cinco años. Entonces, la participación popular fue persistente y masiva a través de las marchas del silencio que lideró la monja Marta Pelloni. Se denunciaron el femicidio (que entonces no se denominaba así), las condiciones de impunidad y el carácter feudal del poder político local. Hubo una crisis en el gobierno provincial y la provincia fue intervenida. También condenados, aunquehoy no queda nadie preso por el crimen contra la estudiante.
No olvidemos que hace pocos días reapareció en los medios Gustavo Cordera, repudiado socialmente en 2016, por decir frente a una clase de estudiantes de comunicación que hay mujeres que necesitan que las violen. “Si yo tengo algo bueno para darte, puedo desvirgarte como nadie en el mundo. A mí hablame de cómo te sentís y te entiendo, pero si me hablás de derechos no te escucho porque no creo en las leyes de los hombres, sí en las de la naturaleza. Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo porque son histéricas y sienten culpa de no poder tener sexo libremente”. Entrevistado por Pedro Rosenblat y Mario Pergolini, sus palabras fueron festejadas y no hubo repregunta.
Dijo la líder indígena lenca, feminista y hondureña, Berta Cáceres, asesinada en su país en 2026: “Vos tenés la bala… Yo la palabra… la bala muere al detonarse… la palabra vive al replicarse” .
Nos tienen miedo.
Sigamos transformando la rabia, la angustia y el duelo en propuestas y acciones.
LH
....
Si quieres seguir leyendo la nota original pincha AQUI