El Presidente y su aliado más cuestionado recorrieron un camino plagado de giros: fiestas liberales, rupturas ruidosas, denuncias de coimas y reconciliaciones públicas. Hoy, el blindaje del primer mandatario a quien considera su amigo expone la impericia política de La Libertad Avanza.
“El PROFE @jlespert desmontando la inmunda y burda operación montada por el kirchnerismo. Los kirchneristas están tapados de causas de corrupción y como todo ladrón creen a otros de su misma condición. Fin”. Con ese mensaje, Javier Milei salió en defensa de José Luis Espert en medio del escándalo por la transferencia que el economista recibió de Federico “Fred” Machado, un empresario detenido por narcotráfico, tal como reveló elDiarioAR. Fue un gesto político fuerte: en la Casa Rosada miran con desconfianza al hoy candidato a diputado nacional por La Libertad Avanza, pero el Presidente eligió blindarlo, convencido de que se trata de una pieza clave en el Congreso y, sobre todo, de un socio histórico de su propia travesía.
Sin embargo, la relación entre Milei y Espert no puede leerse en términos lineales. Es una historia zigzagueante, que pasó de la complicidad a la ruptura, de las acusaciones más feroces a la reconciliación pragmática, y que ahora, en medio del fuego cruzado, vuelve a estar bajo prueba. No hay en ella afecto incondicional ni enemistad irreparable: hay cálculo, reconocimiento mutuo y la certeza de que, a lo largo de los últimos años, uno y otro se necesitaron mutuamente.
Todo empezó en 2018, en el boliche New York City, cuando Espert encabezaba una fiesta liberal con aires de fundación y fue aclamado como “presidente” por un público entusiasta. Entre economistas mediáticos y arengas antiestatistas, fue él quien se llevó la ovación. A su lado estaba un Milei todavía más habituado a los sets televisivos que a los pasillos de campaña. Allí, según contaría después en televisión, en un cruce casual, su venerado Alberto Benegas Lynch (h) lo habría empujado a pensar en meterse en política. La respuesta de ese entonces fue un “no” rotundo, pero el recuerdo terminó convertido en mito de origen. “La mano invisible me trajo hasta acá”, diría luego Milei, ya consagrado presidente, durante un almuerzo con Mirtha Legrand.
Pero el idilio inicial entre Espert y Milei duraría poco. En 2019, cuando todo indicaba que los liberales se encolumnarían detrás de la candidatura presidencial del economista, Milei rompió lanzas. El acuerdo con Alberto Asseff, líder de un partido nacionalista que aportaba sello electoral, le resultó intolerable. Difundió un comunicado público y se fue estrepitosamente, junto a su por entonces amigo Diego Giacomini. Fue la primera gran fractura, nacida más de la política real que de las ideas.
Sin embargo, en junio de ese mismo año, en la celebración del primer aniversario del Partido Libertario, en un coqueto salón vecino a la Bolsa, hubo reencuentro. Espert fue la figura central del brindis, pero Milei se acercó, lo abrazó y hasta se permitió carcajadas frente a los aplausos de los jóvenes liberales. “Voy a saludar a mi fan”, bromeó Espert al estrecharlo. Se trató de una de sus tantas reconciliaciones. Poco después, el frente Despertar alcanzaría apenas el 1,47% de los votos en las presidenciales.
Llegó el 2020 y la relación entre Milei y Espert volvió a encender. El libertario, hasta entonces un outsider mediático, anunció en un vivo de Instagram que se metía de lleno en política. “Voy a ir a militar con vos”, le dijo a su colega. Ya no se trataba solo de gritar contra la “casta” desde la televisión: era la decisión explícita de entrar al barro electoral. En esa misma charla, en medio de un septiembre pandémico, dijo que había que “sacar a patadas en el culo” a la clase política que se resistía a irse, y esbozó un horizonte ambicioso: reconstruir una Argentina “liberal y pujante” que volviera a “abrazar los valores de Alberdi” para, en el plazo de 35 años, “convertirse otra vez en una potencia mundial”.
Ese vivo selló, una vez más, una sociedad breve pero decisiva: fue Espert quien le ofreció a Milei un puente desde la tribuna televisiva hacia la arena partidaria, y fue Milei quien le aportó a su colega un magnetismo popular que hasta entonces no había logrado. Al mismo tiempo, el dúo Espert–Milei dinamitaba los intentos de Ricardo López Murphy y el resto del liberalismo tradicional (“de café”, dirían los libertarios) de armar una gran PASO con los viejos sellos partidarios. Para Milei, que alguna vez había definido a López Murphy como “su segundo padre”, fue un gesto de emancipación: eligió a Espert y se lanzó por su cuenta.
Ese lazo continuó hasta 2021. Compartieron espacio, coordinaron estrategias y se repartieron distritos de cara a las elecciones legislativas de ese año: Milei en la Ciudad, con el sello La Libertad Avanza; Espert en la provincia de Buenos Aires, con Avanza Libertad. Pero cuando ambos conquistaron sus respectivas bancas, tomaron la decisión de avanzar solos y no conformar un interbloque en la Cámara de Diputados. Según recordó luego el propio Espert, la separación fue en buenos términos: “Él quería ser el centro de algo y yo lo acepté. Vaya si el tiempo le dio la razón”.
El vínculo, sin embargo, se quebró escandalosamente en 2022. Según habría comentado el propio Milei en privado, Espert le ofreció 300 mil dólares —dinero que, aseguraba, provenía de Horacio Rodríguez Larreta— a cambio de que renunciara a su candidatura. Habló del episodio en distintas entrevistas, sin dar nombres, y sus dirigentes más cercanos llegaron a amplificarlo en redes. “La plata estaba ahí arriba de la mesa”, dijo Milei en una nota con Alejandro Fantino, convencido de que lo habían querido comprar. Del otro lado, en el entorno de Espert negaron la acusación y respondieron que lo único que existía era un pago mensual por su participación en Avanza Libertad. La desconfianza ya era inocultable y la relación quedó rota.
La pelea derivó en acusaciones públicas cada vez más violentas. Ya en 2023, Espert denunció que sus listas estaban plagadas de “casta”. Fue cuando el hoy diputado había decidido a dar un paso más: apoyó abiertamente la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta dentro de Juntos por el Cambio. Posó en fotos con el entonces jefe de Gobierno porteño y con Patricia Bullrich, bendijo un acuerdo que le costó la fractura de su bloque en la Legislatura bonaerense y se transformó en un adversario despiadado de Milei en plena campaña. “Tus listas están llenas de massistas, coqueteaste con lo peor de la corporación, basta de proyectar en los demás lo que sos vos”, lo atacó en redes y entrevistas.
El contraste con lo que vendría pocos meses después no podría ser mayor. En noviembre de ese año, ya con Milei elegido presidente, se produjo una de esas escenas que condensan toda una saga política. La Asamblea Legislativa lo proclamaba primer mandatario y el recinto de la Cámara de Diputados estaba cargado de efusividad. Entre los abrazos protocolares y los saludos formales, hubo uno que sorprendió y se robó la atención de todos: el que se dio con Espert.
El encuentro duró más que el saludo rápido que Milei repartió a otros legisladores de Juntos por el Cambio. “Quería ser como vos con pelo y malas palabras; las malas palabras las estoy dejando, el pelo no”, recordó Espert que le dijo ese día el libertario, entre risas y frases al oído. Después llegó la metáfora matemática que funcionó como un guiño de complicidad intelectual: la “función exponencial” que Milei repetía entre 2020 y 2021 para explicar cómo las ideas de la libertad podían multiplicarse. “Empezó chiquito con vos en 2019 y explotó en 2023”, le dijo Milei. El propio Espert lo relató después con orgullo: “Tuvo razón. Pasamos del 1,5% del padrón al 55% del ballotage. Fue exactamente esa curva que describía”.
El pragmatismo hizo el resto: en enero de 2024, Milei lo incorporó de lleno al dispositivo oficialista y le entregó la Comisión de Presupuesto en Diputados. Un año más tarde, en febrero de 2025, Espert firmó su afiliación formal a La Libertad Avanza en la Casa Rosada, acompañado por Karina Milei y Sebastián Pareja, el principal armador del partido. “La provincia de Buenos Aires va a dejar de ser el basurero del populismo. Vamos a llevar las banderas de la libertad hasta el último rincón, cueste lo que cueste. Hoy @jlespert se suma oficialmente a nuestro partido. ¡Bienvenido José Luis!”, escribió Pareja en sus redes como bienvenida.
La incorporación había tenido un prólogo en marzo de 2024, cuando Milei le regaló a Espert una gorra con la leyenda “Las Fuerzas del Cielo” y en mayo lo acompañó en la presentación de su libro en el Luna Park, pero recién este año quedó formalizada. Para el oficialismo, más que un trámite burocrático, fue la manera de sellar el reencuentro y de mostrar que, tras años de idas y vueltas, Espert ya no era un aliado ocasional sino parte orgánica del dispositivo libertario.
Hoy, con la sombra del caso Machado, la relación parece volver a tensarse. Espert enfrenta un escándalo que amenaza con desgastarlo de cara a las elecciones del 26 de octubre, pero Milei, consciente de la incomodidad que despierta en buena parte de su propio espacio, eligió protegerlo. En los pasillos libertarios abundan los murmullos: muchos no lo consideran uno de los suyos, lo ven como un socio incómodo, demasiado autónomo y poco dispuesto a rendir cuentas. La desconfianza es vieja y atraviesa a casi todas las tribus de La Libertad Avanza. “Espert es del Presi, no nuestro”, sintetizó ante elDiarioAR un funcionario que no oculta la distancia.
La contradicción es evidente: Milei blinda a quien su tropa preferiría expulsar. Y ese es, en definitiva, el núcleo misterioso de una relación que siempre osciló entre la confianza y la traición, el abrazo y la sospecha. No se trata de amistad ni de afinidad política pura, sino de una mezcla de cálculo, reconocimiento y necesidad. La historia que comenzó en un boliche porteño, atravesó portazos, reconciliaciones fugaces, denuncias de sobornos, insultos y apoyos abiertos a adversarios, sigue abierta. Milei y Espert no siempre se quieren. Pero se parecen cada vez más a dos amantes trágicos.
PL/CRM
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