Es como si hubiera nacido para el cargo. O si, como mínimo, hubiese sido criada para ello. Mary Barra (Royal Oak, 63 años) es del estado de Míchigan, la cuna del automóvil estadounidense, e hija de un trabajador con más de tres décadas de experiencia en General Motors. También ostenta el cargo de máxima ejecutiva de la firma desde hace 13 años, en los que ha tenido tiempo de vivir casi todo. Desde algún que otro escándalo, a la intensificación de la mayor transformación que ha vivido el sector en toda su historia: la electrificación. La única mujer que lidera una de las grandes del automóvil mundial afronta el reto en una vorágine de presiones políticas, giros radicales y la propia idiosincrasia del mercado.
Gran cilindrada
Amante de la velocidad. Aunque se ha pronunciado en muchas ocasiones –para luego moderarse– a favor de la transición eléctrica del coche en Estados Unidos, a Barra le gusta la velocidad y los coches de gran cilindrada. Su modelo favorito de General Motors es un muscle car, el Chevrolet Camaro, que surgió como respuesta al Mustang de Ford, su gran rival. Antes de su ascenso a lo más alto de la compañía, no era raro verla probar los modelos en las pistas de pruebas, como responsable de desarrollo de producto, y como amante del motor.