El hilo que condujo a Espert y Machado hasta las tormentas del presente

elDiarioAREl Diario Ar05/10/20253 Views

La acuciante visita a la casa del “Profe” en Beccar a días de la detención, en abril de 2021. Una vida detrás de la matrícula N28FM y el martilleo del silencio de los que se borraron. Espert, abrazado a la mentira hasta el final. “Fred” en Viedma.

Las citas —de películas, de personajes de la historia, de anónimos con los que se cruzó— acuden todo el tiempo a la mente de Federico Machado. Una que rememora en estos días, recluido en una casa de su madre cerca de Viedma, corresponde a Martin Luther King: “Al fin y al cabo, lo que recordaremos no serán las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”.

La frase expresa un gran agobio en “Fred” Machado. Siente que lo dejaron solo amigos cosechados en tres décadas dedicadas al mundo de la aviación, ricos y famosos que hicieron dedo en Miami y se sentaron gratis en el apetecible Bombardier Challenger, allegados a los que compró casas, algún guatemalteco al que eligió como su delfín, políticos a los que “ayudó”…

Sin embargo, ninguno de los que hoy callan ha sido tan hostil y determinante para su vida como Ernest González, el exfiscal y hoy juez federal del estado de Texas que lo acusó de ser cómplice del Cartel de Sinaloa y el Chapo Guzmán. Mientras observa que su nombre baila por todas las pantallas asociado a la palabra “narco”, avizora que los tiempos se aceleran y que la Corte Suprema se apresta a definir el pedido de extradición, tras tres años de cajoneo.

La causa radicada por presuntos narcotráfico, lavado y fraude en la ciudad texana de Sherman desde 2020, pero preparada al menos durante un año, es compleja y tiene pruebas que gritan acusaciones serias. En el mejor de los casos, Machado sabe que será declarado —o deberá admitirse— culpable de cometer un fraude con un esquema ponzi para la compraventa de aviones. El monto del perjuicio —sostienen los acusadores— es de US$350 millones.

Cuando ayer por la tarde, invitado a Radio Mitre, José Luis Espert acusó en forma directa “al maldito Fred Machado” de ser “un narco”, acaso se le haya dibujado una mueca de sonrisa en medio de su amargura. Fue la primera vez que el diputado nacional se refirió a él en esos términos, pero se la veía venir.

Machado alterna ironías en el relato de sus pesares. Días atrás se viralizó la foto del candidato ultraderechista a bordo de una humilde moto tras la fulgurante visita a Lomas de Zamora, junto a Javier Milei. “El maldito” atinó a comentarle a alguien: “Por las dudas, esa moto no es mía”.

Los que sí eran suyos eran la Jeep Cherokee y el King Air LV-CBZ que prestó a Espert en la campaña de 2019, algo que el candidato negó durante seis años, hasta ayer, cuando admitió 35 vuelos y el uso del vehículo. Machado estaba pagando un leasing por el avión que cedió al Frente Despertar, con el fin de registrarlo en el fideicomiso Aircrafts Guaranty Corp radicado en Texas, que terminó siendo una madeja de datos inquietantes e incriminatorios.

Una vida en una matrícula

La matrícula N28FM inscripta en el fuselaje del Bombardier Challenger, su niña bonita, expresa mucho de lo que Machado creía haber alcanzado en su vida.

José Luis Espert y Nazareno Etchepare, delante del avión de Federico "Fred" Machado, durante la campaña presidencial de 2019

La letra N corresponde a las naves patentadas en Estados Unidos, el país al que emigró desde Viedma más de tres décadas atrás. Hasta determinado momento, el suyo fue un sueño americano de manual. El número 28 alude a la fecha de nacimiento de su hijo y la sigla FM a sí mismo, Federico Machado, como muestra realista de su amor propio.

Bonaerense nacido en Carmen de Patagones, con un hermano de sangre y siete por parte de madre, “Fred” sintió muy joven que su destino estaba fuera de Argentina. Empezó de abajo en San Francisco, California, expendió nafta, se mudó a Fort Lauderdale, Florida, fue empleado en una empresa de compra-venta de aviones, se dio cuenta de que podía hacerlo solo, tuvo un hijo, vendió, contrató o transportó a empresarios, caras del show business, políticos, periodistas, presidentes, modelos y jugadores de fútbol, se aventuró en un negocio minero extrañísimo en Guatemala, se metió en un fideicomiso endiablado que sirvió a traficantes, estafó a inversores y cayó detenido.

Cambiemos

Cuando Mauricio Macri ganó las elecciones presidenciales, Machado vivía su época dorada. En los años previos y posteriores vendió cerca de cien aviones en Argentina, entre otros, al exgobernador y actual senador de Salta Juan Carlos Romero, al fallecido banquero Jorge Brito, a las familias Neuss, Frávega y Bada Vidal (Lácteos Vidal).

Al mando de South Aviation, su empresa radicada en Fort Lauderdale, Machado se codeó con toda la industria de la aviación en argentina. Junto a Cielo SA, de la familia Paviotti, trajo a la Argentina las naves de pequeño porte Cirrus, y tuvo un vínculo fluido con Luis Grande, dueño de Bayres Fly.

La llegada de Macri a la Casa Rosada, en diciembre de 2015, empujó a “Fred” acercarse más a Argentina. En los años previos, se había dedicado a sus negocios, ayudar a sus familiares en Río Negro y financiar refugios de perros. También había adoptado económicamente a una madre con siete hijos, a quienes conoció en una escala en Bolivia. Esta vez, el aterrizaje en su país natal sería distinto.

Su coincidencia con el mundo Cambiemos no era ni por la clase social, ni por veleidades “institucionalistas”, sino por la concepción de un país con menos Estado y más “self-made men”. Todos los clichés de ese imaginario liberal salen de boca de Machado no bien empieza a hablar de política.

En marzo de 2016, el dueño de South Aviation ya se había lanzado a un viaje para visitar gobernadores junto a su (creía que) amigo Javier Naselli, ejecutivo del banco UBS y pareja de Victoria Xipolitakis. Naselli previó que el país y las provincias iban a comenzar a tomar deuda a lo loco —como ocurrió— y buscó acercar su oferta. Ambos visitaron al salteño Juan Manuel Urtubey en una oficina en Puerto Madero, al tucumano Juan Manzur en su provincia y al rionegrino Alberto Weretilneck en Viedma. El road show no dio frutos, porque otros bancos habían tomado la delantera, pero Machado se probó a sí mismo que era bueno para abrir puertas en el mundo de la política de su país natal.

El experimento de Cambiemos pronto chocó con la pared de deuda autoprovocada y decepcionó a buena parte de sus adeptos. Desde Florida o Guatemala, “Fred” comenzó a prestar atención a un economista anti-Estado, de frases punzantes y simples, que solía dialogar por las noches con Alejandro Fantino en la pantalla de América TV.

Un tiempo antes, el empresario de los aviones se había dedicado a la minería. Tras lo que narra como un traslado circunstancial en un vuelo Miami-Nueva York al entonces presidente Jimmy Morales en 2016, vio un negocio en el municipio guatemalteco de San Miguel de Tucurú, una zona muy humilde, prácticamente sin Estado.

“Fred” creyó que tenía la vaca atada al desviar fondos desde el negocio de los aviones al proyecto Minas del Pueblo, para explotar cobre, zinc y plomo. Y se animó a más. Planeó junto a un hermano la Torre Manatí en Puerto Barrios, Izabal, con la aspiración de presentarla como la más alta de Centroamérica. “El 21 de marzo voy a estar ahí jugando en el lanzamiento de Torres de Manatí en Las Canchas Polo Club”, anunció Adolfo Cambiaso, uno de los conocidos de la buena vida.       

Imagen del proyecto Torres de Manatí, en Izabal, Guatemala, que intentó construir Federico "Fred" Machado. Nunca se concretó

Ya desde 2011, agentes de Homeland Security y la DEA lo consultaban cada tanto por algún avión vendido o un expiloto contratado que aparecía inmiscuido en un caso narco. Él atinaba a la respuesta más simple: no tenía responsabilidad por lo que hicieran terceros con los que hubiera comerciado.

Las preguntas de agentes estadounidenses se tornaron más frecuentes en el período guatemalteco. La sucesión de episodios narco con aviones provenientes del fideicomiso de Texas a nombre de Mercer-Erwin en Sudamérica y Centroamérica, incluidos campos cercanos en Guatemala, disparó visitas que se volvieron cada vez más incisivas.  

Morondanga Model

Impulsado por el grupo de whatsapp “Morondanga Model” que integraban economistas de derecha y libertarios defraudados con Macri, uno de sus integrantes, José Luis Espert, comenzó a explorar una candidatura presidencial en los meses finales de 2018. Dos armadores, Nazareno Etchepare (ex Coalición Cívica), y Gonzalo Díaz Córdoba (ex UCD), lo acompañaron en los primeros pasos. Entre los escasos apoyos que lo alentaban a competirle a Macri por derecha, estaban dos estridentes de la televisión, Javier Milei y Diego Giacomini.

Etchepare organizó una agenda de encuentros con organismos multilaterales en Estados Unidos en febrero de 2019. Allí partieron Espert, su esposa, Mercedes González, y su asesor. El proyecto presidencial no tenía partido, ni candidatos locales, ni militantes, ni financiamiento.

Machado se aprestaba a viajar a Buenos Aires. Había quedado prendido de las llamaradas de Espert en las noches con Fantino y le pidió a su amigo del mundo de la aviación Sergio Mastropietro que le hiciera un contacto. A Mastropietro, ejecutivo de Avian —la firma que había absorbido a MacAir, de la familia Macri— se le ocurrió apelar a su amigo y habitué del San Isidro Golf Pablo Deluca, director de Relaciones Institucionales de Infobae.

Al encuentro en el Golf en la primera semana de marzo asistieron Machado, Espert, Etchepare, Deluca y Mastropietro. Tras un breve diálogo, los dos últimos se retiraron, y el resto continuó unos minutos más.

Siguieron varias citas en marzo entre Espert y Machado. En una de ellas, realizada en el Bombardier N28FM estacionado en el aeropuerto de San Fernando, sellaron un acuerdo de provisión de un avión, una camioneta y fondos, en un rango que va, de acuerdo a diferentes versiones, desde unos cientos de miles de dólares, a US$ 5 millones.

Espert, Etchepare y Díaz Córdoba sentían que la campaña podía levantar vuelo. En simultáneo, tejieron un acuerdo con el partido PNC-Unir, conducido por Alberto Asseff, para tener un soporte legal. Machado se quedó con la idea de que ese pacto fue por dinero, algo que niegan tanto Asseff como armados del Frente Despertar.

El ya candidato presidencial decía frases que entusiasmaban al flamante aportante, como “éste es un sistema al que hay que detonar”. En general, Machado coincidía con todo lo que planteaba Espert, pero en la mañana del 24 de marzo, próximos a volar desde Aeroparque, sintió rechazo ante una frase brutal que el postulante pretendía postear en las redes sociales contra “el curro de los derechos humanos”. Machado lo encaró: “Boludo, ¿vos te imaginás lo que es que desaparezca tu hijo? Es peor que si lo matan, te levantás todas las mañana preguntando dónde está ¿Por qué no ponés un mensaje de que hay que recordar a las víctimas, pero también dar vuelta la página y pensar en el futuro?”. Lo convenció, lo que no era poco para un hombre como Espert, descripto por varios de quienes trabajaron con él como alguien capaz de responder ante una mínima objeción frases como “¿quién carajo te creés que sos para decirme lo que tengo que hacer?”.

La sociedad Espert-Machado continuó con un viaje a Viedma para presentar el libro La Sociedad Cómplice el 18 de abril de 2019. Esa excursión se tornaría fatídica, porque al quedar registrada la escena en que el candidato agradeció “al amigo Fred Machado” y tomarse una foto con el N28FM detrás, se desataría un mundo que hoy los tiene ambos en darios de todo el mundo.

A comienzos de junio y mediados de julio, Machado regresó a Argentina para estadías de pocos días. Participó de reuniones políticas, presenció discusiones por los fondos que se habían agotado y vio cómo el Frente Despertar se desmigajaba. Si alguna vez había creído que la candidatura de Espert podía “detonar el sistema”, el rey de los aviones llegó a las primarias de agosto convencido de que le habían vendido un buzón.

Tras una magra cosecha algo superior al 2%, Espert partió de luna de miel a Estados Unidos junto a su esposa, Mercedes. En Miami, la pareja cenó con Machado.

El candidato ya venía trabajando al empresario para que le extendiera un contrato. Allí entra a jugar otro de los eslabones inverosímiles que describen el vínculo entre ambos de principio a fin. La empresa Minas del Pueblo de Guatemala enfrentaba problemas de todo tipo, desde económicos a ambientales, políticos y penales. Si algo no tenía Espert era una estructura capaz de asesorar en una reestructuración o una negociación en todos los frentes. Pero así y todo, contra toda lógica, Espert y Machado acordaron un contrato de al menos US$ 1.000.000 a razón de USS100.000 por mes a pagarse desde enero de 2020.

Espert dio algunos giros más para terminar el año electoral. Selló un extraño pacto con Horacio Rodríguez Larreta y se terminó de pelear con casi todos los que lo habían acompañado. La fórmula Espert-Rosales obtuvo 1,45% de los votos en las presidenciales del 27 de octubre. Cuatro días más tarde, el 1 de noviembre, la pareja Espert-González se compró una suntuosa casa en Beccar, norte del conurbano.

El 22 de enero de 2020, el fideicomiso atribuido por los fiscales de Texas a Mercer-Erwin y Machado transfirió US$200.000 a una cuenta de Espert en el Morgan Stanley de Estados Unidos. Ocho meses después, el 26 de septiembre, agentes de Homeland Security vuelven a Ciudad de Guatemala y citan a Machado. Ya no requieren respuestas, sino colaboración. Le inspeccionan los teléfonos y las computadoras.

En octubre, la pandemia seguía su curso, pero en el mundo comenzaban a levantarse las restricciones a la movilidad. Espert intentó retomar el contrato para Minas del Pueblo que había quedado congelado. Machado le informó que la situación había cambiado. Comenzaba para él un declive acelerado.

En una convocatoria a Dallas, Estados Unidos, en enero de 2021, Machado tuvo claro que la acusación del fiscal González era por cargos graves. Ya había sido detenida la estadounidense Mercer-Erwin en diciembre previo.

Llegó otra citación en febrero. Machado intuyó que iban a detenerlo. Partió de Guatemala a Ciudad de México en vuelo de línea. En el aeropuerto compró un pasaje a Buenos Aires y regresó a la ciudad a la que había frecuentado dos años antes para un proyecto presidencial que se pareció a un esquema ponzi.

Entre los pocos contactos que hizo tras su aterrizaje, Machado acudió al domicilio de Espert en Beccar. Benefactor y beneficiado de 2019 y 2020 mantuvieron un encuentro breve sobre los detalles de la situación en Texas. Espert escuchó y manifestó comprensión.

Días más tarde, el 16 de abril de 2021, llegaría el alerta roja de Interpol y casi en el acto, la Policía de Seguridad Aeroportuaria detendría a Machado en el aeropuerto de Neuquén. Pese a la tormenta desatada, el empresario había viajado a esa provincia a tratar de organizar un negocio.

“Escándalo narcoliberal”, tituló su nota Rodis Recalt en la Revista Noticias con la que ató cabos entre ese argentino emigrado que había sido detenido y el apoyo a la campaña de Espert dos años antes.

El economista ultraderechista se lanzó a una carrera que no detuvo hasta ahora. Mintió sobre la naturaleza del vínculo, negó hechos comprobados y minimizó las acusaciones como parte de una “operación de Republicanos Unidos”, uno de los partidos de derecha con los que discutía las listas legislativas de ese año. Descansó —con bastante éxito hasta hace poco— en que no le harían preguntas impertinentes en los canales de televisión que frecuentaba.

Machado pasó unas semanas en una delegación de la PSA en Bariloche y pronto le fue otorgada la prisión domiciliaria, que cumple en una casa de su madre a 16 kilómetros de Viedma, cerca de lo que los locales llaman “la boca del río”. En esa casa espaciosa vive con cuatro perros. Casi no recibe visitas.

La extradición a Estados Unidos es una hipótesis intolerable para Machado. Cree que el sistema legal de Texas lo condenará de antemano a no menos de 20 años de prisión

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