Ya casi nadie duda de que hay una burbuja en la inteligencia artificial: la pregunta es cuándo explotará

elDiarioAREl Diario Ar06/10/20257 Views

Ejecutivos tecnológicos, inversores y analistas reconocen que las operaciones disparadas en torno a esta tecnología siguen todos los patrones de una burbuja.

Qué hay detrás de la alianza entre Nvidia y OpenAI para crear la mayor factoría de IA de la historia

El momento llegó. La inteligencia artificial alcanzó un pico en el que hasta Sam Altman y Mark Zuckerberg, dos de los mayores empresarios de la inteligencia artificial, dicen que “es bastante posible” que haya una burbuja en torno a la inteligencia artificial. “¿Estamos en una fase en la que los inversores en general están demasiado entusiasmados con la IA? Mi opinión es que sí”, reconoció en agosto Altman justo después del lanzamiento de GPT-5, el último modelo de lenguaje de OpenAI, que terminó siendo decepcionante para la mayoría tras pasar años en desarrollo.

Ni ese tropiezo ni el hecho de que OpenAI aún no tenga un modelo de negocio consolidado —lo que la llevará a acumular pérdidas de al menos 44.000 millones hasta 2029, según Altman— impidieron que la empresa alcance una valoración de 500.000 millones de dólares este jueves. OpenAI ya es la startup más valiosa de la historia.

Es solo una de las múltiples cifras disparadas que se acumulan en la industria de la IA en las últimas semanas. Para Altman, no obstante, hay un argumento que sirve para explicar tanto esas cifras como la confianza en que no serán sus inversores los que pierdan el dinero. “¿Es la IA lo más importante que ocurrió en mucho tiempo? Mi opinión también es que sí”, justifica: “Si nos fijamos en la mayoría de las burbujas de la historia, como la tecnológica, siempre hubo algo real. La tecnología era muy importante. Internet era un fenómeno importantísimo. Pero la gente se entusiasmó demasiado”.

Es la misma síntesis que hace Zuckerberg. Los capos de la IA señalan directamente a la burbuja de las puntocom, la fiebre inversora de finales de los noventa que infló hasta el absurdo las valoraciones de las primeras empresas de Internet. Su explosión destruyó aproximadamente 5 billones de dólares de valor de mercado, más del doble de lo que hoy valen Meta y OpenAI juntas. Pero la tecnología era válida: Internet terminó revolucionando la economía, la sociedad, la política y casi cada elemento humano con el que entró en contacto.

Definitivamente hay una posibilidad

Mark Zuckerberg
Sobre si la IA podría explotar como la burbuja de las puntocom

“Si nos fijamos en la mayoría de las grandes acumulaciones de infraestructura de la historia, ya sean los ferrocarriles o la fibra óptica para Internet, como en la burbuja de las puntocom, todas perseguían algo que terminó siendo muy valioso. En la mayoría de los casos, terminó siendo incluso más valioso de lo que pensaban las personas que impulsaban la burbuja”, dice Zuckerberg.

“La infraestructura se construye, la gente se endeuda demasiado, luego se produce algún bache y muchas de las empresas terminan quebrando, los activos se devalúan y es una gran oportunidad para comprar más”, continúa el fundador de Facebook, una red que nació aprovechando las autopistas digitales que se crearon para las puntocom. “Definitivamente, hay una posibilidad de que algo así sucediera aquí”, admite sobre esa explosión.

El mensaje de la industria parece claro: la inteligencia artificial prevalecerá, al igual que lo hizo Internet. El problema es averiguar a qué empresa se le está quedando cara de Yahoo antes de que sea demasiado tarde.

La indefinición de la IA

Los síntomas de que las inversiones en IA podrían estar descontroladas no se limitan solo a valoraciones como las de OpenAI o Nvidia, que supera los 4 billones de capitalización bursátil pese a ser la que menos ingresa del grupo de tecnológicas conocidas como las siete magníficas, solo por detrás de Tesla. Ya se están dando casos más extremos.

Una de sus protagonistas es Mira Murati, la ingeniera e inventora albanesa que fue jefa de Tecnología de OpenAI y una de las responsables del desarrollo de ChatGPT. Murati salió de la empresa hace un año para fundar su propia startup, llamada Thinking Machines (máquinas pensantes), con la que recaudó 2.000 millones de dólares en la mayor ronda de capital semilla de la historia. ¿El problema? Nadie sabe muy bien qué es lo que quiere hacer con ellos.

Fue una reunión de presentación de lo más absurda. Me dijo: 'Vamos a crear una empresa de IA con los mejores profesionales en IA, pero no podemos responder a ninguna pregunta'

“Thinking Machines, con un año de existencia, no solo no lanzó un producto, sino que tampoco anunció públicamente en qué consistirá. Incluso algunos inversores de la compañía desconocen con certeza en qué está trabajando”, reveló The Information, un medio especializado en Silicon Valley. “Al recaudar capital para Thinking Machines, Murati compartió pocos detalles sobre lo que estaría desarrollando, según informaron posibles inversores: ‘Fue una reunión de presentación de lo más absurda’”, dijo un inversor que se reunió con Murati. “Me dijo: ‘Vamos a crear una empresa de IA con los mejores profesionales en IA, pero no podemos responder a ninguna pregunta’”.

El revuelo provocado por la publicación forzó a Murati a presentar el producto en el que estaba trabajando. Se trata de Tinker, que permite adaptar modelos de inteligencia artificial existentes a sus propias necesidades sin la compleja infraestructura técnica de los grandes laboratorios. Una herramienta que no justifica las cifras desorbitadas que rodean a Thinking Machines, ya que no está destinada a generar grandes ingresos (está pensada para investigadores) y se basa en simplificar un proceso que ya existía.

Esta inversión desbocada en productos que apenas existen sobre el papel se une a estudios que empiezan a apuntar que el impacto de la IA en los beneficios de las empresas que la están probando en serio está siendo limitado. Un informe del MIT publicado en julio analizó más de 300 proyectos piloto con esta tecnología, junto con iniciativas lanzadas en 52 empresas y entrevistas a 153 altos ejecutivos de todo el mundo. Sus resultados fueron que el 95% de las organizaciones no están obteniendo ningún tipo de retorno por su inversión.

Las excepciones se agrupan en dos áreas: son proyectos del sector tecnológico, o bien de los medios de comunicación/telecomunicaciones. El método que siguen es comprar soluciones de IA en vez construirlas por sí mismas, ejecutar esos productos dentro de cada unidad de negocio y no desde un laboratorio central y elegir herramientas que puedan integrarse en los flujos de trabajo ya existentes.

Un “esquema Ponzi” en la cumbre

Sin embargo, para muchos analistas el elefante en la habitación es la propia OpenAI. Es la empresa que tiene el producto emblema de esta revolución tecnológica, pero también tiene problemas para rentabilizarlo. Está probando con suscripciones premium, modelos especiales de ChatGPT para empresas, y esta semana lanzó una herramienta para hacer compras sin salir del chat así como una red social en la que todo está hecho con IA.

Consciente de que no es suficiente, está destinando las enormes inversiones que recibe a crear una capacidad de cómputo masiva. Altman cree que esa fuerza bruta matemática es la clave de todo. “Todo comienza con la computación. La infraestructura de computación será la base de la economía del futuro”, defiende Altman. “Las restricciones de computación que toda la industria ha tenido, y nuestra compañía en particular, han sido terribles”.

Para crear esa infraestructura, OpenAI llegó a un acuerdo con Nvidia que batió todos los récords. Consiste en que la primera compra chips a la segunda y, a cambio, Nvidia invertirá hasta 100.000 millones de dólares en OpenAI, uno de los motivos por los que esta pasó a ser la startup más valiosa del mundo.

El presidente de OpenAI, Greg Brockman, el fundador y CEO de Nvidia, Jensen Huang, y el director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, durante el anuncio del acuerdo.

Es una alianza circular que recuerda a una práctica de la burbuja de las puntocom que llevó a sus empresas a la ruina. Se dio cuando los fabricantes de equipos de telecomunicaciones se endeudaron para ayudar a sus clientes a financiar la construcción de la fibra de Internet. “Tengo que decir que las palabras ‘financiación del proveedor’ no evocan un buen recuerdo para alguien de mi edad”, advirtió en el Financial Times James Anderson, uno de los principales inversores tecnológicos que navegó aquella burbuja.

“No se parece en nada a lo que hacían muchos proveedores de telecomunicaciones en 1999-2000, pero tiene ciertos ecos de aquello. Yo no estaría del todo cómodo desde ese punto de vista”, añadió, refiriéndose a los inversores actuales.

Otras opiniones son más tajantes. “La burbuja de la IA ya desarrolla síntomas del esquema Ponzi”, escribió Michael Spencer, uno de los analistas de la economía de la IA más seguidos. “El acuerdo hizo que los inversores se pregunten si estamos viendo demasiada inversión circular y realmente sacó a la luz hasta qué punto Nvidia está implementando tácticas de financiación de proveedores para estimular artificialmente las ventas”.

Tampoco doy por sentado que la IA generativa sea una tecnología de propósito general como la máquina de vapor o Internet

Michael Spencer
analista de la economía de la IA y autor de AI Supremacy

El esquema podría reducirse aún más. OpenAI creó ChatGPT y desató la revolución de la IA generativa. Miles de empresas se lanzaron a desarrollar sus propios proyectos. Sin embargo, ni ellas ni OpenAI están viendo retornos sólidos de esta tecnología. Quien sí los tiene es Nvidia, que ya es la empresa más valiosa del mundo gracias a que sus chips son los mejores para la IA generativa.

Aquí es donde el círculo se cierra de manera peligrosa: Nvidia está reinvirtiendo una suma enorme en OpenAI, permitiéndole crecer artificialmente y seguir desarrollando una IA generativa que, de momento, no justifica esa inversión. El de OpenAI y Nvidia es el mayor hasta el momento, pero este tipo de flujos se están repitiendo en otros puntos de la cadena de valor.

“Wall Street ya está preocupado por una burbuja de IA, ¡y yo también!”, alerta Spencer. A su vez, avisa sobre el riesgo de comprar ciegamente la idea de Altman y Zuckerberg sobre la necesidad de esas infraestructuras. “Tampoco doy por sentado, como muchos otros, que la IA generativa sea automáticamente una tecnología de propósito general como la máquina de vapor, los ordenadores o la electricidad, solo porque haya un enorme despliegue de infraestructura debido a la publicidad exagerada”.

La explosión

“Hay una burbuja de la IA y ya estalló: la burbuja de decir que hay una burbuja”, expuso esta semana un informe del departamento de investigación del Deutsche Bank. El principal banco alemán ya confirmó en otro análisis este verano que “las valoraciones estaban siendo excesivas según varios indicadores”. En este, se centra en un mensaje compatible: “El auge de la IA se frenará, pero puede que no estalle. Y aunque pueda haber una burbuja, el momento en que todos la identifiquen podría ser precisamente el momento en que sea menos probable que explote”.

“Las burbujas no son procesos lineales y ordenados. Normalmente, se inflan en varias oleadas intercaladas por caídas dramáticas”, avisa.

Aunque pueda haber una burbuja, el momento en que todos la identifiquen podría ser precisamente el momento en que sea menos probable que estalle

Deutsche Bank

Para apoyarlo, el departamento de investigación del banco hace un repaso por las principales burbujas económicas del pasado, empezando por la del primer Internet. “En la burbuja puntocom, el índice tecnológico Nasdaq subió y cayó más de un 10% en siete ocasiones en los cinco años previos a su máximo del 10 de marzo de 2000. Siguió disparándose mucho después de que hablar de ”burbuja“ fuese algo común”.

“La caída del Nasdaq desde su máximo tampoco fue lineal ni inmediata. El índice perdió más de un tercio en 10 semanas, luego recuperó dos tercios de esas pérdidas, para finalmente descender en forma de sierra hasta una caída total del 78%”, continúa el Deutsche Bank, que incluye un repaso de la duración de las mayores burbujas de la historia. La de las puntocom, la más cercana y similar a la IA, fue una de las más duraderas.

El informe del banco alemán no cita cuándo habría comenzado la actual burbuja de la IA. Menos aún sobre cuándo explotará: “Acertar con el timing de los mercados es notoriamente difícil. La evidencia sugiere que mantenerse invertido a largo plazo es la mejor forma de capturar la prima de riesgo que compensa a los accionistas. Las caídas rara vez son consistentes, ya que las emociones intensas provocan volatilidad en ambas direcciones”.

La última pregunta es a quién se llevará por delante la burbuja de la IA cuando estalle. Sobre esta cuestión se mostró preocupado Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de EEUU. No en vano, son sus grandes empresas las que más arriesgaron en la inversión en esta tecnología. “Estados Unidos está experimentando una cantidad inusualmente grande de actividad económica gracias al desarrollo de la IA”, dijo Powell en septiembre.

Tan solo siete compañías, las siete magníficas (Microsoft, Nvidia, Apple, Google, Meta, Amazon y Tesla), representan un tercio del valor del S&P 500, el índice bursátil que agrupa a las 500 mayores empresas cotizadas de EEUU. Todas ellas, salvo Apple y Amazon, ligaron su futuro al éxito de la inteligencia artificial. “Aquí el riesgo, al menos para una empresa como Meta, está en no ser lo suficientemente agresivo, en lugar de en ser demasiado agresivo”, defiende Zuckerberg.

“Además, no estamos al borde de la quiebra ni nada por el estilo, ¿verdad?”, prosigue el fundador de Facebook: “No somos una de estas empresas como OpenAI o Anthropic que recaudan dinero para financiar su crecimiento y, ya sabes, obviamente abre la pregunta de hasta qué punto podrán seguir recaudando dinero”.

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