Golpe amortiguado: la oposición sanciona la reforma de la Ley de DNU pero le introduce modificaciones y vuelve al Senado

elDiarioAREl Diario Ar09/10/20255 Views

Con 140 votos a favor, la oposición modificó la ley que regula los DNU y le quitó, así, una de las principales herramientas a Milei. Pero no fue una derrota total: Menem y Ritondo torcieron voluntades y lograron hacer caer uno de los artículos, lo que lleva a que la ley tenga que volver a la Cámara alta. El gobierno ganó tiempo.

Martín Menem pudo respirar tranquilo. La Cámara de Diputados sancionó la reforma de la Ley de DNU, la mayor amenaza para la gestión libertaria, que verá limitada su facultad para gobernar vía decreto. Sin embargo, pese a la derrota, La Libertad Avanza pudo conseguir otra cosa: tiempo. El Gobierno llamó a gobernadores y pidió misericordia a los ex aliados y se anotó una pequeña victoria: la indtroducción de modificaciones a la ley que, ahora, tendrán que girar al Senado.

Fue una derrota aplazada que, en las entrañas de la bancada libertaria, se celebró como un triunfo colosal. Cristian Ritondo festejó en el recinto cuando el tablero dio, durante la votación en particular, que la Cámara de Diputados rechazaba el artículo 3 de la ley. El Gobierno no había logrado evitar la sanción de la ley en general -que se aprobó con 140 votos a favor, 80 en contra y 17 abstenciones-, pero sí había logrado introducir modificaciones en el proyecto y dilatar, así, el triunfo opositor.

Martin Menem pudo celebrar

La oposición perdió 13 votos entre la votación en general y la votación en particular que habilitó el alivio del Gobierno. El artículo 3 era el que establecía el plazo de 90 días para tratar el DNU en el Congreso: era uno de los puntos más rígidos de la reforma de la Ley de DNU, ya que establecía que, si los decretos no se trataban en el Congreso durante ese período de tiempo, este se caería. El resto de los artículos, entre los que se incluía el que fijaba la obligatoriedad de que los decretos se aprueben en ambas cámaras del Congreso para ratificarse, fueron aprobados. 

Fue clave el cambio de postura de los lilitos, como Juan Manuel López y Marcela Campagnoli. También el de los ex libertarios del bloque Coherencia, Oscar Zago, Eduardo Falcone, Carlos D’Alessandro y Gerardo González. También los PRO rebeldes Hector Baldassi, Sofía Brambilla y Álvaro González. También la peronista Tanya Bertoldi terminó cambiando su voto, así como los radicales Fabio Quetglas y Melina Giorgi. 

Facundo Manes junto a Pablo Juliano

Hasta Facundo Manes, que al principio de la sesión había protagonizado un cruce con Menem, terminó cambiando su voto: pasó de afirmativo a ausentarse en la votación. Horas antes, Manes había acusado públicamente a Menem de haberlo amenazado para no dar quórum: una denuncia que fue rápidamente rechazada por el presidente de la Cámara de Diputados, quien organizó una conferencia de prensa para desmentirlo. 

“Fue puro show”, mascullaban en las filas opositoras, en donde tuvieron que rumiar una victoria a medias. 

Lo que no se puede ganar, se empata

La reforma de la Ley de DNU era el mayor temor de Menem, lo único que quería boicotear mientras durase la temporada de goleadas de la oposición al Gobierno. Durante los días previos a la sesión, el Gobierno levantó el teléfono para llamar a todos. A gobernadores y a aliados radicales. A lilitos y pichettistas rebeldes. Lisandro Catalán, Guillermo Francos y Menem llamaron hasta a enemigos declarados con los que no hablaban hace un año. Ex PRO heridos, radicales opositores, peronistas “razonables”: el Gobierno los llamó a todos.

El objetivo era evitar una sanción antes de las elecciones. Si no se podía ganar, había que dilatar la derrota. El Gobierno descontaba utilizar el veto presidencial si la ley se sancionaba, pero necesitaba no exponer su debilidad antes de las elecciones. Estados Unidos estaba mirando, y una reforma de la ley que regula una de las principales facultades del Ejecutivo levantaría las alarmas. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, reclamaba gobernabilidad a cambio del salvataje financiero y el Gobierno temía que la reforma de la ley aportara una nueva postal del desgobierno de Milei.

Lilia Lemoine, espera

Fue un juego doble, contradictorio. Mientras Menem y Ritondo negociaban y seducían, la bancada libertaria encaraba un tono belicoso. Mientras, a un costado, el jefe del bloque PRO intentaba torcer las voluntades de los ex aliados, los legisladores libertarios disparaban la munición gruesa contra aquellos sectores que el Gobierno necesitaba seducir: radicales deloredistas, PRO rebeldes y los lilitos de la Coalición Cívica. 

Empezó Fernando Iglesias. “¿Ahora se levantaron todos alberdianos? No me asombra del kirchnerismo, me asombra de la coalición del déficit”, masculló el PRO devenido en libertario, y agregó: “¿De qué hiperpresidencialismo hablan? Síndrome de Estocolmo tienen. ¿Cómo le vas a creer al PJ, Lilita? Es una ley golpista y destituyente”.

Los potenciales aliados lo miraban sorprendidos. “Hermano, necesitás su voto. Dicen que quieren empezar a hacer política, pero hacen cualquier cosa”, masculló, irritado, uno de los diputados que el Gobierno había llamado durante toda la semana. 

Cristian Ritondo conversa con Rodrigo de Loredo

Los diputados libertarios continuaban arremetiendo, sin embargo. “Dicen que LLA y el kirchnerismo son lo mismo. Es lo mismo el que vota con el kirchnerismo”, arremetió el libertario Santiago Santurio, en tono electoral. 

El resto de los diputados violetas del PRO y de LLA acusaban de “golpistas” a los peronistas y de “cómplices” a los ex cambiemitas. Algunas de las balas entraban. El lilito López, que después se abstendría durante la votación en particular, aprovechó para acusar a Cristina Fernández de Kirchner de haber “abusado” también del uso de DNU. 

El titular de la bancada peronista, Germán Martínez, interrumpió el debate para quejarse. “Dejen de hablar de golpismo, de desestabilización. ¿El senador Alfredo de Angeli es golpista? ¿Goerling Lara es golpista?”, ironizó, enumerando a los senadores del PRO que había aprobado el proyecto hace unas semanas. Iglesias, risueño, se encogió de hombros. 

Lourdes Arrieta y Marcela Pagano, opositoras duras

La discusión giraba en torno a los alcances de la reforma, que limita las facultades del Ejecutivo para legislar vía decreto. La iniciativa modifica la ley que regula los DNU sancionada durante el 2006, durante el gobierno de Néstor Kirchner, y que le daba una elevada discrecionalidad al presidente. “No es el instrumento, es como se ha usado”, insistía la massista Mónica Litza.

Sobre el final, sin embargo, la oposición pudo celebrar haber sancionado la ley. Pero se quedó con las ganas de asestarle una derrota contundente al Gobierno. La ley ahora girará al Senado, que deberá definir si aceptar o no las modificaciones. En un contexto de debilidad política y desgobierno generalizado, Menem festejó como si hubiera logrado aprobar la Ley Bases.

MC/CRM

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