De esto (casi) no se habla

¿Recuerda la primera vez que vio porno? La pregunta de la entrevistadora confronta a los entrevistados con sus inicios: la tarde en que uno faltó al campeonato de natación del colegio porque un compañero había conseguido una película de la actriz Rachel Ryan o cuando otro vio de refilón el videíto que le mandaron a su padre en un grupo de chat y pensó que se le abría un mundo. En el libro Porno, recién publicado acá, la escritora inglesa Polly Barton entrevista a diecinueve personas de distintos géneros, países y edades para que cuenten su vínculo con la pornografía, el contenido más consumido en internet y uno de los negocios más lucrativos del entretenimiento pero aun así silenciado, y en el acto concibe una historia oral.

¿Recuerda la primera vez que vio porno? La pregunta de la entrevistadora confronta a los entrevistados con sus inicios

Vergüenza, culpa, asco, sorpresa, curiosidad: el porno provoca todo eso, pero también fantasías y deseos de los que nadie habla. “El silencio sobre el tema no parecía neutral ni elegido, sino opresivo, impuesto, algo de lo que quería deshacerme”, escribe Barton, que debió superar su propia sensación de bochorno: “Resulta extraño hablar del silencio en torno al porno cuando este es, hoy por hoy, algo tan omnipresente”. Según la revista Forbes, el negocio del cine porno factura unos 60.000 millones de dólares anuales a nivel mundial aunque es dificilísimo calcular porque hoy está atomizado en infinitas producciones. Si en el pasado reciente el porno era un lugar al que había que ir (la epopeya hacia el kiosco de revistas, el cine de la estación o el cuartito del fondo en el videoclub), en esta época el porno viene con uno: es portátil. El contenido XXX se derrama en un celular con plan de datos, late en el bolsillo, inunda el scrolleo ocioso. Está siempre al alcance de la mano.

Sin embargo, los estudios culturales ignoran el porno. Resuelta a paliar la falta, Barton recopiló citas de novelas y ensayos, así como fragmentos de la teoría crítica de Roland Barthes, Virginie Despentes y Rebecca Solnit, entre otros, y después se sumergió en las “pornocharlas”, tal como las llamó: conversaciones íntimas y confesionales con personas identificadas con números en las que Uno, por ejemplo, dice “mi pareja sabe que veo porno, se lo he mencionado en broma, pero por su reacción me da la impresión de que probablemente, en lugar de hacerle partícipe, le avergüenzo” o Cuatro confiesa: “No quiero ni necesito realismo en el porno que veo. Quiero algo arquetípico”. ¿Un semental negro o una rubia inflada? En las conversaciones de Porno surgen temas muy actuales derivados de la masificación del género, como la exotización y la etnitización (el porno asume por defecto que el espectador es un hombre blanco), las dinámicas de poder en una narrativa donde el varón generalmente domina y la mujer es sometida, los falsos ideales corporales o las posibilidades comerciales de plataformas como OnlyFans que convierten a un desinhibido en un emprendedor. Igual que en cualquier género de la cultura popular, la duda es pertinente: ¿existe el potencial para pensar una ética del porno?

Tenemos que hablar. En sus “pornocharlas”, los diecinueve entrevistados ofrecen un panorama coral del consumo de una producción sobreexpuesta pero muteada, siempre con los gemidos en sordina. Como dice Cinco, con el porno pasa lo mismo que pasa con el sexo, hablarlo lo hace mejor, porque “avergonzarse solo genera más vergüenza”.

ABC

A.

Las primeras representaciones pornográficas datan del Paleolítico y en la década de 1970 empezó la Edad de Oro del porno debido a su masificación.

B.

Según la ONU, el negocio del entretenimiento sexual genera unos 108.000 millones de dólares por año al sumar el cine y otros medios.

C.

El libro Porno de la inglesa Polly Barton, nacida en 1984, reúne diecinueve charlas donde sus entrevistados revelan sus vínculos íntimos con el género.

Cargando siguiente noticia...
Search Popular
Más vistos
Cargando

Signing-in 3 seconds...

Signing-up 3 seconds...

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad