El Círculo de Bellas Artes hace memoria para recordar al que dirigiera su nueva etapa hace cuatro décadas. Un escultor que se veía herrero, que se dedicó a hacer del pesado metal tenues dibujos abstractos en el aire. Se pretende con esta exposición celebrar dos centenarios, el del nacimiento de Martín Chirino López (1925–2019) y el del edificio que alberga su sede. Ambas historias, la del edificio y la del artista, están vinculadas: en 1982, tras ganar las elecciones el PSOE, el secretario de estado del Ministerio de Cultura Mario Trinidad le propuso ser presidente del Círculo, cargo en el que estuvo hasta 1992; impulsó un proceso de refundación para sacarlo del letargo en que se encontraba. Se convirtió en lumbrera oficial y ya en 1991 tuvo una gran retrospectiva en el Museo Reina Sofía. Antes de esta ahora inaugurada, en 2013 el Círculo organizó otra, ‘Martín Chirino. Obras para una colección’, comisariada por el propio escultor y compuesta por quince esculturas. La muestra actual es una selección algo mayor, acompañada de dibujos y bocetos relacionados, que se centra en los ejes de su trayectoria: el viento, la espiral, el círculo: la forja del hierro como lenguaje poético. Desde piezas históricas como’ Viento 22′ (1963–64) hasta creaciones más recientes como ‘Alfaguara 6. Mesa’ (2000), el recorrido traza un arco temporal que pretende revelar la coherencia de su investigación formal y defender la capacidad de su obra para seguir dialogando con el presente. La espiral —símbolo de origen, energía y movimiento— articula buena parte del conjunto. Con ella, Chirino pretendió convertir lo pesado en ligero, lo rígido en orgánico, abriendo pliegues espaciales que querrían dibujar en el aire una búsqueda constante. La propuesta parte de considerarlo uno de los escultores españoles más relevantes y de mayor proyección internacional. Su trayectoria recoge…
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