
Los incendios que han devastado los montes españoles este verano han evidenciado que el problema ya no está en la extinción, “eso es como dedicar el presupuesto de sanidad al forense”, dicen, sino en gestionar una masa verde que ocupa la mitad de la superficie del país y para ello se necesita dinero, sí, pero también un acuerdo político, que ahora parece imposible, por el que claman miles de propietarios de minifundios y grandes extensiones forestales que tienen algo en común: el abandono institucional. “Esto solo se corrige con medidas a largo plazo, 25 años como poco, un contrato social”, dice el presidente de la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (COSE), el murciano Francisco Carreño, quien lamenta los muchos lugares comunes, prejuicios e ignorancia alrededor de esta materia. La frase con la que se ridiculizaba la campaña antiincendios de los ochenta, “cuando el monte se quema, algo suyo se quema… señor conde”, le trae de cabeza a Carreño: “Que no, que esto no es cuestión de condes, ni de Mario Conde ni de la duquesa de Alba”. Lo explicará en este artículo.





