
Carambola. Juntar un debate de altura intelectual, con reflexiones subversivas de verdad sobre la sociedad y sus estamentos, con un argumento intrigante que atraiga al público convencional, es casi imposible. Ignacio García May lo consigue sobrepasando todo lo que vemos últimamente y tomando el relevo en cabeza de nuestros autores dramáticos en horas bajas. Pierre y Cecil, dos viejos amigos, se reencuentran por casualidad después de muchos años. Hablan de todo un poco a la espera de un misterioso personaje -novelista de culto al que nadie conoce- que nunca va a llegar. ¿O quizá ha estado presente desde el principio? Esa es la intriga, eso es lo que tendrás que averiguar. Pero mientras, escucharás críticas demoledoras al gremio de los novelistas y al de los profesores y al de los historiadores; abordarás una duda existencial sobre lo que creemos real, sobre la autenticidad de la vida social, desde la alta política al vecino de enfrente, sobre las sucesivas falsificaciones de la historia remota y reciente, y sobre todo, sobre qué es la vida, un libro abierto de futuro incierto o un plan trazado de antemano. Esencia es una pieza enigmática, y en eso radica su principal acierto, plantear debates existenciales de enjundia sin doctrina libresca ni recetas ideológicas ni prejuicios morales. Y hacer que la conversación de dos sexagenarios sentados en una mesa de un nebuloso restaurante durante ochenta minutos resulte por momentos apasionante, llena de recovecos sorprendentes, más que amena casi fascinante, algo que cuestione todas tus certezas de forma incisiva, a veces irónica y hasta graciosa. O que las confirme, como le ocurrirá a algunos. Dice el director de la pieza -que es también director del Teatro Español desde hace alguna temporada- para explicar su ‘necesidad imperiosa de llevarla a escena’ que ‘la voz de Ignacio García May…
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