
En toda guerra, o surge alguien inteligente y con mirada amplia que llama a los contendientes a hacer las paces, o bien uno de los dos bandos aniquila al otro o, en el mejor de los casos, lo somete. También existe la idea, nuevamente inteligente, de que no hay que comenzar las batallas —ni siquiera las guerras— que no se pueden ganar. Pero no voy a hablar de ningún conflicto bélico, sino del evidente enfrentamiento que existe entre algunos jueces y el Gobierno y, en parte, el Parlamento con la actual mayoría en el Congreso.






