
Alondra de la Parra (Nueva York, 44 años) lleva casi dos décadas moviendo la batuta delante de algunos de los mejores músicos del mundo. Una carrera ambulante que la ha llevado a dirigir como invitada a más de 100 orquestas en más de 20 países: de la Sinfónica Nacional de México a la Orquesta Nacional de España, pasando también por la Filarmónica de Tokio, la de Londres, San Francisco, Berlín o Milán. Hace un año pausó ese periplo musical para aparcar en Madrid y dirigir musical y artísticamente —con un contrato de tres años— a la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (Orcam). Un proyecto que estrenó el mes pasado su segunda temporada y que le ha permitido “entablar una relación a largo plazo y crear confianza” con los músicos. Pero que también la ha obligado a bucear entre las fricciones laborales cotidianas de un gremio habitualmente desfavorecido y entre la inevitable burocracia de una institución pública que lucha por ganar relevancia.






