Andrés Feliz tiene una mirada clara y profunda. Esos ojos vieron muchas cosas que un niño no debería ver, pero que era imposible evitar cuando la infancia transcurría en Guachupita, uno de los barrios más pobres y peligrosos de Santo Domingo, la capital de la República Dominicana. Allí nació hace 28 años el base del Real Madrid y allí aprendió a sobrevivir en medio de la delincuencia, las drogas y los tiroteos. La pelota de baloncesto le sirvió para esquivar no solo rivales en la pista sino también las amenazas en la calle. Feliz no olvida nada de aquello, sino que lo tiene muy presente en su carrera y en su vida. Los ojos bien abiertos le sirven para desempeñarse con atrevimiento y carácter en la dirección del juego del Real Madrid, que este domingo comienza la ACB ante el Gran Canaria (12.30, Dazn) en el Movistar Arena.