Artista y diseñadora, en su taller en Buenos Aires creó un vestido de seda que Sarah Jessica Parker eligió para vestir a Carrie

En la escena final del primer episodio de And Just Like That, Carrie Bradshaw vuelve a escribir. Es un instante breve, pero poderoso: el teclado suena, la cámara se acerca, la voz de la protagonista se funde con la tela que la envuelve. Esa prenda, un vestido vaporoso, pintado a mano, nació a 7400 kilómetros de Manhattan, en un taller de Buenos Aires donde Florencia Peña mezcla pigmentos sobre seda como quien escribe poesía con las manos.

Hija menor de cuatro hermanos, criada entre mudanzas, abuelos apasionados y una educación inglesa rigurosa, Florencia creció rodeada de libros ilustrados, tapices antiguos y una curiosidad inagotable por el color. “Había mosaicos, cerámicas japonesas, retratos…”, recuerda. En ese universo de texturas y tonos se formó su sensibilidad, esa que años después transformaría en una marca capaz de viajar de un lienzo a un guardarropa.

Artista plástica de formación, exploradora de los materiales y del espíritu, Florencia creó Fabrics of Colours como una fusión entre arte, moda y energía vital. Su historia está hecha de intuiciones, encuentros, búsquedas y un largo camino de autogestión.

–¿Cuál fue tu primer contacto con los colores, las telas y la moda?

–En mi infancia excepcional. Creciendo en la casa de mis abuelos, una construcción italiana del 1800, los mosaicos, los grabados, las pinturas, los retratos, los paisajes europeos, los libros ilustrados de colección y las cerámicas japonesas me causaban una gran impresión. Muchos de los recuerdos que me vienen anclan allí. También los tapices y piezas de todo el mundo que tenía mi abuela paterna en su casa.

–¿Qué lugar ocupaba la ropa entonces?

–En el campo, cada día tenía etapas marcadas: salir temprano con botas de agua, volver y sacarse todas las capas, prepararse para la cena con ropa especial. Mi abuela tenía vestidos espectaculares y una gran sensibilidad por los tonos fríos, una elegancia natural. Eso me fascinaba. Ya de pequeña para mí era crucial lo que usaba cada día. No me daba lo mismo con qué botas salía, ni el color. La textura del uniforme escolar me picaba, así que hacía lo posible por combinarlo de una forma que me resultara. Si podía, me cambiaba muchas veces en el día. En mi entorno cercano la ropa era vista como algo superficial, y yo lo interpretaba en silencio con una connotación negativa. No tenía antecedente de nadie en mi familia dedicado a la moda, ni siquiera sabía de ese gran mundo. Durante mi adolescencia, una tía segunda cercana a Paula Cahen D’Anvers me llevó por primera vez a un taller textil. Fue una revelación.

La línea de vestidos diseñados por Florencia Peña son una fusión entre arte, moda y energía vital

–¿De dónde surge tu proyecto?

–Me identifica mezclar colores. Pasé de pintar sobre canvas a hacerlo sobre telas. Estudié Bellas Artes, me especialicé en pintura y empecé Diseño de Indumentaria en la UBA. Encontré en los textiles y el cuerpo un soporte para mi expresión. Mi propuesta es una entrada al mundo empresarial sin renunciar al arte: piezas textiles que fusionan saberes artesanales con innovación tecnológica. Estuve muchos años experimentando con textiles desde mis tiempos en Londres. Buscando materiales más nobles, comencé a trabajar las sedas. Aprendí de tintes naturales y sus posibilidades junto a Luciana Marrone. El proyecto tomó fuerza cuando me desvinculé de una marca de lujo para la que trabajaba. Hasta entonces lo hacía solo los fines de semana. Una amiga me contrató part time y apoyó mi lanzamiento profesional hasta que pude dedicarme por completo.

–¿Cómo despegó?

–Hice cenas en casa e invité amigos. Abrí mi espacio creativo, sin saber si mis telas serían prendas. La gente empezó a usarlas, a descubrir sus posibilidades. Cada feedback fue oro. Las vendí. Así empezó mi trabajo. Desde entonces, la comunidad de Buenos Aires me apoyó muchísimo. El Four Seasons comenzó a exhibir mis prendas en el spa, algo que me dio una enorme visibilidad.

-¿Qué obstáculos enfrenta la moda?

–Los canales de comunicación y venta que me ayudaron a planificar. No quería producción masiva ni consumo irresponsable. Mi primer obstáculo fue encontrar mi voz. Estaba creando algo distinto a lo que había hecho antes. Después, vino el desafío de producir piezas de lujo en la Argentina, que es un acto de fe en lo imposible. Por eso empecé a moverme internacionalmente: Uruguay, España, Londres, México, Japón, Estados Unidos.

El vestido diseñado por Florencia Peña elegido por la estilista de

–¿En qué momento sentiste trascendencia con tu obra?

–En 2016, al entrar en el Spa Cielo. Me dio un prestigio enorme. Durante tres años recomendaron a sus huéspedes visitar mi taller y el de Juan Carlos Pallarols. También hice pañuelos para el uniforme de los concierge. Más tarde, cuando mis prendas comenzaron a venderse en Estados Unidos, sentí que la marca trascendía mi propia historia: las piezas hablaban por sí mismas.

–¿Cómo llegaste a And Just Like That?

–Algunos diseños estaban expuestos en Miami. La estilista los vio y me contactaron por Instagram. Hubo un ida y vuelta de varios meses. Envié piezas y seleccionaron un vestido que le gustó a Sarah Jessica Parker. Lo usó en el final del primer capítulo, en un momento íntimo y conmovedor: cuando Carrie escribe en su diario. No tenía expectativas de que eligieran alguna de mis prendas, y menos para el personaje principal. El mercado internacional es tan grande que una se enfoca en mejorar cada día. Verlo fue un pellizco de realidad: ese “wow” que mezcla lo épico con lo cotidiano. Una prenda bella que cubre un cuerpo, pero también un puente entre mundos. Sentí un agradecimiento inmenso.

–¿Qué te inspira a la hora de elegir las paletas?

–Es un proceso intuitivo, visual. Me muevo entre distintas temperaturas de color. La naturaleza influye mucho. Me gusta jugar con los puntos focales, como en el cine, para que la prenda tenga movimiento propio. Mi búsqueda espiritual es parte del proceso. Intento elevar la conciencia y transmitir sentimientos de honor, amor y compasión. Trabajamos con mi equipo en detalles que sumen. Me gusta invitar al juego, al humor, a la sorpresa. En el camino aprendí a confiar en mi intuición, a ser protagonista, a escuchar y liderar. A equilibrar lo artístico con lo empresarial sin aferrarme al resultado. Para mí el éxito está en vivir lo que vine a hacer, con conciencia y gratitud.

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