Fue un instituto y ahora es un pueblo. Las aulas se han transformado en habitaciones. El patio, en un almacén al aire libre donde se acumulan bicicletas, neveras, mesas, sillas, cintas de correr, tendederos y cualquier objeto con partes metálicas: la chatarra es la principal actividad económica de este enclave africano en Badalona (Barcelona, 227.083 habitantes) habitado por más de 400 personas y que, pese a la amenaza de desalojo, crece día tras día. Los residentes del antiguo centro de enseñanza B9 han forjado en dos años una pequeña comunidad, con sus reglas de convivencia (el patio como ágora donde dirimir conflictos), sus representantes (seis hombres, uno por cada nacionalidad del África subsahariana con presencia en el asentamiento) y hasta sus modificaciones urbanísticas: las aulas se han quedado pequeñas para acoger al creciente número de migrantes desarraigados y el poblado se ha apropiado de un patio anexo, un arrabal formado por chabolas de chapa y madera de autoconstrucción.