Juan Pazo se defendió de las acusaciones por las irregularidades en sus declaraciones juradas y se cruzó con los diputados de la oposición.
“Bertie” Benegas Lynch tuvo que hacer malabares para proteger al titular de ARCA, Juan Alberto Pazo, en la comisión de Presupuesto. Caído en desgracia José Luis Espert, el baterista de Javier Milei es ahora el encargado de defender la estrategia oficial de resistir hasta las elecciones: el Gobierno fantasea con una nueva era de consensos después de diciembre, y teme del poder del Congreso hasta entonces. La oposición, sin embargo, logró avanzar con un emplazamiento del debate del Presupuesto y el Gobierno se ve obligado a enviar funcionarios a exponer que, más que consensos, terminan generando broncas.
La reunión con el titular del ARCA, que comenzó poco después de que fracasaran las sesiones para interpelar a Karina Milei, Mario Lugones y Luis Caputo, empezó mal. “Soy el administrador de los recursos tributarios, no el armador del Presupuesto”, arrancó advirtiendo Pazo, ante la mirada atónita de los diputados, y pasó a defender el proyecto de inocencia fiscal.
“No, no. Ordene presidente, está hablando de cualquier presidente. Es como si yo me pusiera a hablar de los departamentos no declarados de Juan Pazo, no tiene nada que ver”, arremetió el jefe de la bancada peronista, Germán Martínez, aludiendo a las irregularidades de las declaraciones juradas del funcionario que fueron reveladas por elDiarioAR y que están siendo investigadas por la Justicia.
“Yo tengo declarados todos mis ingresos. Trabajé toda mi vida, no como usted. Tienen que probar trabajando, es una actividad muy gratificante”, le respondió, irritado, Pazo. “Bertie” intentaba mediar, llamaba a los diputados por su nombre de pila, les pedía ordenar el debate, pero no había manera: la exposición estaría cruzada, de principio a fin, por la falta de respuesta oficial y la indignación opositora.
El principal punto de discusión en la exposición giró en torno a la baja temporal de las retenciones. “¿Quién va a tomar la decisión de bajar impuestos, ¿ustedes o Scott Bessent?”, ironizó Leandro Santoro (UxP).
“Fue una medida excepcional en un momento de crisis financiera y cambiaria que se produjo porque en este recinto se quiso vulnerar una de las patas más importantes que es equilibrio fiscal”, respondió Pazo, generando una nueva ola de gritos. “Caradura”, le empezó a gritar Vilma Ripoll (FIT).
Lejos de bajar la tensión, Pazo provocó: “Fue una medida que sirvió a los productores. Es una cuenta aritmética. Estamos en la comisión de Presupuesto. Si quiere lo explico con manzanas”. El radical formoseño Fernando Carbajal se levantó indignado y, después de unos minutos más de gritos, Pazo tuvo que pedir disculpas y explicar que se refería a que el valor de la soja había crecido de 290 dólares a 350 dólares, luego de la baja temporal de las retenciones, y que eso había beneficiado a los productores. Y no solo a las exportadoras.
Después de eso, Pazo no pudo dar muchas más precisiones –pidió que le hicieran las preguntas al secretario de Hacienda, Carlos Guberman– y apostó a sostener un discurso político contra la gestión anterior. Ante las preguntas sobre el gasto tributario, es decir las exenciones impositivas, solo atinó a responder: “No se a quién hay que cobrarle más impuestos. Dejaron el 50% de pobreza, 1,5% inflación diaria, 12 mil palos de reserva negativa en el BCRA. Y hoy tenemos una Argentina distinta y sobre esa base vamos a construir”.
Luego, defendió la política social de la Asignacion Universal por Hijo (AUH). “Estamos muy orgulloso que la AUH crezca por encima de inflación, que es lo que nos permitió sacar a 12 millones de la pobreza”, estaba diciendo el titular del ARCA, y Victoria Tolosa Paz lo interrumpió: “¿Entonces por qué lo desengancharon (al índice de actualización)?”. Pazo se removió, incómodo.
“Bueno primero hay que poner por encima el orden macroeconómico. Se genera un bache en el medio y tenemos el riesgo de volver a recetas del pasado que no nos llevaron a un lugar demasiado feliz”, atinó a responder.
Minutos después se levantó y se fue. Lo siguieron los diputados, risueños e irritados. Los tiempos de consenso político aún no habían llegado.
MCM/MG
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