Catamarqueñas y feministas, todas reinas

elDiarioAREl Diario Ar04/10/20259 Views

Está a punto de estrenarse un notable documental de la joven cineasta Male Fainsod que refleja con calidez el avance del feminismo en el interior, la victoriosa resistencia a los típicos concursos de belleza (femenina) en los colegios secundarios.

Gratísima sorpresa puede deparar a un público de buena voluntad y cabeza abierta, en salas de CABA, el visionado de un film titulado Entre reinas cuyos personajes son personas de la vida real, la mayoría viviendo actualmente en Catamarca. Todas mujeres tomando la palabra. Mujeres de distintas generaciones que revisan su pasado y hablan de su presente en relación con la exigencia, que todavía oprime a muchas, de ser consideradas lindas para la mirada masculina mas estereotipada y chapada a la antigua.

Esa mirada que desde hace más de un siglo es la que decide a quién coronar en los certámenes de belleza que, en mayor o menor escala, se realizan en Occidente desde hace poco más de un siglo, en forma regional o mundial. Eligiendo a la Reina de la Uva de un pueblo o a la propia Miss Universo.



Un toque de historia

Podría aventurarse que los concursos de lindura (femenina) arrancaron en la Antigua Grecia y su mitología, en un episodio que antecedió a la Guerra de Troya, dando origen a la expresión aún vigente de la “manzana de la discordia”. Sucedió cuando la resentida Eris, hija de Zeus y de Hera, se presentó en una boda a la que no había sido invitada y lanzó una manzana de oro del Jardín de las Hespérides con la inscripción “Para la más hermosa”. Se la disputaron Afrodita, Atenea, la propia Hera, pero el patriarca Zeus decidió que el príncipe París eligiera a la ganadora, que resultó ser Afro, diosa del amor que le había hecho el enganche con la más linda del mundo mundial de ese entonces: Helena de Esparta, luego causante sin querer de la famosa guerra donde ardió Troya.

Jugando a ser reina.

Siglos más adelante, hubo en Europa festejos donde se premiaba a las chicas bonitas y virtuosas, gesto que se volvió costumbre y fue deviniendo concurso de belleza, olvidando la virtud. Pasaron varios siglos y ya en 1920 aparece la primera Miss Francia, y en 1921, se elige una Miss América (en Estados Unidos). Ya en 1928, entre las jóvenes de varios países, se corona una Miss Europa. Finalmente, en los ’50 del siglo pasado se determinaron las condiciones para aspirar al título de Miss Universo, un concurso que empezó a tambalear en este siglo, feminismo mediante, por considerar cada vez más anacrónica la exaltación del convencional ideal de belleza física como el más altor valor femenino.

En 1955, nuestro país tuvo su Miss Argentina en una era de glorificación de las curvas rotundas (y naturales): Isabel Sarli, luego musa nudista a su pesar de Armando Bó.

Desde el principio, los organizadores de estos certámenes bajaron línea a las mujeres: no menos de 1,70 metros, esbeltez perfecta, rostro simétrico, acentuada juventud… Amén de coronar a una reina, había un premio consuelo para dos princesas, todas exhibidas en traje de baño, vestidos glamorosos, tacos altos, maquillaje y peinado a tono con la moda del momento. Llegando el XXI se sumó el CV de profesional o al menos de estudiante, cosa de actualizarse. Pero siempre ejerciendo un control sobre el cuerpo femenino (los intentos de hacer concursos de varones guapos no prosperaron).

Póster de Entre reinas

El quiebre se produjo en 2018

Lo singular y muy estimable del doc Entre reinas es que, entre otros hallazgos, nos revela la existencia de un feminismo sincero, comprometido, apasionado en una provincia del norte, de corte conservador, de la que en la capital se reciben muy escasas referencias mediante el cine, la televisión, la prensa. Por ejemplo, del estado de cosas relacionadas con el movimiento feminista de esa zona, de la transformación que se ha producido en este siglo, particularmente entre las mujeres jóvenes.

 Y yendo al punto de este estreno, de ciertos logros conquistados en muchos colegios de Catamarca respecto de un logro que podría sonar frívolo pero que guarda una enorme significación para la afirmación de una identidad autónoma de dictados y normativas restrictivos: la tendencia a abolir los concursos de belleza, de simpatía, de elegancia llevados a cabo tradicionalmente en el último año del colegio secundario.

Dicha revocación tuvo lugar primeramente gracias a la iniciativa de un grupito de chicas que aparecen en Entre reinas, hoy pisando los 30, que a los 17 empezaron a tomar conciencia de que esas competiciones era un pretexto para exhibirlas, juzgarlas. Que participar, desfilar no era lo que correspondía a sus deseos, que ser miradas de ese modo representaba lo que Pierre Bourdieu llamaría “una suave violencia”. Y empezaron a tomar distancia, a desobedecer.

Y hoy, en el doc, Maga, la hermana menor de la directora Male puede decir a cámara: “Desfilar para que te digan qué tan linda estás es un momento de mierda”. Y mira la portada de un diario local que da cuenta de la rebelión: “Reinas somos todas”, dice el titular sobre la negativa del grupo de chicas a que se seleccionara solo una. Mientras que más arriba se puede leer: “Mató a su mujer y cuando llegó la policía se disparó”. La presión por competir entre mujeres, y la violencia más brutal de género en la misma página. 

Maga señala: “Junto al concurso estaba el tema del mariposón, los chicos del curso que se vestían con ropa de mujer, se pintaban, se hacía los maricones o actuaban como personas trans. Nunca entendí bien cuál era el chiste. Sí que se burlaban del ser mujer”. Maga la tiene reclara, usa las palabras justas, comprende que es una privilegiada por ir a un colegio privado e imagina que, quizás, a chicas de otras escuelas las ilusione ese concurso. Pero a ella, a los 17, le cayó la ficha: “El derecho al aborto, la sororidad, el haber sido abusadas, la masculinidad…”, enumera entre lágrimas y su emoción es contagiosa. “Las primeras marchas éramos cinco; pero en 2028 ya éramos muchas, nos organizábamos”.

Diarios de la época sobre el concurso de belleza.

Antes de ella, en el film, cuatro compañeras del secundario de Male -Ana Sofi, Lu, Martu- recorren instalaciones del colegio dejando aflorar recuerdos, intercambiando opiniones, comentando el desfile que se hacía previo a la elección. Como en otros momentos de Entre reinas, la directora intercala secuencias ilustrativas de la situación aludida, que registró cuando apuntaba su vocación de cineasta. 

Más adelante, los testimonios de tías y primas; la madre canchera, Gabi, que lee algunas líneas de su diario íntimo de adolescente donde le rogaba a Dios que dejaran de decirle Superporky, menciona el tema recurrente de las dietas, la idea de siempre tener que bajar cinco kilos… La encantadora abuela que a los 14, en la playa, fue empujada a ser Reina de la Playa en San Clemente del Tuyú, y el recuerdo no es feliz.

Extraordinarias la frescura, la espontaneidad, la llaneza que Male Fainsod consigue de sus queridas entrevistadas. Nunca en el rol de cabezas parlantes, siempre como si no estuviera la cámara de Romina Ferreyra, cuya sensibilidad, así como la del codirector Tomás Morelli, Malena destaca en los reportajes.

La directora, egresada de la ENERC donde ahora es docente, pasó su primera infancia en San Clemente del Tuyú -hacia donde viaja con las mujeres de su familia que hablan sobre la película que se está haciendo-, antes de mudarse a Catamarca. La adolescencia no fue fácil en una sociedad tan tradicional y católica donde había que hablar suave, no desentonar con el vestuario… La jovencita se refugió en un grupo que hacía teatro, donde se departía con más libertad. Y a los 18, partió a estudiar a otra provincia. “El 2018 fue un quiebre en Catamarca”, dice ahora. “Empezaron las marchas, las chicas eran mal miradas si llevaban el pañuelo verde, pero la fuerza colectiva fue creciendo, nos dimos coraje entre todas. Había comenzado el cambio”.

La abuela da su testimonio.

Actualmente, Malena Fainsod no vive en aquella provincia, pero sí lo hacen su familia de mujeres, muchas amigas. Hay agrupaciones feministas, hacen rondas, marchas, activismo. El proyecto del doc Entre reinas creció sobre la marcha. MF se fue alejando del inicial lugar teórico, de la intelectualización. Los testimonios la llevaron a conectar con lo emocional, “tan importante para pensar la problemática real de la las mujeres, para aceptar nuestro propio cuerpo sin condicionamientos externos”. Entonces, no se sujetó estrictamente a la estructura del guion. Filmó las entrevistas durante un año, la mayor parte en Catamarca. Hubo dos meses de edición, y ya en las instancias finales, sumó su propia voz en off. El afiche remite al viaje en coche hacia San Clemente, a la preciosa escena en que bailan jubilosas en traje de baño Maga, Male, madre y abuela. Edades y cuerpos diferentes, todos cobrando belleza en su vitalidad, en su alegre complicidad.

“Entre reinas”, se exhibe en el cine Gaumont, y a partir del 16/10 se dará en el Cosmos.

 

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