El encuentro es un viernes en horario laborable en uno de los nuevos hotelazos de superlujo de Madrid, el Mandarin Oriental Ritz. Los interesados comienzan a entrar a las 10.00 en una sala con alfombra gruesa y paredes cubiertas de madera: un chico bangladesí con una camiseta del Real Madrid, un joven español que trabaja para un fondo de inversión pero también hace sus compras personales o una rusa con tacones afincada en la capital española que llama a Dubái “su segunda casa”. Suena música techno y se sirven café y pastelitos. Se forman corros en los que pronto queda claro que Madrid se le ha quedado pequeño a estos inversores. Se habla de que Polonia es un buen sitio para comprar porque “va como un tiro”, pero al poco se acercan los “brokers” (agentes inmobiliarios) para poner orden en esta partida de Monopoly. Aquí toca hablar de Dubái.