
MAR DEL PLATA.- Hace algo más de siete años que no llegaba a la Argentina una nueva película de Pablo Trapero. El estreno, en agosto de 2018, de La quietud interrumpió un ciclo en el que uno de los grandes artífices del llamado Nuevo Cine Argentino cumplía con religiosa regularidad, presentando un nuevo largometraje cada dos o tres años.
Después de La quietud, tal vez la película más incomprendida de la carrera local de Trapero, llegó la pandemia, y después de ella la decisión del realizador de establecerse con su familia en el exterior a partir de las ofertas de trabajo que recibía para ponerse al frente de producciones internacionales, sobre todo en el mundo de las miniseries concebidas para el streaming.
Ahora, seleccionada en la competencia internacional del Festival de Cine de Mar del Plata de este año, acaba de abrirse la primera oportunidad de ver &Sons, la creación más reciente de Trapero (radicado en los últimos años en la ciudad italiana de Milán), que a la vez es su primer largometraje hablado en inglés.
Se trata de una producción entre la Argentina, Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá que contó con un gran número de productores de nuestro país, con Axel Kuschevatzky al frente, junto a Patricio Rabuffetti, Ralph Haiek, Diego Kolankowsky, Juliana Wates, Alejandro Guillermo Roemmers y el propio realizador, entre otros.
&Sons se inspira en la conocida novela de David Gilbert (que se sumó al proyecto también como productor ejecutivo) y fue escrita por Trapero y Sarah Polley, la ganadora del Oscar en 2023 a mejor guion adaptado por Ellas hablan.
La gran figura de &Sons es el gran actor británico Bill Nighy, cuya presencia central llevó a algunos observadores -luego del paso de la película por los festivales de Toronto y Londres- a asignarle chances potenciales de alguna nominación importante en la próxima temporada alta de premios en el hemisferio norte.
Lejos de sus habituales personajes de caballero de fina estampa británica (contenidos, reflexivos, flemáticos y dueños de una elegante ironía), Nighy encarna aquí al volcánico Andrew Dyer, un famoso novelista hundido en el alcohol y en otras fobias que lo llevan a recluirse en su inmensa casa de campo (la mayor parte del film se filmó en exteriores de Oxford). Hasta que el llamado que le comunica la inesperada muerte de uno de sus más viejos y mejores amigos fuerza su primera salida al mundo en 20 años, lapso en el que también se extiende un interminable silencio literario.

Dyer luce todo el tiempo errático y desaliñado, y pasa el tiempo entre la bebida y los discos de jazz que escucha a todo volumen en una inmensa propiedad llena de libros y apuntes desordenados. A Dyer lo invitan a despedir a su amigo en la ceremonia fúnebre con resultados desastrosos, porque en realidad tiene en la cabeza otra cosa: reunir a sus dos hijos mayores, a quienes no ve desde hace mucho tiempo, para compartir con ellos algo que mantiene guardado desde siempre e involucra al hermanastro adolescente de ambos, el único que todavía convive con el anciano.
Ese secreto, que conviene no revelar porque desde allí se dispara un giro absoluto y decisivo en la trama, desencadena toda una serie de conflictos y tensiones que al mismo tiempo nos llevan al terreno más conocido de la obra cinematográfica de Trapero, el de las familias en disolución, sobre todo alrededor de la figura poderosa y compleja de un patriarca.
Nighy encarna ese rol detrás de una profusa barba y una melena blanca que le da un aire intelectual a una figura de apariencia casi bíblica. No será la suya la única confesión clave de la trama. Habrá más vueltas de tuerca, sobre todo alrededor de los vínculos entre Dyer y el resto de su familia. Allí están los hijos mayores: Richard, un productor de cine encarnado por Johnny Flynn y Jamie, un artista visual interpretado por George MacKay, uno de los protagonistas de 1917.
El personaje clave del joven hermanastro, llamado Andy, está a cargo de Noah Jupe, unos años después de haber surgido como revelación infantil en las dos partes de Un lugar en silencio, y luego en Ford v. Ferrari. Tendrán apariciones importantes más adelante Anna Geislerová (estrella en la República Checa, lugar del que es originaria) y sobre todo Imelda Staunton como la madre de los dos hijos más grandes del escritor, separada de éste desde hace muchos años.
A Staunton le tocará lucirse en las instancias y las palabras más calmas de todo el relato, que encuentra un equivalente musical en una bellísima canción, Templo, entonada con delicadeza infinita por la entrerriana Noelia Recalde. Son breves pausas en medio de un torbellino que coincide con la mayoría de las apariciones de Nighy, a quien vemos varias veces recorriendo los pasillos de su inmensa casa o en alguna ocasional salida casi siempre con gesto feroz y a los gritos, vociferando su convencimiento de que está a punto de morirse y por eso le urge hacer la revelación que cambiará todo. Buena parte de la acción transcurre en esa atmósfera tensa y agitada, con enfrentamientos verbales a viva voz entre el padre y sus hijos, juntos o por separado.
En medio de toda esa agitación, Trapero busca comprometer al espectador en una decisión clave: creerle o no al veterano escritor cuando finalmente confiesa lo que tenía guardado y pone todo el mundo familiar (y su propia historia vital) patas para arriba, con consecuencias inesperadas y potencialmente terribles para el resto de sus personas más próximas. Al presentar la película en los primeros festivales que la estrenaron, el director de El clan reconoció que nunca hasta ahora había contado una película suya de este modo.
Hubo muchos aplausos entre el público que se sumó a la primera proyección de la película, realizada con muy buena convocatoria en el Teatro Auditorium, escenario en el que se exhiben todas las películas de la competencia internacional del festival. A la salida, mientras comentaban las conexiones directas entre esta película y la obra previa de Trapero (sobre todo Familia rodante), algunos se preguntaban sobre el estreno comercial de &Sons en nuestro país. Todavía no tiene fecha confirmada.

Mientras tanto, Trapero regresó a nuestro país para dirigir (junto con Pablo Fendrik) una miniserie para Netflix sobre las andanzas criminales de Aníbal Gordon, responsable de varios hechos delictivos (secuestros, asesinatos) y sobre todo de actividades políticas al margen de la ley como responsable de la temible Triple A. Rodrigo de la Serna encarna a Gordon en esta producción que tiene al reaparecido realizador de Carancho y Leonera también como showrunner. Mientras el rodaje de la serie sigue su marcha, Trapero no pasó por Mar del Plata para acompañar la presentación de su nueva película, una de las principales atracciones de la programación del festival de 2025.





