Cuáles son las flores que eligen la noche para desplegar todo su perfume y cómo sumarlas a tu espacio

Hay jardines que se disfrutan a plena luz del día y otros que guardan sus secretos para cuando cae el sol. Cuando la penumbra se instala y el ruido de la ciudad se apaga, ciertas plantas encienden su verdadera magia: liberan perfumes intensos que no compiten con nada más y transforman un patio común en un refugio sensorial.

Son especies que parecieran tener un pacto con la noche: se abren, desprenden aceites esenciales o intensifican su aroma cuando el resto del jardín descansa.

En la naturaleza, este gesto tiene un sentido claro: atraer a polinizadores nocturnos como polillas o pequeños murciélagos. En el jardín, sin embargo, el beneficio es doble: además de colaborar con la biodiversidad, nos regalan una experiencia íntima y profundamente sensorial.

El jazmín nocturno (Solanum laxum) es capaz de cubrir pérgolas y muros con sus racimos de flores blancas estrelladas. Su perfume se intensifica hacia el anochecer, ideal para disfrutar en galerías o patios pequeños. Al ser persistente, asegura verde todo el año, y solo pide sol y riego moderado.

El aroma de Solanum laxum se intensifica al atardecer

La dama de noche (Cestrum nocturnum) es un clásico absoluto. Sus flores discretas, en tonos verdosos, no llaman la atención a simple vista, pero basta que caiga la noche para que todo el aire se impregne de su fragancia penetrante.

Conviene ubicarla en un rincón del jardín, porque el aroma puede volverse demasiado fuerte en espacios cerrados. Es un arbusto noble, fácil de cultivar en macetas grandes o directamente en tierra.

La Dama de noche (Cestrum nocturnum), un clásico que impregna el aire con su fragancia penetrante al atardecer

El galán de noche (Cestrum parqui) es un pariente nativo de la dama de noche. Su perfume es igualmente intenso pero con un matiz más seco. Es una especie rústica, resistente a sequías y de rápido crecimiento, muy valorada por atraer fauna nocturna. En patios medianos o grandes puede transformarse en un arbusto protagonista.

Un jardín que abraza la casa, la atraviesa y hasta se sube al techo

Galán de noche, un pariente de la dama de noche, igualmente aromático y atractivo

Nicotana alata es una planta ornamental, pariente del tabaco, que abre sus flores tubulares blancas al caer el sol. El perfume es delicado y elegante, con un aire antiguo, ideal para canteros cerca de las zonas de descanso. Prefiere suelos fértiles y riego regular, pero compensa con una floración prolongada que se disfruta casi todo el verano.

Trepadoras por excelencia, las madreselvas (Lonicera japonica y L. periclymenum) ofrecen racimos de flores dulcemente perfumadas que se intensifican en las noches templadas.

Perfectas para cubrir muros, alambrados o pérgolas, y para recibir visitantes nocturnos como mariposas. En nuestro país también se pueden aprovechar especies nativas de madreselvas, menos conocidas pero igualmente aromáticas.

Las madreselvas son perfectas para cubrir muros, alambrados o pérgolas

Cómo diseñar un patio nocturno aromático

El truco no es saturar de especies, sino combinarlas de modo que el perfume se descubra de a poco. Una trepadora que libere aroma desde arriba, un arbusto fragante al borde del camino y algunas flores bajas cerca del área de descanso pueden generar capas olfativas que se despliegan a medida que uno se mueve por el espacio.

La iluminación también juega un papel clave: luces cálidas bajas que resalten el follaje y las flores sin apagar el misterio.

Una pérgola cubierta de jazmines con faroles tenues debajo se convierte en un escenario íntimo

El jardín aromático propone una conexión íntima y relajada con los sentidos

Un jardín que abraza la casa, la atraviesa y hasta se sube al techo

Además, elegir especies nativas como el galán de noche no solo asegura menos cuidados, sino que contribuye a sostener la fauna local que encuentra refugio y alimento en ellas. Así, un patio nocturno no es solo un lujo estético, es también un pequeño ecosistema en equilibrio.

Salir al jardín de noche, copa en mano o simplemente en silencio y dejarse envolver por el perfume de las plantas es un hábito que cambia la relación con el espacio.

En un mundo que corre todo el día, el jardín propone lo opuesto: bajar el ritmo, respirar hondo, sentir. Es un lujo íntimo y accesible, al alcance de quien se anime a elegir las plantas adecuadas y dejarlas hacer lo suyo.

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