La democracia liberal está muerta. O casi. Como el liberalismo que le confería el relato institucional que argumentaba su vigencia y le daba un propósito. Siento decirlo, pero ya no veo liberales alrededor. Nunca pensé que pudiera decir aquello que sostuvo Daniel Cossío Villegas en pleno auge del PRI mexicano: “Soy un liberal de museo”.