
El resultado de las elecciones legislativas que se celebran hoy arrojará una buena y una mala noticia para el gobierno de Javier Milei. La buena noticia es que La Libertad Avanza engrosará de manera significativa su representación en la Cámara de Diputados a partir de diciembre próximo y, si consolida su alianza con Pro y un sector de la UCR –sus socios electorales-, alcanzará el tercio de los votos que necesita para neutralizar las ofensivas opositoras que, en el último tiempo, tuvieron a maltraer a la Casa Rosada.
La mala noticia es que, aun con sus aliados naturales, el oficialismo llegaría cuanto mucho al centenar de bancas, cuando el quorum exige la presencia de 129 diputados. La primera minoría continuaría en manos de Frente Patria -la principal fuerza opositora- y, en el medio de la grieta, asomará un mosaico de bloques que, en su mayoría, responderán a un lote de gobernadores que bascula entre la desconfianza y la oposición crítica al Gobierno. Sus apoyos al oficialismo –si eventualmente los prestan- serán más caros y condicionados a las concesiones que realice la Casa Rosada a sus provincias.
A menos que Milei y su tropa libertaria sorprendan esta noche con un triunfo electoral rutilante que doblegue a la oposición y a los gobernadores en los principales distritos –lo que los fortalecería en términos políticos para negociar en el Congreso-, todo indica que no será sencilla la etapa que se viene en la Cámara de Diputados. Máxime cuando el mandato del Fondo Monetario Internacional y del gobierno de los Estados Unidos al gobierno libertario es el de regenerar el tejido de alianzas para avanzar en las leyes estructurales pendientes, empezando por el presupuesto 2026.
En estas elecciones, la Cámara baja renueva la mitad de su composición: 127 de 257 bancas de todo el país. La bancada que más lugares pone en juego es la de Unión por la Patria, que renovará 46 de 98 legisladores. Las estimaciones preliminares anticipan que, en virtud de la polarización extrema que se planteó en la campaña con los libertarios, engrosarán su representación a partir de diciembre próximo y se mantendrán como primera minoría con poco más de un centenar de bancas. Eso sí, siempre y cuando logren convivir en su seno las huestes de Fuerza Patria (de perfil kirchnerista) y de las distintas fuerzas peronistas que en estas elecciones compiten con sello propio en 13 provincias.
Del otro lado de la grieta, La Libertad Avanza es la que menos bancas arriesga: apenas 8 de las actuales 37. Estas elecciones significarán pura ganancia para los libertarios, que esperan aumentar su representación a un número que oscilaría entre las 65 y las 70 bancas violetas. Un crecimiento por demás importante pero todavía insuficiente para alcanzar, por sí sola, el tercio de 86 votos que se necesitan para blindar los vetos presidenciales a las leyes que eventualmente le imponga la oposición. También, para desactivar eventuales procesos de juicio político.
Así las cosas, el bloque libertario necesitará, como hasta ahora, del auxilio de sus aliados naturales, entre ellos Pro. Esta bancada pondrá en juego 21 de sus actuales 35 bancas y apenas recuperaría 8 en el mejor de los escenarios. En suma, con la próxima renovación parlamentaria se reduciría a una veintena de legisladores, de los cuales media docena se referencia directamente en Mauricio Macri, líder de Pro, cuya relación con el elenco libertario ha sido, en el último tiempo, oscilante. De hecho, ya está decidido que no habrá interbloque con LLA.

El lote de aliados naturales del oficialismo se completaría con un puñado de radicales que responden a los gobernadores de Mendoza y Chaco, distritos donde La Libertad Avanza pactó alianzas electorales. En el resto de las provincias los libertarios ignoraron al centenario partido a la hora de armar sus listas, pese a que la bancada que conduce Rodrigo De Loredo supo auxiliar al Gobierno en varias votaciones. Todo indica entonces que, a partir de diciembre, la UCR verá sensiblemente reducida su tropa ya que en estas elecciones pone en juego 11 de sus 14 bancas. Se estima que el bloque quedará reducido a solo media docena de legisladores.
En suma, entre diputados propios y aliados electorales el oficialismo tendrá una fuerza cuyo piso se estima en poco más de 90 diputados. Los libertarios esperan alcanzar el centenar de votos con un puñado de bloques satélites –entre ellos los llamados “radicales con peluca”- pero hasta allí llegan los aliados seguros.
Frente a este panorama, al oficialismo no le queda alternativa que pescar votos en los bloques de la oposición dialoguista. Primeros en la grilla -por su cercanía- figuran Innovación Federal e Independencia, los cuales responden a los gobernadores de Salta, Río Negro, Misiones y Tucumán: ambos reúnen 11 legisladores y todo indica que renovarán sus lugares.

Más difícil le será al Gobierno concitar apoyos en el mosaico de diputados que conformarán Encuentro Federal-Provincias Unidas, de perfil más crítico al Gobierno. En este arco variopinto de fuerzas políticas convivirían los legisladores provenientes de las seis provincias aliadas –Córdoba, Jujuy, Santa Cruz, Santa Fe, Chubut y Corrientes– como también los diputados del socialismo y otros espacios menores. Aspiran tener un piso de entre 22 y 25 diputados, aunque la fortaleza que adquiera este espacio dependerá de cómo salga parado en su debut electoral, el cual se les presenta difícil en virtud de la polarización entre libertarios y kirchneristas.





