Hay noches en las que, por mucho que lo intentes, es casi imposible pegar ojo. Das mil vueltas, miras el techo un rato, sacas una pierna fuera del edredón, la vuelves a meter, miras la hora, te levantas al baño… y no hay manera, hasta que, por fin, sin saber muy bien cómo ni por qué, te terminas durmiendo a las tantas de la madrugada y, sin apenas haber descansado nada, suena el despertador. En los últimos años, muchas personas han encontrado una solución sencilla y efectiva para dormir mejor al intercambiar su edredón de toda la vida por una manta ponderada.