Sucedió en 2023. También hace medio año, con el segundo alto el fuego. Bajo un cielo que ya no es presagio de muerte, unos 500.000 palestinos (casi uno de cada cuatro habitantes de Gaza) regresan a sus localidades de origen, a menudo para encontrarse con las ruinas de sus hogares. Las dos treguas anteriores acabaron convertidas en un mero respiro antes de la reanudación de los bombardeos israelíes, pero el alto el fuego de Donald Trump, que entró en vigor el viernes, y con vocación de permanencia y un apoyo internacional inédito tras dos años de masacres, avanza con una velocidad que hace un mes hubiera parecido impensable. Ahora, afronta su primer gran reto: el delicado canje de los últimos 48 rehenes israelíes y casi 2.000 presos palestinos, probablemente este lunes. Es el primer obstáculo en un horizonte lleno de cabos sueltos.