Los cuervos en la Historia, del argentino Jorge Fondebrider, es una especie de guía enciclopédica de la relación entre esos pájaros y los seres humanos, no solo en este momento, sino desde que tenemos registros de nosotros mismos, mucho antes del famoso cuervo literario de Edgar Allan Poe.
El autor empieza con una descripción científica de las especies de córvidos y, con esos datos como base, explora en el resto del trabajo los contactos que tienen con las diversas culturas desde la Antigüedad hasta el presente. El eje temporal se abre sobre el geográfico. El viaje es hacia el este: desde Islandia a Europa y el norte de Asia; después al sur, India y Oceanía; luego a América del Norte y América Central y, finalmente, a África. Ese viaje global solo deja a un costado a los dos territorios del planeta que carecen de córvidos: Antártida y América del Sur. Dentro de cada región, Fondebrider describe primero las especies del lugar y, luego, ejemplifica y analiza los relatos folclóricos que protagonizan esas aves. En el anteúltimo capítulo, se pinta la forma en que los abordan las artes literarias, musicales, plásticas y cinematográficas.
Aunque hay ciencia en este cuadro, el centro está puesto en la cultura, y Los cuervos en la Historia gira alrededor de los textos cortos de ficción que ejemplifican la mirada de cada lugar. El formato no exige una lectura de principio a fin; al contrario, permite saltos y selecciones personales, lecturas fragmentarias que se adaptan a los intereses de cada persona. Cada lectura puede seguir ciertos hilos de ideas a lo largo de todo el texto; por ejemplo, la comparación entre las diferentes actitudes de los grupos humanos frente a los cuervos.
El libro deja en claro que hay miradas “positivas” y también “negativas” de los cuervos, además de una tercera forma de verlos, más ambigua, interesante y compleja, que surge en los pueblos que viven fuera del centro de Europa –asiáticos, africanos, nativos de América y Oceanía– cuyas visiones del mundo se oponen al pensamiento binario del cristianismo que convierte al cuervo en un ser diabólico y maléfico. Así, hay lugares en los que coexisten representaciones “positivas” y “negativas” que producen historias muy interesantes y complejas; en otros, sobre todo en los lugares colonizados por Europa, las negativas reemplazan a las positivas o complejas a partir de la llegada de los conquistadores. Por ejemplo, entre los eslavos, las fuentes de Fondebrider –especificadas en notas al pie, como corresponde a un texto de este tipo– afirman que el cuervo es “ambivalente” por la “fusión entre visiones cristianas y precristianas” y que, por eso, es “impuro” y “siniestro”, pero también “sabio” y “clarividente”.
Otro hilo interesante es el de las coincidencias en las representaciones de los cuervos, no solo entre pueblos cercanos, como los que se trasladaron de Asia a América por el Estrecho de Bering, sino hasta entre regiones muy alejadas una de la otra. Por ejemplo, hay varias culturas que relacionan a los cuervos con los lobos porque ambos alimentan a veces a niños abandonados; en otras, se habla de la enemistad ancestral entre cuervos y búhos; en otras, se cuenta que el cuervo fue un pájaro blanco y bello, y luego, pasó algo –en algunos casos, algo que provocó él mismo por orgullo– y el animal se volvió negro; en otras, se afirma que tenía una voz hermosa hasta que se quedó ronco para siempre en un hecho puntual y el canto se convirtió en un graznido.
Las culturas nativas de América del Norte y el Caribe, Asia y Oceanía entienden a los cuervos desde un pensamiento no binario; es decir, uno en el que no hay oposiciones como Bien versus Mal o ser humano versus “naturaleza”. Muchas los ven como a “parientes”, seres con alma, seres sagrados, tricksters, es decir un “payasos sagrados”: malvados embaucadores cuyos actos, sin embargo, benefician a la humanidad, lo cual los convierte en héroes del pueblo. Por ejemplo, en una de sus travesuras, Cuervo roba el fuego a los dioses (como Prometeo).
Otra característica común a varias culturas es la habilidad del cuervo para comunicarse con los seres humanos: en las historias, no solo es capaz de hablar nuestro idioma sino que hay humanos excepcionales que consiguen aprender el de los pájaros. En muchas leyendas, el cuervo es un mensajero, un portador de cartas, y a veces, un sabio que conoce el futuro. Aunque el libro no lo dice, como ejemplo en la cultura popular, cabe recordar aquí a los cuervos que llevan mensajes en Game of Thrones, la versión audiovisual de Canción de hielo y fuego, la saga literaria de George R. R. Martin (su cuarto tomo se llama, justamente, Festín de cuervos). También se repiten de una cultura a otra algunos cuervos monstruosos, como el “Cuervo de Tres Patas”, protagonista de historias de varias regiones, que también recuerda a la saga de Martin, con su Cuervo de Tres Ojos. En algunos pueblos, sobre todo en Siberia y el norte de América, Cuervo es el centro de la cosmogonía, el Creador y organizador del mundo; a veces, el maestro de la humanidad, que enseña cosas importantes a los primeros humanos, por ejemplo, a comer búfalo o a dormir en una cama.
Al final del libro, Fondebrider vuelve a la ciencia cuando en el último capítulo (“El cuervo como problema”) se pregunta qué deberíamos hacer los humanos con los cuervos. El “problema” es que los córvidos son beneficiosos para el equilibrio ecológico, pero también compiten con los humanos, arruinan cosechas y producen epidemias. El “¿qué hacer?” parece aceptar la idea de que el ser humano es quien decidirá por el planeta (una idea que rechazarían muchos de los pueblos no europeos), pero, afirma el autor, antes deberíamos entender hasta qué punto el desastre ecológico actual no lo causaron nuestros propios actos. Pero el libro no solo formula la pregunta. En “Últimas consideraciones”, el autor presenta una respuesta posible, una que podríamos aplicar no solo a los cuervos sino a toda la Naturaleza: una cultura africana que basa su forma de vida africana en una “colaboración”, una convivencia simbiótica y sostenible entre cuervos y seres humanos.
Los cuervos en la historia
Por Jorge Fondebrider
Sexto Piso
453 páginas, $ 37.900