En el sur de Florida se está empezando a escuchar un nuevo dialecto. Una jerga que suena a inglés, pero que incorpora giros sintácticos y traducciones literales del español. Es una especie de spanglish pero al revés, que para decir “pon la luz” dice “put the light”, o para bajarse del coche, “get down the car”. Los filólogos llevan tiempo siguiendo con fascinación la pista a esta nueva criatura, nacida de la riqueza e inevitable contaminación idiomática en una de las zonas con más presencia de hispanohablantes de Estados Unidos. Pero el entusiasmo de los lingüistas no lo comparte tanto el Gobierno de Donald Trump. Para el republicano es el típico ejemplo de la invasión latina que amenaza con corromper una supuesta esencia anglosajona del país. Sus políticas de english only (solo en inglés) pretenden ahogar el español en EE UU. Una nueva amenaza para una lengua a prueba de bombas.