
Algo está cambiando. Desde hace tiempo se observa una tendencia creciente en el uso de la estética religiosa en casi todos los ámbitos, y puede que sea algo más que una querencia visual. Artículos en The Guardian, Die Welt o The Washington Post han prestado atención a este proceso. La imaginería religiosa ha vuelto con fuerza, y hay casi una rima contemporánea entre los leds de la parroquia del padre Ángel en Chueca y las películas de Sorrentino. Madrid y Nápoles siempre estuvieron cerca. En España, el anuncio del nuevo disco de Rosalía ha detonado de nuevo un debate que, de algún modo, ya existía. Posiblemente, lo inició C. Tangana con la polémica generada a partir de su canción Ateo, cuyo videoclip se rodó en la catedral de Toledo con la preceptiva licencia —y posterior cese— del deán.






