Abbas Saleh Shariati (Mashad, Irán, 61 años) es uno de los escasos dirigentes iraníes que se dejan ver estos días por las capitales europeas. Recién llegado de Mondiacult, el foro de políticas culturales de la Unesco celebrado en Barcelona, el ministro de Cultura de Irán enfatiza que Europa no tenía motivos para reanudar —como acaba de hacer— las sanciones a su país que estuvieron en vigor hasta 2015 por las sospechas de que Teherán pretendía fabricar la bomba nuclear. El recelo respecto a ese programa y la represión desencadenada sobre las mujeres a raíz de la muerte, hace ahora tres años, de la joven Mahsa Amini por no llevar bien colocado el velo islámico agrandaron la brecha entre el gigante chií de Oriente Próximo, por un lado, y Europa y Estados Unidos, por otro.