La cultura, hace un siglo, era en España un artefacto urbano. Leer, escuchar música o ver cine eran quehaceres disponibles solo para algunos privilegiados de ciudad. Más allá, en campos y sierras, la atención recaía en los animales y en la tierra. En sobrevivir. Pero Manuel Bartolomé Cossío, alumno y luego director de la Institución Libre de Enseñanza, soñó un proyecto para llevar educación y cultura a esos eriales de estricta supervivencia. La Segunda República, con Niceto Alcalá Zamora al frente, le compró el sueño y lo puso en pie en mayo de 1931, fecha de nacimiento de las Misiones Pedagógicas.