
El PP se había reservado casi un año y medio la bala de la cita forzada del presidente del Gobierno en la comisión de investigación en el Senado del caso Koldo pero terminó, tras casi cinco horas y cuarto, y el pasaje que se presentaba como definitivo no aportó ningún dato o información nueva y relevante sobre su implicación en esa presunta trama. Lo que sí quedó otra vez en evidencia, en favor de los que denigran la utilidad de ese tipo de sesiones, es que para la mayoría de los parlamentarios que preguntan las respuestas del compareciente son prescindibles, una excusa para formular la siguiente cuestión, y una oportunidad interna para examinarse ante los suyos y hacia sus jefes.





