La villa 1-11-14 es uno de los territorios más complejos frente a la expansión de la venta de drogas en la región metropolitana. Allí la caída de Marco Antonio Estrada Gonzales -deportado a Perú en 2022- abrió paso a una disputa sangrienta por cada calle interior de ese asentamiento situado en Flores. Pequeños clanes buscaron surgir de ese entrevero. Incluso algunos eran familias narco que respondían al mandato de algún grupo solo un poco más fuerte. En esa villa porteña sobrevivía, por el momento, el clan Mareco, luego de los golpes que sacudieron a Los Marolas, la estructura en la que ocupaban un lugar intermedio hasta el asesinato de Nayla Torrilla, la niña de 4 años baleada en una microguerra narco en 2022. Los Mareco fueron ahora blanco de los operativos policiales.
La fuerza de seguridad porteña realizó un procedimiento en la villa 1-11-14, donde allanamientos simultáneos en varios puntos de venta de drogas permitieron el secuestro de más de 1,8 kilo de cocaína y pasta base, además del decomiso de pistolas y municiones.
El Ministerio de Seguridad porteño informó que en ese operativo se desarticuló “una organización narco familiar conocida como clan Mareco”. El procedimiento estuvo coordinado por la División Investigaciones Antidrogas Zona Sur.
“Según la valuación judicial, las sustancias secuestradas equivalen a unas 4000 dosis, con un valor estimado en 24 millones de pesos”, se indicó en un comunicado de prensa.
Y se agregó: “La investigación, iniciada en febrero de este año, permitió establecer que la organización operaba desde distintos puntos del barrio, controlando la venta de droga mediante un sistema de satélites y repartidores. El grupo mantenía su actividad pese a la detención previa de sus principales referentes, continuando bajo el mando de familiares directos”.
Los integrantes del clan Mareco tienen vieja relación con la logística narco en la villa 1-11-14. En mayo pasado ya había sido detenido por la Policía de la Ciudad uno de sus referentes. Tenía un kilo de pasta base, dosis de cocaína y marihuana preparadas para la comercialización. La particularidad del operativo fue que se concretó cerca de la casa del sospechoso, que cumplía prisión domiciliaria por otra causa abierta de comercialización de estupefacientes. Era controlado con una tobillera electrónica, pero se movía hacia su búnker de venta de drogas.
“En ese caso, el procedimiento se llevó a cabo tras una persecución en la vía pública, cuando el sospechoso intentó escapar e ingresó a una vivienda donde los oficiales hallaron 856 envoltorios con pasta base, trozos compactos de cocaína y marihuana, cinco teléfonos celulares, tres balanzas de precisión y más de $275.000 en efectivo. Pese a aquella detención y a otra realizada en julio contra otro integrante del clan, que cayó con 260 envoltorios de pasta base, la organización continuó operando bajo la conducción de familiares, hasta ser finalmente desarticulada en los allanamientos del 4 de octubre”, se indicó en el comunicado de prensa.
Intervino el Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas N°1, Secretaría N°2, junto a la Unidad Fiscal Especializada en Investigaciones de Delitos vinculados con Estupefacientes.